/ sábado 10 de octubre de 2020

Víctima del Club Pollo cambió de domicilio por temor a represalias

Por redes sociales cayó en garras de pederasta, a quien realizarán pruebas ya que al parecer existen casos de VIH entre los afectados

Nunca se imaginó que al navegar por redes sociales terminaría esclavizándose a una red de pederastas y tratantes de menores, donde duró por lo menos cuatro años consecutivos, obligado y amenazado por Jaime Avelino M.O., a quien reconoce y apoda como Hugo Martínez, quien lo ingresó a este mundo clandestino, donde las drogas, dinero y las prácticas sexuales eran casi a diario.

Para conocer la historia de a quien nombraremos la víctima “A”, quien estuvo en contacto con El Heraldo de Chihuahua, se reservará su identidad y demás datos vulnerables, por el temor que mantiene de recibir actos de represalia por parte de los integrantes del club, pues refiere que incluso tuvo que cambiar de domicilio, perfiles y otros mecanismos de privacidad para poder desincorporarse de esta red.

¿Cuándo comenzó tu historia?

A.- Actualmente tengo 22 años, mi historia inició entre el 2013 aproximadamente, cuando tenía 13 o 14 años de edad, siempre he vivido en la ciudad de Chihuahua.

¿Qué pasó?

A.- Por experimentar y querer ver qué me gustaba, a los 14 años comencé a buscar páginas tanto hetero como de gays, las páginas a las que me suscribí en Facebook eran de solteros o encuentros en Chihuahua. Yo daba “like” a publicaciones, en un día me contactó Hugo Martínez desde esos grupos, cuando me contactó duré una semana hablando en redes sociales, no me dijo quién era ni su nombre, lo único que me decía es: ¿Quieres información de mí? Te la doy si nos vemos.

¿Se citaron para verse o cómo supiste más de él?

A.- A la semana quedé de verme con él, en el parque Lerdo como las cinco de la tarde, llegó en un Chevy azul, cuando me subí al auto me agarró la pierna izquierda, me dijo que íbamos a un lugar a platicar; fuimos a un motel.

¿Qué pensaste en el momento?

A.- Decía por qué vamos a un motel..., no sabía, me dijo que íbamos a platicar a un lugar seguro, pero cuando llegamos al motel, por la presa Chihuahua, entramos directo al lugar, ya tenía todo listo, tenía cerveza, papitas y dulces.

Yo quería platicar, no tener sexo, él se metió al baño e inhaló cocaína, cuando salió traía la nariz llena de polvo blanco, me dijo: Quítate la ropa..., me dijo: Hazme sexo oral..., le dije no y se puso agresivo, después me desvestí y me marcaron de mi casa, cuando le dije: No voy a hacer nada empezó agresivo.

¿Qué hiciste?

A.- Me cambié y me fui, salí caminando del motel, no me dijeron nada a pesar de que me veía niño, después se acercó al vehículo.

¿Te llevó?

A.- Sí, vivía con mis padres. Se quedó callado, no me dijo nada, fue una seriedad intensa, lo bloquee de mis contactos y a la semana me manda mensaje... Que lo disculpara, que quería que fuéramos amigos, y otras cosas, para atraerme.

¿Lo aceptaste?

A.- Sí, tontamente le creí, ahora nos quedamos de ver en una preparatoria en la 1° de Mayo, ese día llegó en una camioneta, cuando subí lo primero que vi fue un arma debajo del volante, le pregunté y me dijo que era para seguridad.

¿No te dio miedo seguir con él?

A.- Ya no podía hacer nada, volteé hacia atrás y vi a dos niños, entre 8 a 12 años, no los conocía, fueron a un motel, entramos directo, no nos revisaron, bajaron las cortinas y veníamos los tres menores.

En esta ocasión había cocaína preparada en líneas, lo único que nos dijo: Pónganse en “4” y empezó a penetrar al primero; esta persona nunca utilizó preservativo, lubricante, condones... su satisfacción era ver sufrir a los niños cuando los penetraba, los sangraba, lloraban, todas esas cosas lo calentaban y hacía cosas peores.

¿Nadie le decía nada?

A.- No, y así estuvo agrediéndonos a los tres al mismo tiempo, en el proceso tomaba videos del acto, diciendo que los nuevos pollos han sido “bautizados”.

¿Qué pasó después de eso?

A.- No supe qué pasó, perdimos el conocimiento, creo que algo nos echó, porque amanecí en mi casa, recluta a los pollitos, los vuelve parte del club y viene la parte del odio, los droga, ve dónde viven y los graba para extorsionarlos, los fotografía, desnuda y con esa carpeta los mantiene amenazados.

¿Por qué no avisaste a las autoridades o padres?

A.- No es tan sencillo, te amenazan, incluso tienes permitido tres amenazas que van subiendo de nivel, llega desde la difusión de videos con él a tus familiares, hasta la muerte; yo sólo llegué a la primera y tuve que cambiar toda mi vida porque era un temor que no se lo deseo a nadie.

¿Qué pasó después?

A.- Entendí que me había metido en algo muy grande y que no podía salir, después comenzó a pedirnos que le lleváramos niños, nos ofrecía entre 3 mil a 4 mil pesos por niño, entre más menores más era la paga, era aceptar sí porque sí, porque te amenazaba y a tu familia. Yo metí entre 10 a 20 niños en todo estos años.

¿Cómo elegían a las víctimas?

A.- Era algo sencillo, como él lo hizo con nosotros, ya sabíamos identificar a los niños, son gente solitaria, de todos los estatus sociales, y siempre quería que fueran delgados y altos, con problemas sociales, sin amigos, los que sólo están en redes sociales, con problemas en casa.

Usábamos perfiles falsos, adquiríamos la actitud y preferencias de los niños para tener un acercamiento, después les ofrecíamos dinero para que le bailaran a una persona y es cuando en realidad los “bautizaban”.

¿Qué hacían con tanto niño y cómo no lo descubrían los padres?

A.- Con todos los niños tuvo relaciones sexuales, quería tener a diario un niño, eran decenas de personas que le llevaban niños, yo era uno de ellos, porque pensábamos que estábamos bien, creíamos en una falsa realidad que nos creó desde pequeños.

No se les decía qué iban a hacer, se les vendaban los ojos, cuando se bajaba la cortina se bajaban los niños y se les explicaba qué iban a hacer y se les amenazaba a ellos y si decían algo a sus familiares.

Llegamos a estar hasta 20 niños en una habitación con él, tiene videos con todos nosotros, y los padres no se daban cuenta porque los niños decían que se quedarían en casa de un amigo, que irán de viaje... y duraban de uno a dos días continuos en estas instalaciones.

¿Qué más hacían, además del reclutamiento?

A.- Nos comenzaron a conectar con otras personas, recibíamos mensajes que si queríamos dinero y nos mandaban mensaje, acordábamos de vernos en un hotel y ahí llegaba una persona y nos decía “pollo” y nosotros contestábamos “pollo” y nos metíamos a un cuarto en algunos hoteles del centro de la ciudad.

También hacía fiestas con tickets, se pagaban de 5 mil hasta 50 mil pesos en esos eventos, se hacían en casas de renta, siempre veía la forma de sacar más dinero de todos nosotros, así como la venta del material pornográfico.

Todo lo que la víctima “A” confesó a El Heraldo de Chihuahua fueron vivencias que él mismo protagonizó y que le constan porque estuvo entre el círculo cercano de Hugo Martínez y actualmente teme que un juez lo pueda dejar en libertad, y por consecuencia lo priven de la vida por haber hecho la denuncia pública.

Asegura que las vivencias y anécdotas que recuerda en casi cuatro años de pertenecer al Club Pollo fueron superadas luego de que logró entablar una relación estable y a través de ayuda psiquiátrica, donde dijo que comprendió que lo que hacía no era lo adecuado y fue cuando decidió denunciar los hechos.



Nunca se imaginó que al navegar por redes sociales terminaría esclavizándose a una red de pederastas y tratantes de menores, donde duró por lo menos cuatro años consecutivos, obligado y amenazado por Jaime Avelino M.O., a quien reconoce y apoda como Hugo Martínez, quien lo ingresó a este mundo clandestino, donde las drogas, dinero y las prácticas sexuales eran casi a diario.

Para conocer la historia de a quien nombraremos la víctima “A”, quien estuvo en contacto con El Heraldo de Chihuahua, se reservará su identidad y demás datos vulnerables, por el temor que mantiene de recibir actos de represalia por parte de los integrantes del club, pues refiere que incluso tuvo que cambiar de domicilio, perfiles y otros mecanismos de privacidad para poder desincorporarse de esta red.

¿Cuándo comenzó tu historia?

A.- Actualmente tengo 22 años, mi historia inició entre el 2013 aproximadamente, cuando tenía 13 o 14 años de edad, siempre he vivido en la ciudad de Chihuahua.

¿Qué pasó?

A.- Por experimentar y querer ver qué me gustaba, a los 14 años comencé a buscar páginas tanto hetero como de gays, las páginas a las que me suscribí en Facebook eran de solteros o encuentros en Chihuahua. Yo daba “like” a publicaciones, en un día me contactó Hugo Martínez desde esos grupos, cuando me contactó duré una semana hablando en redes sociales, no me dijo quién era ni su nombre, lo único que me decía es: ¿Quieres información de mí? Te la doy si nos vemos.

¿Se citaron para verse o cómo supiste más de él?

A.- A la semana quedé de verme con él, en el parque Lerdo como las cinco de la tarde, llegó en un Chevy azul, cuando me subí al auto me agarró la pierna izquierda, me dijo que íbamos a un lugar a platicar; fuimos a un motel.

¿Qué pensaste en el momento?

A.- Decía por qué vamos a un motel..., no sabía, me dijo que íbamos a platicar a un lugar seguro, pero cuando llegamos al motel, por la presa Chihuahua, entramos directo al lugar, ya tenía todo listo, tenía cerveza, papitas y dulces.

Yo quería platicar, no tener sexo, él se metió al baño e inhaló cocaína, cuando salió traía la nariz llena de polvo blanco, me dijo: Quítate la ropa..., me dijo: Hazme sexo oral..., le dije no y se puso agresivo, después me desvestí y me marcaron de mi casa, cuando le dije: No voy a hacer nada empezó agresivo.

¿Qué hiciste?

A.- Me cambié y me fui, salí caminando del motel, no me dijeron nada a pesar de que me veía niño, después se acercó al vehículo.

¿Te llevó?

A.- Sí, vivía con mis padres. Se quedó callado, no me dijo nada, fue una seriedad intensa, lo bloquee de mis contactos y a la semana me manda mensaje... Que lo disculpara, que quería que fuéramos amigos, y otras cosas, para atraerme.

¿Lo aceptaste?

A.- Sí, tontamente le creí, ahora nos quedamos de ver en una preparatoria en la 1° de Mayo, ese día llegó en una camioneta, cuando subí lo primero que vi fue un arma debajo del volante, le pregunté y me dijo que era para seguridad.

¿No te dio miedo seguir con él?

A.- Ya no podía hacer nada, volteé hacia atrás y vi a dos niños, entre 8 a 12 años, no los conocía, fueron a un motel, entramos directo, no nos revisaron, bajaron las cortinas y veníamos los tres menores.

En esta ocasión había cocaína preparada en líneas, lo único que nos dijo: Pónganse en “4” y empezó a penetrar al primero; esta persona nunca utilizó preservativo, lubricante, condones... su satisfacción era ver sufrir a los niños cuando los penetraba, los sangraba, lloraban, todas esas cosas lo calentaban y hacía cosas peores.

¿Nadie le decía nada?

A.- No, y así estuvo agrediéndonos a los tres al mismo tiempo, en el proceso tomaba videos del acto, diciendo que los nuevos pollos han sido “bautizados”.

¿Qué pasó después de eso?

A.- No supe qué pasó, perdimos el conocimiento, creo que algo nos echó, porque amanecí en mi casa, recluta a los pollitos, los vuelve parte del club y viene la parte del odio, los droga, ve dónde viven y los graba para extorsionarlos, los fotografía, desnuda y con esa carpeta los mantiene amenazados.

¿Por qué no avisaste a las autoridades o padres?

A.- No es tan sencillo, te amenazan, incluso tienes permitido tres amenazas que van subiendo de nivel, llega desde la difusión de videos con él a tus familiares, hasta la muerte; yo sólo llegué a la primera y tuve que cambiar toda mi vida porque era un temor que no se lo deseo a nadie.

¿Qué pasó después?

A.- Entendí que me había metido en algo muy grande y que no podía salir, después comenzó a pedirnos que le lleváramos niños, nos ofrecía entre 3 mil a 4 mil pesos por niño, entre más menores más era la paga, era aceptar sí porque sí, porque te amenazaba y a tu familia. Yo metí entre 10 a 20 niños en todo estos años.

¿Cómo elegían a las víctimas?

A.- Era algo sencillo, como él lo hizo con nosotros, ya sabíamos identificar a los niños, son gente solitaria, de todos los estatus sociales, y siempre quería que fueran delgados y altos, con problemas sociales, sin amigos, los que sólo están en redes sociales, con problemas en casa.

Usábamos perfiles falsos, adquiríamos la actitud y preferencias de los niños para tener un acercamiento, después les ofrecíamos dinero para que le bailaran a una persona y es cuando en realidad los “bautizaban”.

¿Qué hacían con tanto niño y cómo no lo descubrían los padres?

A.- Con todos los niños tuvo relaciones sexuales, quería tener a diario un niño, eran decenas de personas que le llevaban niños, yo era uno de ellos, porque pensábamos que estábamos bien, creíamos en una falsa realidad que nos creó desde pequeños.

No se les decía qué iban a hacer, se les vendaban los ojos, cuando se bajaba la cortina se bajaban los niños y se les explicaba qué iban a hacer y se les amenazaba a ellos y si decían algo a sus familiares.

Llegamos a estar hasta 20 niños en una habitación con él, tiene videos con todos nosotros, y los padres no se daban cuenta porque los niños decían que se quedarían en casa de un amigo, que irán de viaje... y duraban de uno a dos días continuos en estas instalaciones.

¿Qué más hacían, además del reclutamiento?

A.- Nos comenzaron a conectar con otras personas, recibíamos mensajes que si queríamos dinero y nos mandaban mensaje, acordábamos de vernos en un hotel y ahí llegaba una persona y nos decía “pollo” y nosotros contestábamos “pollo” y nos metíamos a un cuarto en algunos hoteles del centro de la ciudad.

También hacía fiestas con tickets, se pagaban de 5 mil hasta 50 mil pesos en esos eventos, se hacían en casas de renta, siempre veía la forma de sacar más dinero de todos nosotros, así como la venta del material pornográfico.

Todo lo que la víctima “A” confesó a El Heraldo de Chihuahua fueron vivencias que él mismo protagonizó y que le constan porque estuvo entre el círculo cercano de Hugo Martínez y actualmente teme que un juez lo pueda dejar en libertad, y por consecuencia lo priven de la vida por haber hecho la denuncia pública.

Asegura que las vivencias y anécdotas que recuerda en casi cuatro años de pertenecer al Club Pollo fueron superadas luego de que logró entablar una relación estable y a través de ayuda psiquiátrica, donde dijo que comprendió que lo que hacía no era lo adecuado y fue cuando decidió denunciar los hechos.



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