Las calles de la ciudad y la noche tienen siempre una historia que narrar, juntos, ambos elementos, cual ingredientes para una receta, dejan los más extraordinarios relatos. En los oscuros callejones se ocultan los más antiguos espíritus y recorren las avenidas y vialidades los demonios que durante el día, inmersos en sus quehaceres mundanos, los mortales simples no son incapaces de apreciar.
Pocos tienen el privilegio de vivir a la penumbra y desentrañar los secretos que la noche oculta. Un selecto grupo de individuos viven las más increíbles historias mientras el resto de nosotros sólo podemos conformarnos con soñarlas o, en el mejor de los casos, escucharles incrédulos.
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Policías, veladores, paramédicos, bomberos y choferes son algunos de los miembros más distinguidos del “club de la noche”. Son ellos quienes juegan ajedrez con los difuntos, beben café con la muerte o discuten de política con alguno que otro demonio. Es precisamente uno de estos selectos personajes, un chofer, quien ha compartido el relato que a continuación paso a narrar.
Eran alrededor de las 03:00 de la madrugada cuando recorriendo las calles de la ciudad de Chihuahua, Jacobo recibió aquella solicitud de viaje por parte de una joven en la colonia Campesina. Estaba cerca del lugar y conocía el barrio, por lo que no fueron realmente muy necesarias las indicaciones de aquella robótica voz femenina que le hablaba desde el celular.
Llegó entonces hasta una modesta casa habitación en donde un hombre de avanzada edad esperaba de pie junto a la puerta. Jacobo bajó la ventana del auto y preguntó a este por el nombre de la joven que había pedido el servicio, a lo cual el individuo, amablemente, contestó que era su hija quien había solicitado el transporte para él.
Aquel hombre abordó entonces y se acomodó en la parte trasera del coche preguntando a su chofer cómo se encontraba:
-Muy bien, gracias a Dios -contestó Jacobo cordialmente a aquel sonriente individuo.
-Hace mucho tiempo que nadie me contestaba con esa frase… gracias a Dios, es importante agradecerle -comentó antes de iniciar una extensa plática sobre la vida, la muerte y el más allá…
Aunque Jacobo estaba hasta cierto punto acostumbrado a este tipo de conversaciones, pues llevaba ya mucho tiempo en el negocio, nunca había podido perder el miedo, pues el tema de las apariciones particularmente siempre le pareció atemorizante.
A casi la mitad de su camino, el pasajero pidió a Jacobo que se desviara una calle del lugar donde el GPS le indicaba, y aunque la petición le pareció extraña, accedió a la indicación de su cliente, pues a fin y al cabo, no terminaría saliendo de la ruta.
Antes de pasar el llamado “Puente Negro”, que cruza el río Chuviscar, el pasajero pidió a su conductor que bajara la velocidad, y procedió a explicar que en cierto negocio de venta de insumos ferreteros, unos conocidos suyos tenían un interesante video en el que se veía como un sujeto aparecía atravesando un muro para luego desvanecerse poco a poco mientras se dirigía rumbo al canal.
Aunque las intenciones del extraño sujeto eran que Jacobo preguntara a los veladores por este hecho, el ya muy temeroso chofer decidió que mejor seguiría su camino, no obstante, al pasar frente a dicho negocio y doblar a la esquina hacia la avenida Tecnológico, el hombre le pidió que por favor lo dejara allí.
Extrañado, Jacobo trató de disuadirlo al notar que faltaba casi medio camino hasta su destino, pero este solo rio y le entregó el monto total del viaje. Pero no fue esto lo que más extraño le pareció al joven, sino la peculiar pregunta que su cliente hizo antes de descender del auto, ya que cuestionó a Jacobo qué haría sí descubriera en ese instante que su pasajero es un fantasma…
Jacobo no supo que decir y solo contestó que seguramente la impresión lo haría tener un accidente y probablemente terminaría siendo un fantasma también el… aunque rio luego de explicar a su pasajero lo dicho, fue realmente más la sensación incómoda lo que le hizo sonreír antes de marcharse y ver como a sus espaldas el hombre caminaba con paso decidido hacia un callejón oscuro…
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Con información de Adrián Berrios
