/ jueves 18 de enero de 2024

Rompiendo los Círculos Viciosos del Empleo Informal y de Bajo Ingreso

La OCDE recientemente publicó un artículo que se refiere al tema del empleo informal y de bajo ingreso. La mayoría de los trabajadores en economías en desarrollo y emergentes enfrentan un doble desafío laboral: los trabajos mal remunerados y el empleo informal. Casi el 60% de la fuerza laboral a nivel mundial es informal, cifra que asciende al 90% en países de bajos ingresos. En México, el nivel de informalidad laboral supera el 55%, mientras que en el estado de Chihuahua este nivel alcanza el 36%.

Los trabajadores cuyos ingresos están por debajo del 50% de los ingresos medios representan la mayoría de la fuerza laboral informal a nivel mundial, con un promedio del 54% y llegando hasta el 80% en algunos casos. Los trabajadores en el nivel de ingreso superior, que generalmente se encuentran en la formalidad, están más capacitados y son más productivos. El empleo informal se asocia frecuentemente con bajos ingresos y un menor nivel educativo.

En el nivel inferior, las oportunidades de empleo formal son limitadas, y frecuentemente estos trabajos no implican un aumento en los ingresos para los trabajadores que se mueven hacia la formalidad. Esto contrasta con los empleos de mayor ingreso, donde la formalidad es más frecuente que la informalidad.

Por otro lado, los empleos informales ofrecen pocas oportunidades para mejorar las habilidades laborales y acceder a un empleo formal de mayor ingreso. A nivel mundial, el 45% de los trabajadores informales tienen como máximo un nivel de educación primaria. Esta falta de oportunidades para adquirir habilidades también afecta a la economía, ya que no se generan trabajadores capacitados para actividades más complejas que requieran de mayor productividad.

En cuanto a la cultura laboral que se genera en los hogares, la informalidad promueve que los hijos de familias en donde los padres están en el mercado informal hereden su vulnerabilidad, debido a que la formación y preparación no son necesariamente una prioridad en dichos hogares, dedicando menos recursos financieros y tiempo a la educación. La brecha en la protección social es también una realidad, lo cual, además de generar menos oportunidades de desarrollo personal, mantiene un riesgo en aspectos de vivienda y salud.

Para los trabajadores del nivel de ingresos inferior, la OCDE recomienda una fuerte inversión en el desarrollo del capital humano para romper el ciclo de oportunidades de trabajo formal e intrageneracional de informalidad. Para los trabajadores informales, se deben crear oportunidades más específicas de capacitación patrocinada por empleadores y gobiernos, adaptados a las necesidades de los mercados formales. También es necesario reconocer las habilidades que adquieren a través del trabajo informal, promoviendo, por ejemplo, certificaciones basadas en habilidades adquiridas en la práctica. Para mejorar las habilidades de los niños y jóvenes, los gobiernos deberían invertir en educación accesible, equitativa y de calidad; prevenir la deserción escolar; y facilitar la incursión de la escuela al trabajo.

Otra solución para este segmento es fortalecer la protección social y lograr mitigar de esta manera la pobreza. Se debe reconocer que ciertos trabajadores nunca podrán salir de trabajos informales mal remunerados. Muchos de estos trabajos se deben considerar esenciales en el soporte de la economía y socialmente deseables, tales como las labores en la agricultura. El objetivo sería que no carguen con el peso de la informalidad, bajo ingreso y ausencia de protección social.


La OCDE recientemente publicó un artículo que se refiere al tema del empleo informal y de bajo ingreso. La mayoría de los trabajadores en economías en desarrollo y emergentes enfrentan un doble desafío laboral: los trabajos mal remunerados y el empleo informal. Casi el 60% de la fuerza laboral a nivel mundial es informal, cifra que asciende al 90% en países de bajos ingresos. En México, el nivel de informalidad laboral supera el 55%, mientras que en el estado de Chihuahua este nivel alcanza el 36%.

Los trabajadores cuyos ingresos están por debajo del 50% de los ingresos medios representan la mayoría de la fuerza laboral informal a nivel mundial, con un promedio del 54% y llegando hasta el 80% en algunos casos. Los trabajadores en el nivel de ingreso superior, que generalmente se encuentran en la formalidad, están más capacitados y son más productivos. El empleo informal se asocia frecuentemente con bajos ingresos y un menor nivel educativo.

En el nivel inferior, las oportunidades de empleo formal son limitadas, y frecuentemente estos trabajos no implican un aumento en los ingresos para los trabajadores que se mueven hacia la formalidad. Esto contrasta con los empleos de mayor ingreso, donde la formalidad es más frecuente que la informalidad.

Por otro lado, los empleos informales ofrecen pocas oportunidades para mejorar las habilidades laborales y acceder a un empleo formal de mayor ingreso. A nivel mundial, el 45% de los trabajadores informales tienen como máximo un nivel de educación primaria. Esta falta de oportunidades para adquirir habilidades también afecta a la economía, ya que no se generan trabajadores capacitados para actividades más complejas que requieran de mayor productividad.

En cuanto a la cultura laboral que se genera en los hogares, la informalidad promueve que los hijos de familias en donde los padres están en el mercado informal hereden su vulnerabilidad, debido a que la formación y preparación no son necesariamente una prioridad en dichos hogares, dedicando menos recursos financieros y tiempo a la educación. La brecha en la protección social es también una realidad, lo cual, además de generar menos oportunidades de desarrollo personal, mantiene un riesgo en aspectos de vivienda y salud.

Para los trabajadores del nivel de ingresos inferior, la OCDE recomienda una fuerte inversión en el desarrollo del capital humano para romper el ciclo de oportunidades de trabajo formal e intrageneracional de informalidad. Para los trabajadores informales, se deben crear oportunidades más específicas de capacitación patrocinada por empleadores y gobiernos, adaptados a las necesidades de los mercados formales. También es necesario reconocer las habilidades que adquieren a través del trabajo informal, promoviendo, por ejemplo, certificaciones basadas en habilidades adquiridas en la práctica. Para mejorar las habilidades de los niños y jóvenes, los gobiernos deberían invertir en educación accesible, equitativa y de calidad; prevenir la deserción escolar; y facilitar la incursión de la escuela al trabajo.

Otra solución para este segmento es fortalecer la protección social y lograr mitigar de esta manera la pobreza. Se debe reconocer que ciertos trabajadores nunca podrán salir de trabajos informales mal remunerados. Muchos de estos trabajos se deben considerar esenciales en el soporte de la economía y socialmente deseables, tales como las labores en la agricultura. El objetivo sería que no carguen con el peso de la informalidad, bajo ingreso y ausencia de protección social.