/ viernes 10 de mayo de 2024

Camino Real | 426 años de la cuenca Bravos-Conchos

El 30 de abril de 1598 en la zona de Zaragoza y San Eliezario —entre el actual Valle de Ciudad Juárez y el Valle Bajo de El Paso, Texas— don Juan de Oñate tomaba posesión del territorio de Nuevo México, en nombre del Rey de España. Se iniciaba así, el periodo novohispano de un proceso histórico de largo alcance, que nos vincula al uso y explotación de la cuenca hidrológica Bravo-Conchos. La caravana de conquista había recorrido cientos de kilómetros desde Santa Bárbara, al sur del actual estado de Chihuahua. Seguir esa ruta, hasta la junta de ambos ríos, fue la idea más óptima; pues garantizaba tener agua para el consumo humano y de los animales.


Apenas unos años más tarde, entre 1600 y 1630, los misioneros franciscanos incentivaron el aprovechamiento del agua del Río Grande del Norte, bajo la apertura de acequias y partidos (que eran parcelas con canales secundarios). Esto sirvió como un medio para garantizar el acercamiento, y la posterior evangelización de los indios Mansos, Sumas, Zunis, Jumanos y Tiguas. Se fundaron así, decenas de misiones franciscanas alrededor del también llamado Río Bravo. De esta manera, se inició una conexión que hoy vincula culturalmente a la región norte del estado, con las ciudades del oeste de Texas y las poblaciones al norte de Nuevo México.


Sin embargo, la apertura de nuevas acequias no era libre, y antes bien debía ser supervisada por las autoridades civiles, lo que seguido ocasionaba conflictos entre los gobernadores y los misioneros. Por eso, a manera de contrapeso político —y aprovechando los subsidios otorgados por la corona española— surgió la Custodia de San Pablo de los Naturales de Nuevo México. Fundada en 1617, este esta institución de gobierno eclesiástico, encomendó en 1659, la fundación de la Misión de Guadalupe de los Indios Mansos del Paso Del Río Grande del Norte.


El 8 de diciembre de ese mismo año, Fray García de San Francisco declaraba ante una pequeña comunidad de indios mansos y sumas: bajé con algo de “trabajo a El Paso del río del Norte en la frontera de la Nueva España… en medio de la custodia y provincia de Nuevo México…[y] tomé posesión de esta conversión de los mansos y los sumanas” (González de la Vara, 2018). De manera muy sencilla, pero con un gran simbolismo el misionero bendecía una pequeña iglesia hecha con “ramas y lodo”. “Llamo por testigos al cielo y la tierra y a todos los santos ángeles que están presentes como guardias…”, con esa tenacidad y con tremendos testigos de honor, se fundaba la Misión de Guadalupe de los Indios Mansos de El Paso del Río del Norte, antecedente histórico de las ciudades de El Paso y Juárez.


Hoy, la historia es muy distinta, a nuestro país le llega poca agua del Bravo -cuando hay- y en cambio, debemos dar mucha agua del Conchos al vecino país. ¿Cómo fue que llegamos hasta este punto?¿Por qué la autoridad del lado mexicano no protesta con la misma severidad, con la que lo hace su contraparte norteamericana, cuando nosotros nos tardamos?


Desde 1848 el Tratado de Guadalupe Hidalgo definió al “río Bravo del Norte” como el límite entre ambos países. Así, nuestra frontera se configuró como un espacio de desigualdades políticas y económicas, en franca desventaja para nuestra nación. Luego, el Tratado de Aguas de 1906 estableció la cantidad de líquido que se entregaría a México anualmente, con la salvedad de que “la entrega…no se consideraría como un reconocimiento de los Estados Unidos, de ningún derecho por parte de México a tales aguas”.

Maestro en Periodismo. Promotor cultural e investigador de la Red Binacional de Estudios Históricos de Juárez

Facebook: Iván González

Twitter: @ivanhistorico

ivanhistoriador5@gmail.com

El 30 de abril de 1598 en la zona de Zaragoza y San Eliezario —entre el actual Valle de Ciudad Juárez y el Valle Bajo de El Paso, Texas— don Juan de Oñate tomaba posesión del territorio de Nuevo México, en nombre del Rey de España. Se iniciaba así, el periodo novohispano de un proceso histórico de largo alcance, que nos vincula al uso y explotación de la cuenca hidrológica Bravo-Conchos. La caravana de conquista había recorrido cientos de kilómetros desde Santa Bárbara, al sur del actual estado de Chihuahua. Seguir esa ruta, hasta la junta de ambos ríos, fue la idea más óptima; pues garantizaba tener agua para el consumo humano y de los animales.


Apenas unos años más tarde, entre 1600 y 1630, los misioneros franciscanos incentivaron el aprovechamiento del agua del Río Grande del Norte, bajo la apertura de acequias y partidos (que eran parcelas con canales secundarios). Esto sirvió como un medio para garantizar el acercamiento, y la posterior evangelización de los indios Mansos, Sumas, Zunis, Jumanos y Tiguas. Se fundaron así, decenas de misiones franciscanas alrededor del también llamado Río Bravo. De esta manera, se inició una conexión que hoy vincula culturalmente a la región norte del estado, con las ciudades del oeste de Texas y las poblaciones al norte de Nuevo México.


Sin embargo, la apertura de nuevas acequias no era libre, y antes bien debía ser supervisada por las autoridades civiles, lo que seguido ocasionaba conflictos entre los gobernadores y los misioneros. Por eso, a manera de contrapeso político —y aprovechando los subsidios otorgados por la corona española— surgió la Custodia de San Pablo de los Naturales de Nuevo México. Fundada en 1617, este esta institución de gobierno eclesiástico, encomendó en 1659, la fundación de la Misión de Guadalupe de los Indios Mansos del Paso Del Río Grande del Norte.


El 8 de diciembre de ese mismo año, Fray García de San Francisco declaraba ante una pequeña comunidad de indios mansos y sumas: bajé con algo de “trabajo a El Paso del río del Norte en la frontera de la Nueva España… en medio de la custodia y provincia de Nuevo México…[y] tomé posesión de esta conversión de los mansos y los sumanas” (González de la Vara, 2018). De manera muy sencilla, pero con un gran simbolismo el misionero bendecía una pequeña iglesia hecha con “ramas y lodo”. “Llamo por testigos al cielo y la tierra y a todos los santos ángeles que están presentes como guardias…”, con esa tenacidad y con tremendos testigos de honor, se fundaba la Misión de Guadalupe de los Indios Mansos de El Paso del Río del Norte, antecedente histórico de las ciudades de El Paso y Juárez.


Hoy, la historia es muy distinta, a nuestro país le llega poca agua del Bravo -cuando hay- y en cambio, debemos dar mucha agua del Conchos al vecino país. ¿Cómo fue que llegamos hasta este punto?¿Por qué la autoridad del lado mexicano no protesta con la misma severidad, con la que lo hace su contraparte norteamericana, cuando nosotros nos tardamos?


Desde 1848 el Tratado de Guadalupe Hidalgo definió al “río Bravo del Norte” como el límite entre ambos países. Así, nuestra frontera se configuró como un espacio de desigualdades políticas y económicas, en franca desventaja para nuestra nación. Luego, el Tratado de Aguas de 1906 estableció la cantidad de líquido que se entregaría a México anualmente, con la salvedad de que “la entrega…no se consideraría como un reconocimiento de los Estados Unidos, de ningún derecho por parte de México a tales aguas”.

Maestro en Periodismo. Promotor cultural e investigador de la Red Binacional de Estudios Históricos de Juárez

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ivanhistoriador5@gmail.com