/ jueves 25 de abril de 2024

Crisis de agua en México y Chihuahua

BBVA Research publicó esta semana un reporte sobre la situación hídrica nacional, y es verdaderamente alarmante la crisis que estamos enfrentando. De acuerdo con el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, el 52.8% del país se encuentra en una región no sustentable en lo que se refiere a la oferta y demanda de agua.

En México, el 67.8% del agua se utiliza para actividades del campo, el 14.7% para uso público-urbano y doméstico, y la industria solo representa el 3.1%. Seis estados representan el 48.2% del consumo del recurso hídrico en el país: Sinaloa (10.6%), Sonora (8.0%), Veracruz (6.7%), Michoacán (6.3%), Chihuahua (6.0%), Jalisco (5.6%) y Guerrero (5.0%).

En 2022, el 93.1% de los hogares en México contaba con tubería para el suministro de agua potable en su vivienda. El 6.9% restante, equivalente a 2.59 millones de hogares, no tiene agua entubada en su vivienda o en el terreno donde se ubica. Esto se debe a la complicada distribución de la población en lugares poco accesibles; del total de hogares sin tubería, 1.55 millones están en zonas rurales (59.9%) y 1.04 millones en zonas urbanas (40.1%).

Una cosa es tener tubería en el hogar y otra muy distinta es la disponibilidad del vital líquido. En 2022, el 24.6% de los hogares recibía agua dos o tres veces por semana, y el 8.8% solo una vez a la semana o de vez en cuando. Chihuahua es uno de los estados afortunados, y al igual que Yucatán, más del 96% de la población dispone diariamente de agua. Por otro lado, la brecha socioeconómica, como era de esperarse, afecta la disponibilidad de agua: el 49.5% de los hogares de estrato socioeconómico bajo reciben agua por tandeo, comparado con un 17.0% de los hogares de estrato alto. Evidentemente, el uso agrícola es el gran problema de México hoy en día. El 74% del área destinada a la agricultura es de temporal y solo un 26% está bajo un sistema de riego.

A medida que la escasez de agua se intensifica, particularmente en estados como Chihuahua, se hace imprescindible adoptar medidas integrales que aborden tanto la gestión del recurso como su distribución equitativa. Es necesario que la próxima administración implemente una política pública que no solo haga más eficiente el campo, sino que logre reducir el estrés hídrico. Se deben tener de nueva cuenta créditos blandos para el uso de tecnología en los riegos, contar con capacidad para capacitar a agricultores, fomentar la siembra de cultivos que no requieran mucha agua, impulsar la investigación y desarrollo regional, monitorear con más eficiencia el consumo e incentivar la conservación del agua. Otra solución que no será muy bien recibida por la población sería incrementar el costo para poder reducir la demanda.

No es por demás decir que, adicionalmente, el agua es un problema crítico en la agenda de seguridad nacional, ya que tiene un alto impacto en la salud pública, y como ya lo hemos vivido en el estado de Chihuahua, ha generado graves conflictos que inclusive han llevado a la muerte.

La situación actual requiere una respuesta coordinada que no solo se enfoque en la eficiencia del uso del agua, sino también en asegurar que todos los mexicanos tengan acceso a agua potable de manera justa y sostenible. La crisis del agua en México es tanto una llamada a la acción como una oportunidad para revisar y mejorar las políticas públicas relacionadas con el manejo y conservación del agua en el país.


BBVA Research publicó esta semana un reporte sobre la situación hídrica nacional, y es verdaderamente alarmante la crisis que estamos enfrentando. De acuerdo con el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, el 52.8% del país se encuentra en una región no sustentable en lo que se refiere a la oferta y demanda de agua.

En México, el 67.8% del agua se utiliza para actividades del campo, el 14.7% para uso público-urbano y doméstico, y la industria solo representa el 3.1%. Seis estados representan el 48.2% del consumo del recurso hídrico en el país: Sinaloa (10.6%), Sonora (8.0%), Veracruz (6.7%), Michoacán (6.3%), Chihuahua (6.0%), Jalisco (5.6%) y Guerrero (5.0%).

En 2022, el 93.1% de los hogares en México contaba con tubería para el suministro de agua potable en su vivienda. El 6.9% restante, equivalente a 2.59 millones de hogares, no tiene agua entubada en su vivienda o en el terreno donde se ubica. Esto se debe a la complicada distribución de la población en lugares poco accesibles; del total de hogares sin tubería, 1.55 millones están en zonas rurales (59.9%) y 1.04 millones en zonas urbanas (40.1%).

Una cosa es tener tubería en el hogar y otra muy distinta es la disponibilidad del vital líquido. En 2022, el 24.6% de los hogares recibía agua dos o tres veces por semana, y el 8.8% solo una vez a la semana o de vez en cuando. Chihuahua es uno de los estados afortunados, y al igual que Yucatán, más del 96% de la población dispone diariamente de agua. Por otro lado, la brecha socioeconómica, como era de esperarse, afecta la disponibilidad de agua: el 49.5% de los hogares de estrato socioeconómico bajo reciben agua por tandeo, comparado con un 17.0% de los hogares de estrato alto. Evidentemente, el uso agrícola es el gran problema de México hoy en día. El 74% del área destinada a la agricultura es de temporal y solo un 26% está bajo un sistema de riego.

A medida que la escasez de agua se intensifica, particularmente en estados como Chihuahua, se hace imprescindible adoptar medidas integrales que aborden tanto la gestión del recurso como su distribución equitativa. Es necesario que la próxima administración implemente una política pública que no solo haga más eficiente el campo, sino que logre reducir el estrés hídrico. Se deben tener de nueva cuenta créditos blandos para el uso de tecnología en los riegos, contar con capacidad para capacitar a agricultores, fomentar la siembra de cultivos que no requieran mucha agua, impulsar la investigación y desarrollo regional, monitorear con más eficiencia el consumo e incentivar la conservación del agua. Otra solución que no será muy bien recibida por la población sería incrementar el costo para poder reducir la demanda.

No es por demás decir que, adicionalmente, el agua es un problema crítico en la agenda de seguridad nacional, ya que tiene un alto impacto en la salud pública, y como ya lo hemos vivido en el estado de Chihuahua, ha generado graves conflictos que inclusive han llevado a la muerte.

La situación actual requiere una respuesta coordinada que no solo se enfoque en la eficiencia del uso del agua, sino también en asegurar que todos los mexicanos tengan acceso a agua potable de manera justa y sostenible. La crisis del agua en México es tanto una llamada a la acción como una oportunidad para revisar y mejorar las políticas públicas relacionadas con el manejo y conservación del agua en el país.