Elvis, un migrante proveniente de Venezuela que viaja con su esposa y uno de sus hijos, contó que llegaron a la ciudad de Chihuahua hace dos días, y en su viaje han visto a decenas de personas en muletas que como pueden, se suben a los vagones del tren reacios a abandonar su meta.
Este es el segundo viaje de Elvis, dado a que poco más de un mes atrás ya había logrado llegar a la frontera con su esposa, dos de sus hijos y dos nietos, donde se habían detenido en Juárez para trabajar y conseguir dinero, sin embargo, al momento de continuar solo dejaron pasar a su hija y sus dos nietos, mientras que los tres restantes fueron deportados más al sur del país.
“Nuestra obligación como padres es nuestra familia, por eso estamos pasando esto otra vez, aunque en Texas nos trataron como prisioneros”, comentó el migrante, quien dijo que ya tenía cita para poder pasar por la frontera y que una vez ahí, les dijeron que no había ningún registro de él y que si quería intentarlo de nuevo debía de ser deportado.
De esta forma, Elvis, su esposa y su hijo de 21 años volvieron a realizar el recorrido desde Tapachula hasta el norte del país. Hasta el momento han gastado más de 3 mil dólares en su viaje; fueron alrededor de 2 mil dólares en el primer intento, entre la comida, el hospedaje para poder bañarse y en varias ocasiones, pudieron darse el lujo de pagar algún transporte de plataforma digital para llegar de una ciudad a otra.
Esta segunda vez, llevan alrededor de mil 500 pesos, debido al hambre y al tiempo extra que han tenido que pasar en diferentes ciudades, donde les impiden seguir subiéndose a los trenes férreos, optando por caminar distancias enormes de municipio en municipio hasta que llegaron a la ciudad capital.
Por el momento, esta familia de migrantes pretende quedarse en la ciudad durante un tiempo, dado a que otra de sus hijas y sus nietos que vienen en camino a la capital, una vez que estén juntos se irán a la ciudad fronteriza.
En Juárez, su jefe de la empresa Inca materiales de construcción, le dijo que aún le espera un espacio para poder trabajar en lo que espera a que su cita esté lista para pasar por la frontera, y poder reunir a toda su familia en Estados Unidos para al fin, dar inicio a una nueva vida.
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Por otro lado, Franklin, otro de los migrantes venezolanos que se embarcaron en un viaje para conseguir una mejor vida, tuvo que detenerse en la ciudad para descansar, debido a que en la planta del pie derecho le salió una ampolla en el pie por las grandes distancias que ha caminado y que los zapatos que lleva ya no están hechos para soportar la caminata.
Hace siete días que el venezolano noto molestias en el pie y al llegar a la capital, al campamento donde se están quedando los migrantes sobre el bulevar Juan Pablo II en las indicaciones de los patios de Ferromex al sur de la ciudad, se quitó los zapatos para descubrir que se le formo una gran ampolla en la planta del pie.
Franklin contó que siempre se le forman estas heridas por la caminata, pero esta vez, la ampolla creció demasiado, al punto en que se le juntó pus y le duele caminar, por lo que, tuvo que reventar la ampolla para drenar el líquido acumulado, lo que provocó una herida abierta que le impide continuar con su camino.
Así como este migrante, hay muchas personas que no han podido seguir con su camino por las heridas producidas en su travesía, sin embargo, hay otros que a pesar de sufrir lesiones de gravedad como amputación de sus extremidades, optan por continuar hasta llegar a su meta, que es Estados Unidos.