/ viernes 26 de abril de 2024

Camino Real | Krakauer, una familia judía en Chihuahua

Son las nueve de la noche del jueves 18 de junio de 1931 y en la Iglesia de Guadalupe de la ciudad de Chihuahua está a punto de celebrarse la boda entre la Srita. Anita Krakauer y el Dr. Guillermo Prieto. Ambos pertenecen a “familias prominentes”, de la sociedad chihuahuense. El novio —un médico graduado de la Universidad de Georgetown y de la Escuela de Medicina de la Ciudad de México— aguarda nervioso a la llegada de su amada; le acompaña su hermano menor, Manuel Prieto Jr.

De pronto, de un imponente Chrysler Imperial Serie CG en color beige, desciende la novia. Lleva un velo y un satín en color marfil, ambas telas se ven entrecruzadas por unas líneas de hilos muy finos y brillantes, como bordados para una “princesa medieval”. El velo, de tres niveles, se sostiene por un círculo de flores de azahar. La mujer, porta además un sombrero de elegante encaje, el mismo que hace ya algunos años usó su abuela paterna en su boda. Su ramo está compuesto por flores blancas con forma de embudo, son lirios de cala; sus hojas de un verde radiante contrastan con el amarillo de sus pistilos.

Apenas ingresa al templo y la pequeña Marion Zork —su prima— empieza arrojar pétalos blancos a su paso. Al final del pasillo, y a la derecha del párroco, les esperan las damas de honor: Bertha Krakauer, Elizabeth Goddard, Carolina Horcasitas, María Ramonfaur, Muriel Krakauer, Minna Krakauer y Ángela Prieto. Todas llevan vestidos en tonos marrón, adornados con bouquets de gladiolas blancas. Camino al altar, la novia rompe el protocolo y saluda efusivamente a su tío, el Sr. Gustave Zork.

Apenas unas horas antes, los novios habían formalizado su unión por la vía civil, en la casa número 622 del Paseo Bolívar, en donde se apersonó el juez del Estado Civil, Serafín Legarreta. “No hay impedimento legal alguno para verificar el matrimonio que pretenden y en esa virtud, interpelé separada y sucesivamente a los contrayentes, si era su voluntad unirse en matrimonio, tomándose y entregándose mutuamente por marido y mujer, habiendo contestado ambos en sentido afirmativo”, declaraba el magistrado en el acta del registro civil.

Es el documento, Guillermo declaraba ser médico cirujano, soltero, católico, de 27 años de edad, hijo legítimo de Felícitas Muñoz, de 64 años; y de Manuel Prieto, abogado de 75 años, la familia vivía en la casa con el número 409 de la calle Aldama. Por su parte, Anita declaraba ser americana, célibe, católica, de 22 años de edad, con domicilio en donde se llevaba a cabo el acto, hija legítima de la Sra. Ana Enríquez, de 54 años; y del Sr. Adolph Krakauer, de 56 años y comerciante de profesión.

La luna de miel fue en California, sin embargo, tan intempestiva como fue la boda, fue el desenlace. Apenas unos meses más tarde, el 2 de diciembre de 1932, Guillermo falleció a causa de una tuberculosis pulmonar, en su domicilio, en el número 1009 de la calle Prospect en El Paso, Texas. Su cuerpo fue repatriado a Ciudad Juárez, desde donde se giró un oficio al Gobierno del Estado, a fin de autorizar su traslado a través de los Ferrocarriles Nacionales. Sus restos, hoy descansan en el Panteón de Dolores, en el lote particular de General Don Luis Terrazas.

La historia de Adolph Krakauer, el patriarca de la familia, ha sido tratada por múltiples investigadores, sin embargo, muchas veces se limita el análisis al encasillarlo como “comerciante alemán”, “oligarca” y un sinfín de adjetivos, que nos impiden una visión más compleja de un sujeto histórico que fue producto de su tiempo y del espacio en que le tocó vivir. Continuará…

Son las nueve de la noche del jueves 18 de junio de 1931 y en la Iglesia de Guadalupe de la ciudad de Chihuahua está a punto de celebrarse la boda entre la Srita. Anita Krakauer y el Dr. Guillermo Prieto. Ambos pertenecen a “familias prominentes”, de la sociedad chihuahuense. El novio —un médico graduado de la Universidad de Georgetown y de la Escuela de Medicina de la Ciudad de México— aguarda nervioso a la llegada de su amada; le acompaña su hermano menor, Manuel Prieto Jr.

De pronto, de un imponente Chrysler Imperial Serie CG en color beige, desciende la novia. Lleva un velo y un satín en color marfil, ambas telas se ven entrecruzadas por unas líneas de hilos muy finos y brillantes, como bordados para una “princesa medieval”. El velo, de tres niveles, se sostiene por un círculo de flores de azahar. La mujer, porta además un sombrero de elegante encaje, el mismo que hace ya algunos años usó su abuela paterna en su boda. Su ramo está compuesto por flores blancas con forma de embudo, son lirios de cala; sus hojas de un verde radiante contrastan con el amarillo de sus pistilos.

Apenas ingresa al templo y la pequeña Marion Zork —su prima— empieza arrojar pétalos blancos a su paso. Al final del pasillo, y a la derecha del párroco, les esperan las damas de honor: Bertha Krakauer, Elizabeth Goddard, Carolina Horcasitas, María Ramonfaur, Muriel Krakauer, Minna Krakauer y Ángela Prieto. Todas llevan vestidos en tonos marrón, adornados con bouquets de gladiolas blancas. Camino al altar, la novia rompe el protocolo y saluda efusivamente a su tío, el Sr. Gustave Zork.

Apenas unas horas antes, los novios habían formalizado su unión por la vía civil, en la casa número 622 del Paseo Bolívar, en donde se apersonó el juez del Estado Civil, Serafín Legarreta. “No hay impedimento legal alguno para verificar el matrimonio que pretenden y en esa virtud, interpelé separada y sucesivamente a los contrayentes, si era su voluntad unirse en matrimonio, tomándose y entregándose mutuamente por marido y mujer, habiendo contestado ambos en sentido afirmativo”, declaraba el magistrado en el acta del registro civil.

Es el documento, Guillermo declaraba ser médico cirujano, soltero, católico, de 27 años de edad, hijo legítimo de Felícitas Muñoz, de 64 años; y de Manuel Prieto, abogado de 75 años, la familia vivía en la casa con el número 409 de la calle Aldama. Por su parte, Anita declaraba ser americana, célibe, católica, de 22 años de edad, con domicilio en donde se llevaba a cabo el acto, hija legítima de la Sra. Ana Enríquez, de 54 años; y del Sr. Adolph Krakauer, de 56 años y comerciante de profesión.

La luna de miel fue en California, sin embargo, tan intempestiva como fue la boda, fue el desenlace. Apenas unos meses más tarde, el 2 de diciembre de 1932, Guillermo falleció a causa de una tuberculosis pulmonar, en su domicilio, en el número 1009 de la calle Prospect en El Paso, Texas. Su cuerpo fue repatriado a Ciudad Juárez, desde donde se giró un oficio al Gobierno del Estado, a fin de autorizar su traslado a través de los Ferrocarriles Nacionales. Sus restos, hoy descansan en el Panteón de Dolores, en el lote particular de General Don Luis Terrazas.

La historia de Adolph Krakauer, el patriarca de la familia, ha sido tratada por múltiples investigadores, sin embargo, muchas veces se limita el análisis al encasillarlo como “comerciante alemán”, “oligarca” y un sinfín de adjetivos, que nos impiden una visión más compleja de un sujeto histórico que fue producto de su tiempo y del espacio en que le tocó vivir. Continuará…