/ miércoles 10 de abril de 2024

Fraseario | Cavilaciones en torno al eclipse solar total de 2024

Por varios motivos, de distintas formas y en varios sentidos, el gran eclipse solar de América del Norte de este 2024 fue, es y será, un evento astronómico único y especialmente significativo.


Recorriendo Norteamérica, pasando por México, Estados Unidos y Canadá, con una duración -aproximada- de hasta dos horas con 41 minutos de duración completa (desde su inicio hasta su fin), y de hasta de 4 minutos con 28 segundos de totalidad (dependiendo de la localización), el reciente eclipse total del astro luminoso que ocupa el centro de nuestro sistema planetario se convirtió en uno de los más largos del último siglo y, además, en el eclipse más visto, fotografiado y más documentado de toda la historia.

Y claro que, como era de esperarse, los mitos, supersticiones, creencias y desinformación en torno al eclipse no brillaron -a diferencia del señor Sol- por su ausencia, entre ellos el mito o la creencia o de que un eclipse de sol (o de luna) y la oscuridad que con él sobreviene, es un mal presagio, una señal de que algo terrible está por venir.

Pero bueno, el asunto es que, así como hay quienes interpretan o toman por el lado malo o negativo la ocurrencia de un eclipse, también hay quienes lo interpretan por el lado bueno o positivo y, además, propositivo.

Entonces, a propósito del histórico eclipse solar total que acabamos de presenciar el pasado lunes 8 de abril, la interpretación más realista y constructiva es comenzando por lo básico, lo general, lo natural y lo común; o sea, con lo dicho por Gilbert K. Chesterton, en el sentido de que siempre debemos esforzarnos en maravillarnos ante lo permanente, no ante la mera excepción. Deberíamos sorprendernos con el sol y no con el eclipse.

Por supuesto que también podemos interpretar y reflexionar desde una perspectiva filosófica, poética y crítica como la de Henry David Thoreau, que afirma que la mayoría de los acontecimientos registrados en la historia son más notables que importantes, como los eclipses, que atraen a todos, pero cuyos efectos nadie se toma la molestia de calcular.

Y sí, sin duda alguna, los eclipses atraen a todos, pero los efectos -de distintos tipos y en diferentes formas- no suelen ser considerados, y es justo en ese sentido que lo dicho por el gran pensador Victor Hugo respecto a los eclipses, adquiere mayor relevancia y significancia porque, en definitiva, lo importante no es solamente que vuelva la luz, sino la supervivencia.

A modo de complemento y reflexión sumativa, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por el poeta, dramaturgo, novelista romántico, crítico, pintor y académico francés, Víctor Hugo: Los pueblos, como los astros, tienen derecho a eclipsarse. Todo está bien, siempre que vuelva la luz y el eclipse no se convierta en una noche interminable. Amanecer y resurrección son sinónimos. La reaparición de la luz es lo mismo que la supervivencia del yo.

Por varios motivos, de distintas formas y en varios sentidos, el gran eclipse solar de América del Norte de este 2024 fue, es y será, un evento astronómico único y especialmente significativo.


Recorriendo Norteamérica, pasando por México, Estados Unidos y Canadá, con una duración -aproximada- de hasta dos horas con 41 minutos de duración completa (desde su inicio hasta su fin), y de hasta de 4 minutos con 28 segundos de totalidad (dependiendo de la localización), el reciente eclipse total del astro luminoso que ocupa el centro de nuestro sistema planetario se convirtió en uno de los más largos del último siglo y, además, en el eclipse más visto, fotografiado y más documentado de toda la historia.

Y claro que, como era de esperarse, los mitos, supersticiones, creencias y desinformación en torno al eclipse no brillaron -a diferencia del señor Sol- por su ausencia, entre ellos el mito o la creencia o de que un eclipse de sol (o de luna) y la oscuridad que con él sobreviene, es un mal presagio, una señal de que algo terrible está por venir.

Pero bueno, el asunto es que, así como hay quienes interpretan o toman por el lado malo o negativo la ocurrencia de un eclipse, también hay quienes lo interpretan por el lado bueno o positivo y, además, propositivo.

Entonces, a propósito del histórico eclipse solar total que acabamos de presenciar el pasado lunes 8 de abril, la interpretación más realista y constructiva es comenzando por lo básico, lo general, lo natural y lo común; o sea, con lo dicho por Gilbert K. Chesterton, en el sentido de que siempre debemos esforzarnos en maravillarnos ante lo permanente, no ante la mera excepción. Deberíamos sorprendernos con el sol y no con el eclipse.

Por supuesto que también podemos interpretar y reflexionar desde una perspectiva filosófica, poética y crítica como la de Henry David Thoreau, que afirma que la mayoría de los acontecimientos registrados en la historia son más notables que importantes, como los eclipses, que atraen a todos, pero cuyos efectos nadie se toma la molestia de calcular.

Y sí, sin duda alguna, los eclipses atraen a todos, pero los efectos -de distintos tipos y en diferentes formas- no suelen ser considerados, y es justo en ese sentido que lo dicho por el gran pensador Victor Hugo respecto a los eclipses, adquiere mayor relevancia y significancia porque, en definitiva, lo importante no es solamente que vuelva la luz, sino la supervivencia.

A modo de complemento y reflexión sumativa, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por el poeta, dramaturgo, novelista romántico, crítico, pintor y académico francés, Víctor Hugo: Los pueblos, como los astros, tienen derecho a eclipsarse. Todo está bien, siempre que vuelva la luz y el eclipse no se convierta en una noche interminable. Amanecer y resurrección son sinónimos. La reaparición de la luz es lo mismo que la supervivencia del yo.