/ jueves 21 de abril de 2022

Feliz Día de la Educadora

Por: Manuel A. Navarro

Este 21 de abril se celebra una ocasión especial para la educación, la presencia, trabajo, impacto y trascendencia de la figura de las educadoras en el ámbito de la educación preescolar en el sistema educativo nacional

El origen del Día de la Educadora se remonta al año 1782, que se celebra el natalicio de Federico Fröebel, pedagogo alemán, discípulo de Rousseau y de Pestalozzi, sobre todo este último con quien trabajó y estudió entre 1806 y 1810. Estudió ampliamente la educación de los niños de edad preescolar, y es considerado el creador del concepto de jardín de infancia (kindergarden).

En cierto sentido se planteaba que los niños eran concebidos como “pequeñas plantas” y su docente a cargo, como un “jardinero”, concepción que se parece a lo que muchas personas refieren al trabajo de las educadoras hoy en día, sin saber la gran importancia del trabajo profesional, detallado y trascendente que se realiza en este nivel educativo.

En pleno siglo XXI, con grandes avances en prácticamente todas las ciencias de la vida humana se sigue considerando a la educadora más una “cuidadora” de niños que una profesional de la educación, y dado que los primeros seis años de vida son esenciales en su desarrollo y aprendizaje y se convierten en la base de lo que podrán ser y aprender a lo largo de toda la vida.

Además, el rol de la educadora es fundamental, porque los aprendizajes que se adquieren en el preescolar se brindan principalmente a través de un clima afectivo que debe ser complementario que brindan los padres, estableciendo las bases del posterior comportamiento adulto y las capacidades para pensar y sentir.

Decía María Montessori: “El niño, con su enorme potencial físico e intelectual, es un milagro frente a nosotros. Este hecho debe ser transmitido a todos los padres, educadores y personas interesadas en niños, porque la educación desde el comienzo de la vida podría cambiar verdaderamente el presente y futuro de la sociedad”, un futuro que les pertenece y que debe ser protegido para garantizar los derechos que les son inherentes en la vida adulta y que se coartan muchas veces por la falta de una educación adecuada, y que muchos padres no dan la importancia adecuada y carecen de interés para que sus hijos cursen este importante nivel educativo.

La educación preescolar es la base y sin duda alguna la piedra angular de la vida de quienes la cursan y representa las bases biológicas, físicas, culturales, educativas y sociales de lo que será su vida adulta y por tanto, nuestro futuro. La falta de ésta deja en grave desventaja para toda la vida y representa una seria imposibilidad para el desarrollo armónico establecido en nuestra carta magna.

Es imperativo recuperar el sentido de valorar a las educadoras en nuestro país, reconocer en su persona a la oportunidad para la generación de nuevas y mejores oportunidades de desarrollo, así como de apreciar ese trabajo que día a día realizan y que pone la muestra al resto de los niveles educativos en el desarrollo de actividades de gran valor cualitativo en la vida de los niños.

Muchas felicidades ahora y siempre por esa dedicación, emoción, amor, pasión y atención con que realizan su trabajo, son orgullo y pieza clave del sistema educativo ncional, representan por mucho un anhelo en la vida de la nación para llevar adelante la tarea que puede llevar al país por la senda del desarrollo armónico que tanto requiere nuestra ya de por sí convulsionada sociedad.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com


Por: Manuel A. Navarro

Este 21 de abril se celebra una ocasión especial para la educación, la presencia, trabajo, impacto y trascendencia de la figura de las educadoras en el ámbito de la educación preescolar en el sistema educativo nacional

El origen del Día de la Educadora se remonta al año 1782, que se celebra el natalicio de Federico Fröebel, pedagogo alemán, discípulo de Rousseau y de Pestalozzi, sobre todo este último con quien trabajó y estudió entre 1806 y 1810. Estudió ampliamente la educación de los niños de edad preescolar, y es considerado el creador del concepto de jardín de infancia (kindergarden).

En cierto sentido se planteaba que los niños eran concebidos como “pequeñas plantas” y su docente a cargo, como un “jardinero”, concepción que se parece a lo que muchas personas refieren al trabajo de las educadoras hoy en día, sin saber la gran importancia del trabajo profesional, detallado y trascendente que se realiza en este nivel educativo.

En pleno siglo XXI, con grandes avances en prácticamente todas las ciencias de la vida humana se sigue considerando a la educadora más una “cuidadora” de niños que una profesional de la educación, y dado que los primeros seis años de vida son esenciales en su desarrollo y aprendizaje y se convierten en la base de lo que podrán ser y aprender a lo largo de toda la vida.

Además, el rol de la educadora es fundamental, porque los aprendizajes que se adquieren en el preescolar se brindan principalmente a través de un clima afectivo que debe ser complementario que brindan los padres, estableciendo las bases del posterior comportamiento adulto y las capacidades para pensar y sentir.

Decía María Montessori: “El niño, con su enorme potencial físico e intelectual, es un milagro frente a nosotros. Este hecho debe ser transmitido a todos los padres, educadores y personas interesadas en niños, porque la educación desde el comienzo de la vida podría cambiar verdaderamente el presente y futuro de la sociedad”, un futuro que les pertenece y que debe ser protegido para garantizar los derechos que les son inherentes en la vida adulta y que se coartan muchas veces por la falta de una educación adecuada, y que muchos padres no dan la importancia adecuada y carecen de interés para que sus hijos cursen este importante nivel educativo.

La educación preescolar es la base y sin duda alguna la piedra angular de la vida de quienes la cursan y representa las bases biológicas, físicas, culturales, educativas y sociales de lo que será su vida adulta y por tanto, nuestro futuro. La falta de ésta deja en grave desventaja para toda la vida y representa una seria imposibilidad para el desarrollo armónico establecido en nuestra carta magna.

Es imperativo recuperar el sentido de valorar a las educadoras en nuestro país, reconocer en su persona a la oportunidad para la generación de nuevas y mejores oportunidades de desarrollo, así como de apreciar ese trabajo que día a día realizan y que pone la muestra al resto de los niveles educativos en el desarrollo de actividades de gran valor cualitativo en la vida de los niños.

Muchas felicidades ahora y siempre por esa dedicación, emoción, amor, pasión y atención con que realizan su trabajo, son orgullo y pieza clave del sistema educativo ncional, representan por mucho un anhelo en la vida de la nación para llevar adelante la tarea que puede llevar al país por la senda del desarrollo armónico que tanto requiere nuestra ya de por sí convulsionada sociedad.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com