El legado que heredó Manuel Antonio Miranda Delgado en su nieto Kevin Rojas, es celebrado por el joven de 20 años cada vuelo que dirige hacia el cielo, pues es a él a quien dedica sus horas de vuelo, por haber inculcado la pasión por la aviación a través de modelismo de aviones a escala, y los momentos apasionantes que compartían en el simulador de vuelo, que conoció desde que era un niño pequeño gracias al abuelo.
Manuel Miranda cerró los ojos un 4 de agosto de 2017, al perder la vida por una complicación arterial, lo que cimbró la vida de sus nietos, de quien era muy cercano, siendo Kevin el mayor de ellos, y con quien conoció por primera vez el amor de abuelo.
Con la mirada puesta en el cielo, dedicó parte sus últimas décadas a la construcción de aviones a escala, actividad en la que destacó y era una referencia entre alumnos de algunas universidades de la ciudad de Chihuahua, pues para los proyectos semestrales, los universitarios eran recomendados con Miranda, para que los asesorara. Manuel fue generoso instructor, y compartía sus conocimientos de forma divertida y eficaz, y se enorgullecía de los logros de los muchachos, cuando terminaban sus aviones, y era invitado de honor en los despegues de los aparatos a escala.
Kevin creció admirando al hombre que en su taller, podría transformar madera, motores, cables y otros materiales en aviones que surcaban el cielo dirigidos por un control remoto que sostenía entre sus manos, y de ahí nació su pasión por la aviación, y definió su vocación profesional, al decidirse por la carrera de Piloto Privado de Ala Fija, en el Centro de Desarrollo Aeronáutico de la Universidad Regional del Norte.
“Iba con él a volar aviones a escala en una explanada que hay en la región de El Charco. Me construyó un avión de motor para mí. El legado más importante que me dejó mi abuelo es intentar ser feliz, él disfrutaba cualquier cosa, estar con sus amigos, platicar con nosotros sus nietos, al verlo cómo era con mi abuela”, refirió Kevin, al tiempo que recordaba las tardes de pesca con el abuelo, su hermano y sus primos en la Presa Chihuahua.
Al compartir sobre las fiestas de Día de Muertos, el joven piloto mencionó que a cuatro años de la partida de su abuelo, siempre termina llorando frente a su tumba; pero más allá de la ausencia, le invade un fuerte sentimiento de gratitud con Manuel, por haber sembrado el amor por la aviación.
“A él le dedico todos mis vuelos. De hecho mi primer vuelo fue el primer aniversario de su despedida. Si estuviera ahorita aquí, le diría, ‘Vámonos a cualquier lado que tú quieras. No puedo volar igual como hacía en el simulador, pero ahora puedo volar en un avión y llevarte a ti. Gracias a ti, ya el cielo no es mi límite”, compartió.
Para finalizar, Kevin afirmó que en honor a su abuelo, hace su todo su esfuerzo para mejorar siempre, y amar lo que hace. “Al principio fue en honor a él, adoro practicar, y estar allá arriba (volando un avión) y si él estuviera aquí, me encantaría disfrutar de un Aeroshow, que es lo que tanto le gustaba a él”.
