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“Nunca es tarde para lograr los sueños”, afirma María Concepción García Espino, quien a sus 73 años presentó su examen profesional para obtener el título de Licenciada en Antropología Social.
Conchita, como le dicen de cariño, decidió continuar con sus estudios al jubilarse como empleada federal, inició con la preparatoria nocturna y su gusto por las ciencia sociales la llevaron a ingresar a la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, donde hace ocho días se presentó ante sus tres sinodales para exponer su tesis denominada El proceso de rehabilitación de menores infractores.
Conchita se ha convertido en un ejemplo de esfuerzo y tenacidad, pues aunque afirma que en varias ocasiones estuvo a punto de abandonar la investigación, decidió culminarla a paso lento.
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Tomó un curso propedéutico donde le explicaron en qué consistía la carrera, el campo de trabajo. Era algo que ella quería estudiar. En el 2010 terminó de cursar las materias.
Para el 2011 ya estaba en el desarrollo de la tesis, sin embargo tuvo que enfrentar varios dificultades, primero debido a que el asesor que le asignaron no tuvo el tiempo para guiarla y al final se le recomendó buscar a otro.
Conchita incluso tomó el curso para elaborar la tesis, pero los asesores no tenían el tiempo para ayudarla, pues desarrollaban investigación fuera de la escuela y de la ciudad. Fue entonces que en la Ciudad de México una doctora en Antropología empezó a guiarla en el proceso investigativo. Presentó la tesis pero se la regresaron bajo el argumento que hacía falta extender el campo de investigación.
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Posteriormente, un docente de la ENAH la apoyó para concretarla , pero con la pandemia el proceso de retraso en el trabajo de campo en el Cersai Chihuahua, donde el personal la recibió y le facilitó el acceso.
En las instalaciones no se permitía el acceso a cámaras o grabadora, por lo que tenía que anotar y memorizar algunas de las cosas para no perder el detalle de la investigación. “El trabajo de campo fue muy agradable, aprendí mucho tanto del personal como de los mismos internos”.
Doña Conchita afirma que durante el trabajo de campo pudo establecer que aunque en el proceso de rehabilitación se les ayuda a trazar un proyecto de vida, no se les brinda un seguimiento para que puedan concretarlo. En muchos casos, regresan al entorno familiar afectado por la violencia y reinciden en delitos de alto impacto como es violación, robo y homicidio. Sólo les brindan seguimiento a los infractores de externación, que son los que cometen delitos menores, a quienes se les revisa el comportamiento.
“Me siento muy satisfecha con el trabajo que hice. Aprendí mucho en la escuela, de los maestros y de quienes me apoyaron en el Cersai”, relata.
Ahora, Conchita ya está buscando qué más estudiar, por lo que analiza la posibilidad de iniciar una maestría que le ayude a seguir aprendiendo.
