/ martes 13 de octubre de 2020

En homenaje al doctor Mario Molina

Hay inteligencias que prestan su actuar al egoísmo. Hay otras en cambio, que se vuelven generosas y se entregan por completo a la humanidad. Justo dentro de esta clase de personas se encuentra el doctor Mario Molina.

El debilitamiento de la capa de ozono es uno de los más grandes problemas planetarios, lo que sabemos de las causas de su deterioro y las formas de reducir los daños en gran parte lo debemos al trabajo del gran científico mexicano.

El siete de octubre del presente año, tuvimos la triste noticia de su fallecimiento. Sin duda un enorme pesar para su familia y seres cercanos, pero también por la humanidad completa por perder uno de sus científicos más preclaros.

El propio Molina narra cómo su infancia se vio influenciada por la lectura y la música. Si bien su camino por la ciencia lo hizo trascender, su formación inicial en las humanidades la acompañó siempre, su afición por la lectura le despertó la imaginación y la capacidad de asombro, en tanto que la música, esa especie de matemáticas vueltas arte, le nutrieron la capacidad de encontrar de encontrar patrones y elevar su capacidad de encontrar la abstracción.

El doctor Molina cursó sus estudios de licenciatura en la UNAM, sin embargo, la falta de una infraestructura a la altura de sus expectativas lo decidieron a dejar el país. Uno entre muchos casos de nuestra difícil realidad. Sin embargo, jamás se mantuvo de la realidad nacional y siempre fue solidario con las universidades, centros de investigación y colegas. Además ejerció su papel como parte de la conciencia crítica nacional. Sólo para mencionar su generosidad, está el Centro Mario Molina que aborda estudios estratégicos para el medio ambiente. En 2006 los chihuahuense contamos con el privilegio de su visita, donde impartió una conferencia.

También recibió el galardón Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, siempre fue un activo promotor de las acciones para mitigar el impacto ambiental.

Alguna vez dijo: “Los científicos pueden plantear los problemas que afectarán al medio ambiente con base a la experiencia disponible, pero su solución no es responsabilidad de los científicos, es de toda la sociedad”. Esto tiene enorme resonancia para las universidades, los objetivos del desarrollo sostenible de la ONU ahí están con un diagnóstico claro y preciso, más aún, con las acciones pequeñas y a gran escala que debemos hacer. Si queremos un mejor planeta, comprometerse con ellos no es opcional, sino obligatorio. El ejemplo de Molina es inspirador, la mejor manera de honrar su memoria es cuidar el planeta.

Hay inteligencias que prestan su actuar al egoísmo. Hay otras en cambio, que se vuelven generosas y se entregan por completo a la humanidad. Justo dentro de esta clase de personas se encuentra el doctor Mario Molina.

El debilitamiento de la capa de ozono es uno de los más grandes problemas planetarios, lo que sabemos de las causas de su deterioro y las formas de reducir los daños en gran parte lo debemos al trabajo del gran científico mexicano.

El siete de octubre del presente año, tuvimos la triste noticia de su fallecimiento. Sin duda un enorme pesar para su familia y seres cercanos, pero también por la humanidad completa por perder uno de sus científicos más preclaros.

El propio Molina narra cómo su infancia se vio influenciada por la lectura y la música. Si bien su camino por la ciencia lo hizo trascender, su formación inicial en las humanidades la acompañó siempre, su afición por la lectura le despertó la imaginación y la capacidad de asombro, en tanto que la música, esa especie de matemáticas vueltas arte, le nutrieron la capacidad de encontrar de encontrar patrones y elevar su capacidad de encontrar la abstracción.

El doctor Molina cursó sus estudios de licenciatura en la UNAM, sin embargo, la falta de una infraestructura a la altura de sus expectativas lo decidieron a dejar el país. Uno entre muchos casos de nuestra difícil realidad. Sin embargo, jamás se mantuvo de la realidad nacional y siempre fue solidario con las universidades, centros de investigación y colegas. Además ejerció su papel como parte de la conciencia crítica nacional. Sólo para mencionar su generosidad, está el Centro Mario Molina que aborda estudios estratégicos para el medio ambiente. En 2006 los chihuahuense contamos con el privilegio de su visita, donde impartió una conferencia.

También recibió el galardón Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, siempre fue un activo promotor de las acciones para mitigar el impacto ambiental.

Alguna vez dijo: “Los científicos pueden plantear los problemas que afectarán al medio ambiente con base a la experiencia disponible, pero su solución no es responsabilidad de los científicos, es de toda la sociedad”. Esto tiene enorme resonancia para las universidades, los objetivos del desarrollo sostenible de la ONU ahí están con un diagnóstico claro y preciso, más aún, con las acciones pequeñas y a gran escala que debemos hacer. Si queremos un mejor planeta, comprometerse con ellos no es opcional, sino obligatorio. El ejemplo de Molina es inspirador, la mejor manera de honrar su memoria es cuidar el planeta.