MEOQUI, Chih.- Los restos mortales de Norberto fueron recibidos por una multitud, que al unísono exigía justicia. El pueblo se volcó a las calles para manifestar su solidaridad y apoyo a la familia, pero a la vez mostrar el dolor de la sociedad herida una vez más por la violencia. Gente que sin haber conocido a Norberto salieron a la calle dispuesta a luchar para eliminar el flagelo del secuestro, homicidio, violencia en general.
Tan sólo en Chihuahua hay registro de 2 mil 200 personas desaparecidas, aunado a los miles de personas víctimas de la violencia.
Los restos del joven arribaron al municipio del sur del estado, donde la comunidad lo acogió amorosamente. Desde el ingreso de la caravana, proveniente de Chihuahua, ya la gente aguardaba en la carretera. Una carroza en color blanco de la Funeraria Rodríguez fue la destinada para transportar la urna con los restos mortales de Junior, los cuales fueron entregados por Beto, como le llaman a su padre.
El cortejo fúnebre avanzó hasta llegar al cruce de la calle Ferrocarril y Aldama, donde inició la valla humana, conformada por cientos de personas hasta llegar al templo de San Pablo Apóstol.
Muchas personas que sin haberle visto el rostro se dieron cita para acompañar a la familia. Otras lo conocieron desde pequeño, algunas más en la universidad como la maestra Irma Yolanda Nava, directora académica de la carrera de Mercadotecnia de la Universidad del Pedregal, quien viajó a Meoqui para estar con Norelia y Aarón, madre y hermano de Norberto, así como con mamá Rosita, abuela materna del joven. “Tiene que valer la pena tanto dolor, los jóvenes están enojados y muchas personas están dispuestas a dar la batalla a la violencia. No deben de perder sus sueños, tienen que seguir adelante porque el país lo necesita”, comentó.
A lo largo de la valla de un kilómetro aproximadamente se congregó la gente del pueblo y de municipios aledaños, la mayoría vestida de blanco, algunos con camisetas con la imagen de Norberto y la leyenda “Amigo Norberto te queremos y extrañamos”. Entre gritos coreaban el nombre de Norberto, a la vez que exigían justicia y paz mientras agitaban pañuelos, globos e incluso bolsas de plástico de color blanco.
Conforme fueron avanzando la gente se incorporaba a la procesión. La carroza viró por la calle Juan Escutia, hasta llegar al templo, donde ya lo esperaba el pueblo.
En el atrio del templo, se encontraba el sacerdote, quien dio la bienvenida a la casa del Padre, no sin antes recibir el agradecimiento de la madre por la jornada de oración que se realizó para que Norberto regresara a casa.
Desde la iglesia, ubicada frente a la Plaza de la Constitución, se podía observar el moño negro que fue colocado en la entrada, en señal de duelo.
La secretaria del Ayuntamiento, Miriam Soto, destacó que se decretó luto en el municipio por la consternación, además hizo un llamado no sólo a los meoquenses, sino a todo el país para ser una ciudadanía informada y participativa, a la vez que afirmó que el Ayuntamiento seguirá apoyando a Norelia para que la lucha contra la violencia persista.
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