/ miércoles 13 de diciembre de 2023

Desafíos Educativos en México: Un Llamado a la Acción

El reciente informe de la prueba PISA revela una preocupante realidad para México en el ámbito educativo. En comparación con el 2018, el país ha experimentado una caída significativa en los niveles de comprensión lectora, matemáticas y ciencia. Entre los 38 miembros de la OCDE, México se sitúa como el peor evaluado en ciencia.

Estos resultados, lejos de ser simples estadísticas, reflejan el daño y sufrimiento que se avecina para nuestra nación. Alarmantemente, dos de cada tres niños mexicanos carecen de las competencias básicas en matemáticas, comprometiendo el futuro de toda una generación. La caída del lugar 14 al lugar 36 es un indicativo claro del desastre educativo que ha ocurrido durante este sexenio a nivel nacional; agravado por los estragos de la pandemia.

Resulta preocupante la desestimación por parte del presidente hacia estos datos, argumentando que la prueba PISA no es relevante debido a su implementación en la época del "neoliberalismo". Sin embargo, ¿acaso negar la realidad hará desaparecer los resultados? Dos de cada tres niños sin competencias básicas en matemáticas no pueden ser ignorados.

En lugar de restar importancia, el gobierno federal debería haber implementado pruebas de diagnóstico a nivel nacional para comprender las afectaciones específicas de la pandemia en la educación de nuestras niñas y niños. El futuro de la nación no puede quedar a merced de la indiferencia gubernamental.

Es evidente que se requiere un cambio radical en el enfoque hacia la educación en México. Más allá de políticas de compra de votos o incremento de becas, es esencial dirigir esfuerzos a fortalecer el sistema educativo. La prioridad debe ser identificar y abordar las deficiencias estructurales, brindando un apoyo real y sostenible que beneficie a las futuras generaciones.

En conclusión, los resultados de la prueba PISA deben ser un llamado a la acción urgente. Ignorar la situación no solo compromete el futuro académico de nuestros niños, sino también el desarrollo y progreso de México en el ámbito internacional. Es hora de dejar de lado las disputas políticas y trabajar juntos por una educación sólida y equitativa que prepare a las generaciones venideras para los desafíos del siglo XXI.


El reciente informe de la prueba PISA revela una preocupante realidad para México en el ámbito educativo. En comparación con el 2018, el país ha experimentado una caída significativa en los niveles de comprensión lectora, matemáticas y ciencia. Entre los 38 miembros de la OCDE, México se sitúa como el peor evaluado en ciencia.

Estos resultados, lejos de ser simples estadísticas, reflejan el daño y sufrimiento que se avecina para nuestra nación. Alarmantemente, dos de cada tres niños mexicanos carecen de las competencias básicas en matemáticas, comprometiendo el futuro de toda una generación. La caída del lugar 14 al lugar 36 es un indicativo claro del desastre educativo que ha ocurrido durante este sexenio a nivel nacional; agravado por los estragos de la pandemia.

Resulta preocupante la desestimación por parte del presidente hacia estos datos, argumentando que la prueba PISA no es relevante debido a su implementación en la época del "neoliberalismo". Sin embargo, ¿acaso negar la realidad hará desaparecer los resultados? Dos de cada tres niños sin competencias básicas en matemáticas no pueden ser ignorados.

En lugar de restar importancia, el gobierno federal debería haber implementado pruebas de diagnóstico a nivel nacional para comprender las afectaciones específicas de la pandemia en la educación de nuestras niñas y niños. El futuro de la nación no puede quedar a merced de la indiferencia gubernamental.

Es evidente que se requiere un cambio radical en el enfoque hacia la educación en México. Más allá de políticas de compra de votos o incremento de becas, es esencial dirigir esfuerzos a fortalecer el sistema educativo. La prioridad debe ser identificar y abordar las deficiencias estructurales, brindando un apoyo real y sostenible que beneficie a las futuras generaciones.

En conclusión, los resultados de la prueba PISA deben ser un llamado a la acción urgente. Ignorar la situación no solo compromete el futuro académico de nuestros niños, sino también el desarrollo y progreso de México en el ámbito internacional. Es hora de dejar de lado las disputas políticas y trabajar juntos por una educación sólida y equitativa que prepare a las generaciones venideras para los desafíos del siglo XXI.