/ miércoles 6 de diciembre de 2017

El  candidato Meade, ¿sin compromiso priista?

El sistema político mexicano tiene más salidas que una ratonera, ni duda cabe. Seguramente debido a esas muchas salidas es que a tiempo percibe los riesgos que en un momento  dado acechan la ratonera.

Desde agosto pasado, el sistema priista dio el siguiente paso: como partido político modificó sus estatutos en previsión de tener que lanzar un candidato a la Presidencia de la República sin militancia priista. Lo anterior lo hizo el partido gobernante aunque resulte  difícil quitarle de la cabeza a los mexicanos  que Meade Curibreña, ya candidato oficial del Partido Revolucionario Institucional, merced a esas reformas y al margen de su corazón panista, ha sido por sexenios, partícipe y   ejecutor de la política económica neoliberal que tanto ha golpeado a los millones de hogares mexicanos. Incluso que desde la Secretaría de Hacienda, sin estar muy a la vista, ha sancionado la erogación de miles de millones de pesos que han alimentado la corrupción y la  impunidad.

El presidente de la república, Enrique Peña Nieto, a la cabeza de su partido ha hecho conciencia de la crisis política y de credibilidad   en que se encuentra sumido el partido gobernante,  incluidos todos los  cuadros que  han representado al sistema desde distintos niveles de la administración pública. Por décadas,   todos han participado en la corrupción, en propiciar la impunidad,  cobijados por todo el aparato gobernante como partícipes o como tapaderas.

A pesar de eso, cada final de sexenio se despiertan ambiciones políticas en todos los que sirven en el gabinete, pero  los disciplinan recordándoles los expedientes que les integran a lo largo de su desempeño en puestos públicos. De allí la aceptación sin “CHISTAR” de un candidato sin militancia partidaria, sin trabajo político entre las masas, poco visto,  sacado de los encierros del despacho, a la candidatura.

 El pueblo mexicano, no obstante los sacrificios, especialmente económicos a que lo ha sometido esta clase gobernante,  no los ha desplazado del poder, debido a los monstruosos fraudes electorales cometidos fundamentalmente a partir de la elección de 1988, sin incluir los de los procesos electorales más recientes.   

Esta crisis también  la propiciaron desde hace décadas estos gobernantes que han aplicado una política neoliberal a rajatabla fundamentalmente en lo económico, sin reparar en la miseria que sin cesar está golpeando a millones de mexicanos, independientemente de la entrega al gran capital nacional y extranjero de los recursos naturales del país, hasta el punto en que millones de mexicanos hoy están rechazando el sistema.

 Por todo lo anterior, al sistema le era necesario buscar en sus filas al menos visto como partícipe de corruptelas ante la ciudadanía, con menos cargos, sin perder de vista que ante los mexicanos está claro que muchas de sus decisiones lo ubican dentro del mismo autoritarismo del propio sistema, es decir, ese purismo político es ficticio tanto como su no militancia  partidista, píldora que nadie con tres dedos de frente podrá tragarse.

Aceptamos que Meade es el menos señalado como partícipe en corruptelas, pero eso no lo libera del cargo de que ha sido y seguirá de apoyador y ejecutor de la política en general  del sistema actual. ¡La mona aunque se vista de seda, mona se queda!

Finalmente, también tenemos que decirlo: tan evidente es el temor de los que gobiernan por la crisis en que han hundido al país, que se están apresurando a legalizar las acciones  que desde el sexenio de Calderón realizan las fuerzas  armadas: tareas policiacas, al  sacarlas de sus cuarteles.

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El sistema político mexicano tiene más salidas que una ratonera, ni duda cabe. Seguramente debido a esas muchas salidas es que a tiempo percibe los riesgos que en un momento  dado acechan la ratonera.

Desde agosto pasado, el sistema priista dio el siguiente paso: como partido político modificó sus estatutos en previsión de tener que lanzar un candidato a la Presidencia de la República sin militancia priista. Lo anterior lo hizo el partido gobernante aunque resulte  difícil quitarle de la cabeza a los mexicanos  que Meade Curibreña, ya candidato oficial del Partido Revolucionario Institucional, merced a esas reformas y al margen de su corazón panista, ha sido por sexenios, partícipe y   ejecutor de la política económica neoliberal que tanto ha golpeado a los millones de hogares mexicanos. Incluso que desde la Secretaría de Hacienda, sin estar muy a la vista, ha sancionado la erogación de miles de millones de pesos que han alimentado la corrupción y la  impunidad.

El presidente de la república, Enrique Peña Nieto, a la cabeza de su partido ha hecho conciencia de la crisis política y de credibilidad   en que se encuentra sumido el partido gobernante,  incluidos todos los  cuadros que  han representado al sistema desde distintos niveles de la administración pública. Por décadas,   todos han participado en la corrupción, en propiciar la impunidad,  cobijados por todo el aparato gobernante como partícipes o como tapaderas.

A pesar de eso, cada final de sexenio se despiertan ambiciones políticas en todos los que sirven en el gabinete, pero  los disciplinan recordándoles los expedientes que les integran a lo largo de su desempeño en puestos públicos. De allí la aceptación sin “CHISTAR” de un candidato sin militancia partidaria, sin trabajo político entre las masas, poco visto,  sacado de los encierros del despacho, a la candidatura.

 El pueblo mexicano, no obstante los sacrificios, especialmente económicos a que lo ha sometido esta clase gobernante,  no los ha desplazado del poder, debido a los monstruosos fraudes electorales cometidos fundamentalmente a partir de la elección de 1988, sin incluir los de los procesos electorales más recientes.   

Esta crisis también  la propiciaron desde hace décadas estos gobernantes que han aplicado una política neoliberal a rajatabla fundamentalmente en lo económico, sin reparar en la miseria que sin cesar está golpeando a millones de mexicanos, independientemente de la entrega al gran capital nacional y extranjero de los recursos naturales del país, hasta el punto en que millones de mexicanos hoy están rechazando el sistema.

 Por todo lo anterior, al sistema le era necesario buscar en sus filas al menos visto como partícipe de corruptelas ante la ciudadanía, con menos cargos, sin perder de vista que ante los mexicanos está claro que muchas de sus decisiones lo ubican dentro del mismo autoritarismo del propio sistema, es decir, ese purismo político es ficticio tanto como su no militancia  partidista, píldora que nadie con tres dedos de frente podrá tragarse.

Aceptamos que Meade es el menos señalado como partícipe en corruptelas, pero eso no lo libera del cargo de que ha sido y seguirá de apoyador y ejecutor de la política en general  del sistema actual. ¡La mona aunque se vista de seda, mona se queda!

Finalmente, también tenemos que decirlo: tan evidente es el temor de los que gobiernan por la crisis en que han hundido al país, que se están apresurando a legalizar las acciones  que desde el sexenio de Calderón realizan las fuerzas  armadas: tareas policiacas, al  sacarlas de sus cuarteles.