/ jueves 25 de febrero de 2021

Juventud y educación superior

Esta semana participé como coordinador del seminario “La calidad de la educación superior: caracterización, análisis y dimensiones”, invitado en el marco de la Escuela Internacional de Verano por parte de la Facultad de Administración Pública de la Universidad de Panamá, en donde tuve la oportunidad de conversar con catedráticos no sólo de la Universidad anfitriona, sino de otras facultades y universidades, tanto públicas como privadas, lo cual no sólo ha resultado interesante, sino muy enriquecedor por las experiencias compartidas.

Tuve la fortuna de conocer esta Universidad cuando formaba parte del Comité Ejecutivo de la Red de Liderazgo de la Unesco que coordinaba mi estupendo amigo de Chile Alfredo Rojas Figueroa junto con personas de El Salvador, Argentina, Nicaragua y un servidor por parte de México, que a la postre pude, como director de la Escuela Normal Superior de Chihuahua, firmar un convenio de colaboración con dicha institución y desde entonces conservo un especial aprecio por esas tierras centroamericanas.

Debido a las diferentes temáticas que tienen que ver con el seminario, sin duda alguna se deben de tocar aspectos que tienen que ver no solamente con el tema universitario, sino que se relacionan con la vida social, cultural, política y económica del país. En este sentido, parte de las reflexiones vertidas tienen que ver con la forma en que se ha desarrollado la educación superior y cómo ésta se tiene que adaptar a las condiciones del entorno que, en constante cambio, no siempre es posible seguir con la misma velocidad con la que ocurren los acontecimientos, descubrimientos y opciones de desarrollo en el país.

Otro aspecto relevante tiene que ver con la formación docente y las competencias que se deben de desarrollar en el marco de la búsqueda de una mejor educación para una mejor formación profesional de sus estudiantes, lo cual siempre se ve obstaculizado por las grandes problemáticas que vive este importante sector de la educación nacional.

En este sentido, algunos de los aspectos que considero compartimos como problemática tienen que ver con la ya histórica tendencia de los últimos años en que se ha dado una reducción de los recursos económicos que les son asignados, que en el caso particular de nuestro país se ve presionado, además, por las constantes exigencias que se hacen a las instituciones de educación superior en lo general y al personal docente en lo particular, de titánicas y burocráticas tareas que les llevan a descuidar lo que realmente importa que es la docencia, la investigación y la extensión universitaria.

Por las presiones internacionales, por la emergencia sanitaria, así como la tendencia a exigir más con menos, quienes al final resultan perjudicados, son los y las jóvenes universitarias que deberían de ser el centro de la política de este importante nivel educativo.

Pasamos por una circunstancia realmente especial, en donde se ha buscado responder con herramientas virtuales de la mejor manera posible, sin embargo las brechas sociales hoy nos dicen que hay una juventud que no está en la escuela, no porque no quiera, sino porque no cuenta con la posibilidad económica o tecnológica para seguir adelante en el camino del estudio que puede ayudar en sus circunstancias de vida, tanto personal como familiar y profesional.

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com

Esta semana participé como coordinador del seminario “La calidad de la educación superior: caracterización, análisis y dimensiones”, invitado en el marco de la Escuela Internacional de Verano por parte de la Facultad de Administración Pública de la Universidad de Panamá, en donde tuve la oportunidad de conversar con catedráticos no sólo de la Universidad anfitriona, sino de otras facultades y universidades, tanto públicas como privadas, lo cual no sólo ha resultado interesante, sino muy enriquecedor por las experiencias compartidas.

Tuve la fortuna de conocer esta Universidad cuando formaba parte del Comité Ejecutivo de la Red de Liderazgo de la Unesco que coordinaba mi estupendo amigo de Chile Alfredo Rojas Figueroa junto con personas de El Salvador, Argentina, Nicaragua y un servidor por parte de México, que a la postre pude, como director de la Escuela Normal Superior de Chihuahua, firmar un convenio de colaboración con dicha institución y desde entonces conservo un especial aprecio por esas tierras centroamericanas.

Debido a las diferentes temáticas que tienen que ver con el seminario, sin duda alguna se deben de tocar aspectos que tienen que ver no solamente con el tema universitario, sino que se relacionan con la vida social, cultural, política y económica del país. En este sentido, parte de las reflexiones vertidas tienen que ver con la forma en que se ha desarrollado la educación superior y cómo ésta se tiene que adaptar a las condiciones del entorno que, en constante cambio, no siempre es posible seguir con la misma velocidad con la que ocurren los acontecimientos, descubrimientos y opciones de desarrollo en el país.

Otro aspecto relevante tiene que ver con la formación docente y las competencias que se deben de desarrollar en el marco de la búsqueda de una mejor educación para una mejor formación profesional de sus estudiantes, lo cual siempre se ve obstaculizado por las grandes problemáticas que vive este importante sector de la educación nacional.

En este sentido, algunos de los aspectos que considero compartimos como problemática tienen que ver con la ya histórica tendencia de los últimos años en que se ha dado una reducción de los recursos económicos que les son asignados, que en el caso particular de nuestro país se ve presionado, además, por las constantes exigencias que se hacen a las instituciones de educación superior en lo general y al personal docente en lo particular, de titánicas y burocráticas tareas que les llevan a descuidar lo que realmente importa que es la docencia, la investigación y la extensión universitaria.

Por las presiones internacionales, por la emergencia sanitaria, así como la tendencia a exigir más con menos, quienes al final resultan perjudicados, son los y las jóvenes universitarias que deberían de ser el centro de la política de este importante nivel educativo.

Pasamos por una circunstancia realmente especial, en donde se ha buscado responder con herramientas virtuales de la mejor manera posible, sin embargo las brechas sociales hoy nos dicen que hay una juventud que no está en la escuela, no porque no quiera, sino porque no cuenta con la posibilidad económica o tecnológica para seguir adelante en el camino del estudio que puede ayudar en sus circunstancias de vida, tanto personal como familiar y profesional.

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com