/ martes 21 de julio de 2020

Imaginar para renovar

Pensamos por qué tenemos problemas frente a nosotros. La naturaleza problemática y problematizadora de la realidad no ha sido el obstáculo, sino el aliciente para el desarrollo de las civilizaciones humanas. La inteligencia -o inteligencias-, de acuerdo a los teóricos de nuestros días que abordan estos temas, tiene una característica en común: ayudan a resolver problemas. Pero este ciclo jamás termina, cuando se obtiene certidumbre en un conocimiento nacen siempre nuevas interrogantes. De ahí se entiende el famoso dicho de Sócrates “Sólo sé que no sé nada”.

La renovación de la universidad se ha planteado como un todo. Por supuesto, han cambiado las materias y sus contenidos para volverlos acordes con las necesidades de la realidad y complejidad de nuestro tiempo. Pero trasciende esto. Tiene que ver con el desarrollo de habilidades, competencias y destrezas que sin limitarlas a un área en específico sirvan en cualquier momento.

Mucho énfasis se pone a nivel mundial, nacional y local al fomento a la lectura. Las bondades son evidentes; visión y comprensión amplia del mundo, desarrollo de la capacidad de inmersión, ampliación del léxico, conocimiento profundo de las grandes interrogantes de la condición humana y desarrollo de la capacidad para imaginar.

El escritor y divulgador José Gordon durante años se ha dedicado a conjuntar en su trabajo la ciencia y las humanidades. El vaso comunicante ha sido la imaginación, expresada algunas veces en los grandes libros, el cine de calidad, o los laboratorios de la ciencia. El maestro Gordon estuvo hace años invitado a una Semana del Humanismo de la Facultad de Filosofía y Letras. En su conferencia habló de “las neuronas espejo”, la literatura de Julio Verne, el cine de Buñuel, entre muy diversos universos y temas. En todos los casos mostraba cómo al proyectar escenarios tentativos más allá de la racionalidad práctica, el ser humano es libre y en los mundos que recrea resuelve problemas, porque logra salir de las “cajas perceptuales” de lo cotidiano. En una entrevista para la BBC comentó: “La falta de imaginación está detrás de los grandes problemas de la humanidad”.

Fomentar en la comunidad la capacidad de imaginar es algo central para nuestra vigencia en la sociedad y para fortalecer nuestro papel de vanguardia. Por eso la lectura tiene un papel irremplazable, no sólo como una forma de entretenimiento, sino como una de las más grandes herramientas transformadoras que tiene la humanidad. En esta cuarentena: si puedes quédate en casa y busca un libro de ficción que te conduzca por vertiginosos caminos.


Pensamos por qué tenemos problemas frente a nosotros. La naturaleza problemática y problematizadora de la realidad no ha sido el obstáculo, sino el aliciente para el desarrollo de las civilizaciones humanas. La inteligencia -o inteligencias-, de acuerdo a los teóricos de nuestros días que abordan estos temas, tiene una característica en común: ayudan a resolver problemas. Pero este ciclo jamás termina, cuando se obtiene certidumbre en un conocimiento nacen siempre nuevas interrogantes. De ahí se entiende el famoso dicho de Sócrates “Sólo sé que no sé nada”.

La renovación de la universidad se ha planteado como un todo. Por supuesto, han cambiado las materias y sus contenidos para volverlos acordes con las necesidades de la realidad y complejidad de nuestro tiempo. Pero trasciende esto. Tiene que ver con el desarrollo de habilidades, competencias y destrezas que sin limitarlas a un área en específico sirvan en cualquier momento.

Mucho énfasis se pone a nivel mundial, nacional y local al fomento a la lectura. Las bondades son evidentes; visión y comprensión amplia del mundo, desarrollo de la capacidad de inmersión, ampliación del léxico, conocimiento profundo de las grandes interrogantes de la condición humana y desarrollo de la capacidad para imaginar.

El escritor y divulgador José Gordon durante años se ha dedicado a conjuntar en su trabajo la ciencia y las humanidades. El vaso comunicante ha sido la imaginación, expresada algunas veces en los grandes libros, el cine de calidad, o los laboratorios de la ciencia. El maestro Gordon estuvo hace años invitado a una Semana del Humanismo de la Facultad de Filosofía y Letras. En su conferencia habló de “las neuronas espejo”, la literatura de Julio Verne, el cine de Buñuel, entre muy diversos universos y temas. En todos los casos mostraba cómo al proyectar escenarios tentativos más allá de la racionalidad práctica, el ser humano es libre y en los mundos que recrea resuelve problemas, porque logra salir de las “cajas perceptuales” de lo cotidiano. En una entrevista para la BBC comentó: “La falta de imaginación está detrás de los grandes problemas de la humanidad”.

Fomentar en la comunidad la capacidad de imaginar es algo central para nuestra vigencia en la sociedad y para fortalecer nuestro papel de vanguardia. Por eso la lectura tiene un papel irremplazable, no sólo como una forma de entretenimiento, sino como una de las más grandes herramientas transformadoras que tiene la humanidad. En esta cuarentena: si puedes quédate en casa y busca un libro de ficción que te conduzca por vertiginosos caminos.