/ miércoles 28 de febrero de 2024

Fraseario | AMLO al margen y por encima de la ley

“Al margen de la ley nada, y por encima de la ley nadie”, decía AMLO candidato allá por el año 2018. Luego, como presidente de México, juró hacer guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen.

Que en su gobierno iba a hacer valer el Estado de derecho, “un auténtico Estado de derecho en el que todos aceptemos la máxima de que al margen de la ley nada, y por encima de la ley nadie, y todos a portarnos bien", decía AMLO presidente a inicios de su mandato.

Y pues resulta que Andrés Manuel López Obrador se la ha pasado infringiendo la Constitución y las leyes que de ella emanan; o sea, al margen de la ley y por encima de la ley, quebrantando así el Estado de derecho.

Que en México ahora sí hay un auténtico Estado de derecho, dice AMLO. Una afirmación con la que estamos de acuerdo si -y sólo si- consideramos que en México el “Estado de derecho” es auténticamente estilo AMLO; es decir, amoldado a su gusto y conveniencia mediante reformas (apoyadas por sus súbditos legisladores) al marco el marco legal, normativo y regulatorio, o simplemente al margen y por encima de la ley porque su palabra es la ley.

El colmo de los colmos sucedió durante “la mañanera” del pasado 22 de febrero, cuando el presidente López Obrador divulgó el número telefónico personal de la corresponsal de The New York Times en México, Natalie Kitroeff. Esto, luego de que la periodista le solicitara comentarios para un reportaje que -evidentemente- no le gustó a AMLO.

El meollo del asunto es que, cuando López Obrador fue cuestionado por haber compartido datos personales de la periodista, violando así la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados (LGPDPPSO), AMLO justificó su actuar alegando que por encima de la ley está su autoridad moral y política, asegurando descaradamente que lo haría otra vez porque por encima de la ley está la dignidad del presidente de México; o sea, su dignidad. “Y bájele una rayita a su prepotencia”, increpó López Obrador a la reportera que se atrevió a cuestionarlo.

Total que, a estas alturas no queda ninguna duda de que, en tiempos de la 4T, la palabra de Andrés Manuel López Obrador es la ley y por eso sigue siendo el rey. El rey Andrés I de Macuspana que, desde Palacio Nacional, impone su palabra, su ley y su voluntad. Bien lo dijo -de forma poética- George Chapman: Quien para sí mismo es ley, ninguna ley necesita, no ofende ninguna ley y es verdaderamente un rey.

Y mientras que el INAI informaba que iniciaría una investigación de oficio para determinar si el presidente violó los principios y deberes establecidos en la LGPDPPSO, la plataforma YouTube eliminó la conferencia matutina de AMLO del pasado 22 de febrero por infringir su política de acoso y ciberbullying.

A modo de recordatorio, finalizó citando lo dicho alguna vez por el político estadounidense, ex alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa: “Permítanme ser claro: nadie está por encima de la ley. Ni un político, ni un sacerdote, ni un criminal, ni un policía. Todos somos responsables de nuestras acciones”.

“Al margen de la ley nada, y por encima de la ley nadie”, decía AMLO candidato allá por el año 2018. Luego, como presidente de México, juró hacer guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen.

Que en su gobierno iba a hacer valer el Estado de derecho, “un auténtico Estado de derecho en el que todos aceptemos la máxima de que al margen de la ley nada, y por encima de la ley nadie, y todos a portarnos bien", decía AMLO presidente a inicios de su mandato.

Y pues resulta que Andrés Manuel López Obrador se la ha pasado infringiendo la Constitución y las leyes que de ella emanan; o sea, al margen de la ley y por encima de la ley, quebrantando así el Estado de derecho.

Que en México ahora sí hay un auténtico Estado de derecho, dice AMLO. Una afirmación con la que estamos de acuerdo si -y sólo si- consideramos que en México el “Estado de derecho” es auténticamente estilo AMLO; es decir, amoldado a su gusto y conveniencia mediante reformas (apoyadas por sus súbditos legisladores) al marco el marco legal, normativo y regulatorio, o simplemente al margen y por encima de la ley porque su palabra es la ley.

El colmo de los colmos sucedió durante “la mañanera” del pasado 22 de febrero, cuando el presidente López Obrador divulgó el número telefónico personal de la corresponsal de The New York Times en México, Natalie Kitroeff. Esto, luego de que la periodista le solicitara comentarios para un reportaje que -evidentemente- no le gustó a AMLO.

El meollo del asunto es que, cuando López Obrador fue cuestionado por haber compartido datos personales de la periodista, violando así la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados (LGPDPPSO), AMLO justificó su actuar alegando que por encima de la ley está su autoridad moral y política, asegurando descaradamente que lo haría otra vez porque por encima de la ley está la dignidad del presidente de México; o sea, su dignidad. “Y bájele una rayita a su prepotencia”, increpó López Obrador a la reportera que se atrevió a cuestionarlo.

Total que, a estas alturas no queda ninguna duda de que, en tiempos de la 4T, la palabra de Andrés Manuel López Obrador es la ley y por eso sigue siendo el rey. El rey Andrés I de Macuspana que, desde Palacio Nacional, impone su palabra, su ley y su voluntad. Bien lo dijo -de forma poética- George Chapman: Quien para sí mismo es ley, ninguna ley necesita, no ofende ninguna ley y es verdaderamente un rey.

Y mientras que el INAI informaba que iniciaría una investigación de oficio para determinar si el presidente violó los principios y deberes establecidos en la LGPDPPSO, la plataforma YouTube eliminó la conferencia matutina de AMLO del pasado 22 de febrero por infringir su política de acoso y ciberbullying.

A modo de recordatorio, finalizó citando lo dicho alguna vez por el político estadounidense, ex alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa: “Permítanme ser claro: nadie está por encima de la ley. Ni un político, ni un sacerdote, ni un criminal, ni un policía. Todos somos responsables de nuestras acciones”.