En el asentamiento Tarahumara Carlos Arroyo que se encuentra dentro del estado de Chihuahua, iniciaron sus celebraciones de Semana Santa a través de su tradicional danza de Los Pintos, la cual es una representación sobre el triunfo del bien y el mal.
La encargada de la representación de este año Matiana Moreno Reyes, originaria de Nararachi en el municipio de Carichí, comentó que la comunidad está conformada por rarámuri originario de diversos municipios.
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Para la celebración de Semana Santa, se realiza una danza en representación a los malos tratos que padecían y como el bien triunfa sobre el mal; esta danza inicia en día jueves donde se “sacrifica” todo lo malo que hay en la comunidad.
“Los Pintos” dibujan manchas circulares en sus cuerpos con pintura blanca que consiguen al mezclar cal con agua, vistiendo sus trajes originales como taparrabos y algunos de ellos representan a los fariseos portando penachos. En esta danza se suele tener música, la cual es interpretada por tambores de cuero, flautines y violines.
Para la danza se debe de tener una mesa donde se coloca comida, la cual debe de haber salido de la siembra como sopa, frijoles, caldo, tortillas de harina y maíz. Asimismo, Los Pintos llevan con ellos dos banderas, una es de color blanco que representa a los hombres blancos que los reprimían y la roja a los soldados que defienden todas las cosas buenas.
Esta danza se realiza durante todo el día jueves, viernes y termina el sábado santo por la tarde, donde proceden a quemar al “Judas”, el cual es representado por un monigote vestido de ropas de mestizo. De esta forma se representa el triunfo del bien sobre el mal.
Además, Matiana comentó que con esta danza se busca que la cosecha y la siembra de ese año sean favorables, esto en beneficio de toda la comunidad, debido a que de estas dos actividades es de lo que depende la subsistencia del pueblo rarámuri.
Es de mencionar que originalmente esta danza es solo para los hombre y niños, sin embargo, es cada vez más común que bailen mujeres y niñas, quienes alternan turnos durante las jornadas de bailes, quienes siguen el ritmo de sus propios tambores.