/ domingo 9 de mayo de 2021

"La ley soy yo": Lozoya, Riggs y su circo demoledor

La noche del 3 de mayo, los candidatos Alfredo Lozoya y Miguel Riggs ordenaron la demolición de una vivienda en Punta Oriente, una colonia con casas de interés social en el sur de la ciudad de Chihuahua. Justificaron el acto con un argumento que lo mismo indigna que aterra: Porque ahí se vendía cristal y ellos no permitirán que se envenene a nuestra infancia, dijeron.

Los candidatos del Partido Movimiento Ciudadano a gobernador y alcalde de la capital del estado llegaron a la cabeza de un grupo de seguidores. Todos portaban camisetas de campaña con sus nombres y logotipos. Sin mostrar ninguna orden judicial irrumpieron en la vivienda y tomaron fotografías y videos que, de acuerdo con ellos, reunían evidencia de que allí operaba un “picadero”.

“A mí no me va a temblar la mano”, espetó Lozoya, antes de seguir con su bravata (los que van a esconderse ahora son los delincuentes). La indignación nace a partir de la tropelía y se desarrolla al momento de dimensionar lo sucedido. Estos hombres, cargados de prepotencia, se erigen en juez y parte y deciden destruir una propiedad privada para, según ellos, mandar un mensaje a la delincuencia.

Lo suyo es una patraña y un acto vulgar de campaña que debe reprobarse no sólo por la arbitrariedad e ilegalidad exhibidos, sino porque bajo esa lógica, habrá entonces que asesinar a vendedores y usuarios de droga. Y esa forma de pensamiento supremo es lo que aterra. Estamos en presencia de un par de individuos que se sienten dueños de la verdad y la justicia basados en su ideología fascistoide.

-¿Me puede mostrar las fotos?, interpela una mujer a Miguel Riggs.

-No, le responde.

-¿Cómo sabemos que había lo que dice que había ahí adentro?, insiste la mujer.

-Porque se lo estoy diciendo yo, le responde Riggs.

Nadie se equivoque: Ni Riggs ni Lozoya son héroes de nada ni de nadie ni atacan ni envían mensaje de nada a ninguna estructura criminal que trafica con narcóticos, secuestra, tortura y asesina. En Chihuahua no necesitamos de fanfarronerías, sino de propuestas serias, de ideas claras y acciones precisas.

Este sábado 8 acudí al sitio de la demolición. Conversé con la madre y la pareja de quien figuraba como propietario de la casa. Si algo faltaba a este acto vandálico, era contubernio de la autoridad. Porque al día siguiente ambas acudieron a la Fiscalía General del Estado a interponer la denuncia correspondiente, pero nadie quiso atenderlas… hasta hoy.

Entre quienes me acompañaron a Punta Oriente iba Federica Quijano, portavoz de mi partido, y ex integrante del grupo musical Kabah. Igual que el resto, Federica no daba crédito a lo que veíamos, a lo que se nos contaba.

Dijo, con dolor y coraje contenidos:

“A veces vivimos en una burbuja y desde ahí vemos cosas que creemos o pensamos que están mal, pero cuando volteas y ves este tipo de injusticias, te juro que es una frustración… ¿¡Qué tanto puedes hacer!? ¿¡Qué tanto puedes hacer!? Dicen que los mexicanos sólo nos unimos cuando hay desastres y esto para mí es un desastre. Necesitamos del amor y la humanidad de todos los mexicanos… ¡Ve esto!”.

Así hubiera existido indicio de que allí se vendía droga sintética -cosa que no han sido capaz de demostrar ninguno de los candidatos-, no es esta la forma de proceder. Aquí no aplica eso de “muerto el perro se acabó la rabia”. No se llega al estado de derecho con destrucción criminal.

La noche del 3 de mayo, los candidatos Alfredo Lozoya y Miguel Riggs ordenaron la demolición de una vivienda en Punta Oriente, una colonia con casas de interés social en el sur de la ciudad de Chihuahua. Justificaron el acto con un argumento que lo mismo indigna que aterra: Porque ahí se vendía cristal y ellos no permitirán que se envenene a nuestra infancia, dijeron.

Los candidatos del Partido Movimiento Ciudadano a gobernador y alcalde de la capital del estado llegaron a la cabeza de un grupo de seguidores. Todos portaban camisetas de campaña con sus nombres y logotipos. Sin mostrar ninguna orden judicial irrumpieron en la vivienda y tomaron fotografías y videos que, de acuerdo con ellos, reunían evidencia de que allí operaba un “picadero”.

“A mí no me va a temblar la mano”, espetó Lozoya, antes de seguir con su bravata (los que van a esconderse ahora son los delincuentes). La indignación nace a partir de la tropelía y se desarrolla al momento de dimensionar lo sucedido. Estos hombres, cargados de prepotencia, se erigen en juez y parte y deciden destruir una propiedad privada para, según ellos, mandar un mensaje a la delincuencia.

Lo suyo es una patraña y un acto vulgar de campaña que debe reprobarse no sólo por la arbitrariedad e ilegalidad exhibidos, sino porque bajo esa lógica, habrá entonces que asesinar a vendedores y usuarios de droga. Y esa forma de pensamiento supremo es lo que aterra. Estamos en presencia de un par de individuos que se sienten dueños de la verdad y la justicia basados en su ideología fascistoide.

-¿Me puede mostrar las fotos?, interpela una mujer a Miguel Riggs.

-No, le responde.

-¿Cómo sabemos que había lo que dice que había ahí adentro?, insiste la mujer.

-Porque se lo estoy diciendo yo, le responde Riggs.

Nadie se equivoque: Ni Riggs ni Lozoya son héroes de nada ni de nadie ni atacan ni envían mensaje de nada a ninguna estructura criminal que trafica con narcóticos, secuestra, tortura y asesina. En Chihuahua no necesitamos de fanfarronerías, sino de propuestas serias, de ideas claras y acciones precisas.

Este sábado 8 acudí al sitio de la demolición. Conversé con la madre y la pareja de quien figuraba como propietario de la casa. Si algo faltaba a este acto vandálico, era contubernio de la autoridad. Porque al día siguiente ambas acudieron a la Fiscalía General del Estado a interponer la denuncia correspondiente, pero nadie quiso atenderlas… hasta hoy.

Entre quienes me acompañaron a Punta Oriente iba Federica Quijano, portavoz de mi partido, y ex integrante del grupo musical Kabah. Igual que el resto, Federica no daba crédito a lo que veíamos, a lo que se nos contaba.

Dijo, con dolor y coraje contenidos:

“A veces vivimos en una burbuja y desde ahí vemos cosas que creemos o pensamos que están mal, pero cuando volteas y ves este tipo de injusticias, te juro que es una frustración… ¿¡Qué tanto puedes hacer!? ¿¡Qué tanto puedes hacer!? Dicen que los mexicanos sólo nos unimos cuando hay desastres y esto para mí es un desastre. Necesitamos del amor y la humanidad de todos los mexicanos… ¡Ve esto!”.

Así hubiera existido indicio de que allí se vendía droga sintética -cosa que no han sido capaz de demostrar ninguno de los candidatos-, no es esta la forma de proceder. Aquí no aplica eso de “muerto el perro se acabó la rabia”. No se llega al estado de derecho con destrucción criminal.