/ sábado 21 de mayo de 2022

Antes que se nos olvide | Al maestro, con cariño

Por: Carlos A. Esparza Deister

El domingo pasado se festejó el Día del Maestro, profesión primordial en nuestra sociedad, pero en ocasiones minimizada, hasta por gobernantes, algunos no reconocen su labor, les pagan poco y el trabajo es mucho, aunque ahora en el marco de su día, incrementaron el sueldo, según dijeron autoridades de la SEP, en promedio será un 7.5%, lo cual es muy positivo. Unos dicen que ser profesor es fácil, basándose principalmente, en que salen temprano, tienen semana inglesa, días festivos al por mayor y vacaciones continuas, puede ser, sin embargo, ser maestro de educación básica es complicado y conlleva una gran responsabilidad (claro, también en otros niveles), pero lidiar con el temperamento de diversos niños no es tarea sencilla, además, ahora deben ser muy cuidadosos cuando llaman la atención, pues una sola palabra que se malinterprete se puede convertir en un grave problema. Antes hasta tenían la facultad de dar tablazos a quien se portara mal, actualmente es algo muy delicado. Así mismo, tienen que lidiar con el carácter difícil de varios padres de familia, que en ocasiones son altaneros y hasta piensan que el profesor, tiene que encargarse totalmente de la educación de su hijo, entonces desatiende casi por completo la formación de su hijo, dentro y fuera de la escuela.

Hay extraordinarios maestros, con vocación, paciencia y empatía, pero hay otros que literalmente sólo van por el pago y les vale un comino si el niño está aprendiendo o no, carecen de aptitudes docentes, hasta van de mal humor, pues no disfrutan su trabajo. Durante mi educación básica, que transcurrió en Santa Bárbara y Parral, tuve profesores excelentes, otros no tanto, obviamente a los que se recuerda con aprecio, es a los primeros. Como Antonio Sánchez, mi profesor en primer y cuarto grado. Al ingresar a primaria, estaba en el turno vespertino, con Licha, maestra de la vieja guardia, demasiado estricta. Al ponernos a escribir la clásica plana de bolita, palito y cruz, detectó que escribía con la mano izquierda, forzándome a hacerlo con la diestra, sin chistar acaté la orden. Días después, me cambiaron al turno de la mañana con el citado profesor, quien era algo estricto, pero con gran calidad humana. Tengo sangre de vendedor por mi papá, como no había bebederos en la escuela, se me ocurrió llevar un pequeño garrafón con agua fresca para vender en vasitos, imagino que al maestro le hizo gracia, entonces me daba unos minutitos para hacer “negocios” en el salón. Tiempo después, ya en cuarto año, me pasó al pizarrón, a escribir esta frase “Haz bonita letra”, creo detectó que escribía mal, quizá porque me forzaron a escribir con la derecha, obviamente eso él no lo sabía, escribí lo que me dijo en la parte baja del pizarrón, al terminar, me felicitó frente al grupo, pues consideró que lo había hecho muy bien y pidió que cuando borraran el pizarrón dejaran mi escrito, el cual permaneció casi todo el año, hasta que un despistado lo borró. Lo anterior, para un niño es muy gratificante, me dio mayor seguridad y por supuesto mejoré mi letra. En secundaria, recuerdo con afecto, a un profesor singular, Ricardo Solís, impartía Ciencias Naturales, amaba el entorno de los médicos, siempre iba vestido totalmente de blanco, desde sus zapatos hasta la camisa, todo era blanco, hasta su carro, un Datsuncito. setenta y tantos. En preparatoria, ya en Parral, conocí a Jorge Peña, que me acercó aún más a los libros, impartía Etimología y otras materias. Además de profesor, dentista y karateka cinta negra, con treinta y tantos, lucía jovial, quizá eso daba confianza a sus alumnos, bromeaba con todos, pero cuando lo hacían enojar, cuidado. Ya en Chihuahua, en la URN, tuve la fortuna de tener extraordinarios maestros, como Mary Carmen Pérez y Lupita Salas, entre otros, por cuestión de espacio no puedo extenderme, pero tuve la fortuna de tener excelentes maestros.

Y usted, ¿qué profesores recuerda con cariño?


Sígame en Face: @Antes que se nos Olvide

esparzadeister@gmail.com


Por: Carlos A. Esparza Deister

El domingo pasado se festejó el Día del Maestro, profesión primordial en nuestra sociedad, pero en ocasiones minimizada, hasta por gobernantes, algunos no reconocen su labor, les pagan poco y el trabajo es mucho, aunque ahora en el marco de su día, incrementaron el sueldo, según dijeron autoridades de la SEP, en promedio será un 7.5%, lo cual es muy positivo. Unos dicen que ser profesor es fácil, basándose principalmente, en que salen temprano, tienen semana inglesa, días festivos al por mayor y vacaciones continuas, puede ser, sin embargo, ser maestro de educación básica es complicado y conlleva una gran responsabilidad (claro, también en otros niveles), pero lidiar con el temperamento de diversos niños no es tarea sencilla, además, ahora deben ser muy cuidadosos cuando llaman la atención, pues una sola palabra que se malinterprete se puede convertir en un grave problema. Antes hasta tenían la facultad de dar tablazos a quien se portara mal, actualmente es algo muy delicado. Así mismo, tienen que lidiar con el carácter difícil de varios padres de familia, que en ocasiones son altaneros y hasta piensan que el profesor, tiene que encargarse totalmente de la educación de su hijo, entonces desatiende casi por completo la formación de su hijo, dentro y fuera de la escuela.

Hay extraordinarios maestros, con vocación, paciencia y empatía, pero hay otros que literalmente sólo van por el pago y les vale un comino si el niño está aprendiendo o no, carecen de aptitudes docentes, hasta van de mal humor, pues no disfrutan su trabajo. Durante mi educación básica, que transcurrió en Santa Bárbara y Parral, tuve profesores excelentes, otros no tanto, obviamente a los que se recuerda con aprecio, es a los primeros. Como Antonio Sánchez, mi profesor en primer y cuarto grado. Al ingresar a primaria, estaba en el turno vespertino, con Licha, maestra de la vieja guardia, demasiado estricta. Al ponernos a escribir la clásica plana de bolita, palito y cruz, detectó que escribía con la mano izquierda, forzándome a hacerlo con la diestra, sin chistar acaté la orden. Días después, me cambiaron al turno de la mañana con el citado profesor, quien era algo estricto, pero con gran calidad humana. Tengo sangre de vendedor por mi papá, como no había bebederos en la escuela, se me ocurrió llevar un pequeño garrafón con agua fresca para vender en vasitos, imagino que al maestro le hizo gracia, entonces me daba unos minutitos para hacer “negocios” en el salón. Tiempo después, ya en cuarto año, me pasó al pizarrón, a escribir esta frase “Haz bonita letra”, creo detectó que escribía mal, quizá porque me forzaron a escribir con la derecha, obviamente eso él no lo sabía, escribí lo que me dijo en la parte baja del pizarrón, al terminar, me felicitó frente al grupo, pues consideró que lo había hecho muy bien y pidió que cuando borraran el pizarrón dejaran mi escrito, el cual permaneció casi todo el año, hasta que un despistado lo borró. Lo anterior, para un niño es muy gratificante, me dio mayor seguridad y por supuesto mejoré mi letra. En secundaria, recuerdo con afecto, a un profesor singular, Ricardo Solís, impartía Ciencias Naturales, amaba el entorno de los médicos, siempre iba vestido totalmente de blanco, desde sus zapatos hasta la camisa, todo era blanco, hasta su carro, un Datsuncito. setenta y tantos. En preparatoria, ya en Parral, conocí a Jorge Peña, que me acercó aún más a los libros, impartía Etimología y otras materias. Además de profesor, dentista y karateka cinta negra, con treinta y tantos, lucía jovial, quizá eso daba confianza a sus alumnos, bromeaba con todos, pero cuando lo hacían enojar, cuidado. Ya en Chihuahua, en la URN, tuve la fortuna de tener extraordinarios maestros, como Mary Carmen Pérez y Lupita Salas, entre otros, por cuestión de espacio no puedo extenderme, pero tuve la fortuna de tener excelentes maestros.

Y usted, ¿qué profesores recuerda con cariño?


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