/ miércoles 24 de enero de 2024

Fraseario | 4T: De la autonomía a la sumisión


A estas alturas del sexenio, queda claro que la 4T de Andrés Manuel López Obrador es sinónimo de sometimiento ante el presidente de la república.

Que eso sea una realidad no es sorpresa porque, desde el inicio de su gobierno, el presidente López Obrador ha preferido a quienes tienen 10 por ciento de capacidad y 90 por ciento de lealtad, requisitos que, en definitiva, son fiel reflejo de lo que en realidad suponía su proyecto de transformación nacional.

Aprovechándose de nuestra endeble democracia y del hartazgo de los mexicanos con los partidos tradicionales, López Obrador encontró la forma de transformar a México en beneficio propio, a partir de un régimen populista autoritario que -cada vez más- evidencia su proclividad hacia lo antidemocrático, con tendencias totalitarias y fascistas potenciadas por sus fieles (“leales”, les dice él) y sumisos lacayos.

Prueba de ello es que, violando los principios de autonomía y contrapeso previstos en la Constitución, el presidente López Obrador ha intentado “mandar al diablo” a todos los organismos constitucionales autónomos (OCA) que no se sometan a su voluntad presidencialista.

Bien lo advirtió la prestigiosa periodista de investigación, Anabel Hernández: Más vale que en México la sociedad abra bien los ojos y los oídos a la peligrosa transformación que está gestando AMLO y que dista mucho de la propuesta política democrática que lo llevó a ganar las elecciones en 2018.

¡Pero bueno!, como hasta la fecha no ha podido someter a todos los OCA que le estorban para imponer totalmente su voluntad, ahora quiere acabar con ellos de un solo golpe: Desacreditándolos, deslegitimándolos o descalificándolos -como ya es costumbre-, el presidente López Obrador ha intensificado su cruzada contra las OCA que más odia porque no se han sometido a su voluntad.

Bien lo dijo Irene Levy: El presidente López Obrador ha atacado a los organismos autónomos de diferentes formas desde que llegó al poder. No le gustan. A todo gobernante que pretenda centralizar el poder y el presupuesto le estorban porque para eso se crean, como contrapeso del poder político.

El caso es que, ahora, su cruzada anti-OCA se transformó en una iniciativa de reforma constitucional que, según el propio presidente, presentará el próximo 5 de febrero. Una iniciativa de carácter administrativo con la que pretende transferir las funciones de varias OCA a ciertas secretarías de Estado. Lo cual, por obvias razones, le permitiría centralizar más el poder (más control político) y el presupuesto (más gastos discrecionales con fines políticos).

Queda claro, pues, por qué López Obrador no quiere organismos autónomos, sino sumisos. Y por eso, con su 4T, seguirá intentando transformar la autonomía constitucional en sumisión presidencial.

A modo de complemento, concluyo citando lo dicho por la abogada y columnista, Irene Levy: La desaparición de los autónomos que propone el presidente López Obrador es, en resumen, como si un equipo de futbol invita a otro a jugar un partido con árbitros elegidos, contratados y pagados él.


A estas alturas del sexenio, queda claro que la 4T de Andrés Manuel López Obrador es sinónimo de sometimiento ante el presidente de la república.

Que eso sea una realidad no es sorpresa porque, desde el inicio de su gobierno, el presidente López Obrador ha preferido a quienes tienen 10 por ciento de capacidad y 90 por ciento de lealtad, requisitos que, en definitiva, son fiel reflejo de lo que en realidad suponía su proyecto de transformación nacional.

Aprovechándose de nuestra endeble democracia y del hartazgo de los mexicanos con los partidos tradicionales, López Obrador encontró la forma de transformar a México en beneficio propio, a partir de un régimen populista autoritario que -cada vez más- evidencia su proclividad hacia lo antidemocrático, con tendencias totalitarias y fascistas potenciadas por sus fieles (“leales”, les dice él) y sumisos lacayos.

Prueba de ello es que, violando los principios de autonomía y contrapeso previstos en la Constitución, el presidente López Obrador ha intentado “mandar al diablo” a todos los organismos constitucionales autónomos (OCA) que no se sometan a su voluntad presidencialista.

Bien lo advirtió la prestigiosa periodista de investigación, Anabel Hernández: Más vale que en México la sociedad abra bien los ojos y los oídos a la peligrosa transformación que está gestando AMLO y que dista mucho de la propuesta política democrática que lo llevó a ganar las elecciones en 2018.

¡Pero bueno!, como hasta la fecha no ha podido someter a todos los OCA que le estorban para imponer totalmente su voluntad, ahora quiere acabar con ellos de un solo golpe: Desacreditándolos, deslegitimándolos o descalificándolos -como ya es costumbre-, el presidente López Obrador ha intensificado su cruzada contra las OCA que más odia porque no se han sometido a su voluntad.

Bien lo dijo Irene Levy: El presidente López Obrador ha atacado a los organismos autónomos de diferentes formas desde que llegó al poder. No le gustan. A todo gobernante que pretenda centralizar el poder y el presupuesto le estorban porque para eso se crean, como contrapeso del poder político.

El caso es que, ahora, su cruzada anti-OCA se transformó en una iniciativa de reforma constitucional que, según el propio presidente, presentará el próximo 5 de febrero. Una iniciativa de carácter administrativo con la que pretende transferir las funciones de varias OCA a ciertas secretarías de Estado. Lo cual, por obvias razones, le permitiría centralizar más el poder (más control político) y el presupuesto (más gastos discrecionales con fines políticos).

Queda claro, pues, por qué López Obrador no quiere organismos autónomos, sino sumisos. Y por eso, con su 4T, seguirá intentando transformar la autonomía constitucional en sumisión presidencial.

A modo de complemento, concluyo citando lo dicho por la abogada y columnista, Irene Levy: La desaparición de los autónomos que propone el presidente López Obrador es, en resumen, como si un equipo de futbol invita a otro a jugar un partido con árbitros elegidos, contratados y pagados él.