/ martes 17 de noviembre de 2020

Mujeres, listas para trabajar y liderar

Históricamente, a muchas mujeres les ha sido negado ocupar cargos públicos, tanto en la política como en la iniciativa privada. Sin embargo, también a lo largo de la historia, muchas hemos demostrado que somos capaces de sobreponernos a esta mentalidad, y lograr ser reconocidas por nuestro trabajo.

Ciertamente, la violencia hacia las mujeres no es cosa del pasado. No es fácil desprenderse de una mentalidad que se ha desarrollado durante siglos; y todas nos hemos topado en algún punto de nuestra carrera profesional con personajes que expresan una clara misoginia, e intentan bloquear nuestro crecimiento. Es una violencia silenciosa, a veces invisible, pero ahí está.

Ahora que se habla de paridad en política, sin duda se trata de una medida que apoya el crecimiento de las mujeres, la apoyamos y es bienvenida, pero está lejos de ser lo ideal.

Lo ideal sería que tanto hombres como mujeres lográramos desprendernos de esa venda en los ojos, y pudiéramos ver con claridad que tenemos la misma capacidad de desempeñar un buen papel en cualquier cargo, que somos igualmente capaces de ser líderes y de tomar decisiones difíciles cuando las circunstancias así lo exigen.

Como en todo, cuando se trata de elegir a una persona que pueda hacer un buen trabajo en algún cargo, siempre existirá la posibilidad de que una mujer sea la mejor opción o que sea un hombre. Lo importante es distinguir la capacidad de su género.

No obstante, aunque hombres y mujeres seamos igualmente capaces, sin duda hay rasgos fundamentales que nos distinguen.

En política, en diversas ocasiones en la historia se ha visto que surgen figuras femeninas que resultan capaces de resolver problemas que habían aquejado a su comunidad desde hace tiempo. Y es que, es innegable que las mujeres tenemos una sensibilidad distinta al momento de gobernar.

Las mujeres en el gobierno ponemos mucha atención en los lamentables casos de violencia contra nuestras congéneres. Por ejemplo, la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez ha sido un tema que ha hecho mucho ruido desde hace mucho tiempo; seguramente, una mujer en el gobierno pondría una atención muy especial en resolver este asunto, pues lo verá como un compromiso muy personal.

Estoy convencida de que ninguna mujer, en ningún espacio, busca ser reconocida por ser mujer, sino por su trabajo. En Chihuahua hay mujeres trabajadoras, inteligentes y muy capaces, que ya están ocupando espacios que históricamente habían sido ocupados de manera exclusiva por hombres. En las empresas, en la política, en los negocios, en la agricultura, y un largo etcétera. Hemos demostrado ser tan capaces como los hombres, y buscamos ser reconocidas por nuestro trabajo y talento, no por el hecho de ser mujeres.

Bienvenida la paridad, pero debemos comprender que es únicamente un medio, y no un fin. Se trata de apoyar a las mujeres que YA estamos trabajando, en ningún caso se trata de regalarle una oportunidad a nadie; la calidad de nuestra labor debe ser el único rasgo determinante para alcanzar una posición y un reconocimiento.

El único verdadero fin es que como sociedad logremos ser más conscientes, que logremos ver más las capacidades que el género, y sobre todo, que se termine la violencia misógina en la política.

Históricamente, a muchas mujeres les ha sido negado ocupar cargos públicos, tanto en la política como en la iniciativa privada. Sin embargo, también a lo largo de la historia, muchas hemos demostrado que somos capaces de sobreponernos a esta mentalidad, y lograr ser reconocidas por nuestro trabajo.

Ciertamente, la violencia hacia las mujeres no es cosa del pasado. No es fácil desprenderse de una mentalidad que se ha desarrollado durante siglos; y todas nos hemos topado en algún punto de nuestra carrera profesional con personajes que expresan una clara misoginia, e intentan bloquear nuestro crecimiento. Es una violencia silenciosa, a veces invisible, pero ahí está.

Ahora que se habla de paridad en política, sin duda se trata de una medida que apoya el crecimiento de las mujeres, la apoyamos y es bienvenida, pero está lejos de ser lo ideal.

Lo ideal sería que tanto hombres como mujeres lográramos desprendernos de esa venda en los ojos, y pudiéramos ver con claridad que tenemos la misma capacidad de desempeñar un buen papel en cualquier cargo, que somos igualmente capaces de ser líderes y de tomar decisiones difíciles cuando las circunstancias así lo exigen.

Como en todo, cuando se trata de elegir a una persona que pueda hacer un buen trabajo en algún cargo, siempre existirá la posibilidad de que una mujer sea la mejor opción o que sea un hombre. Lo importante es distinguir la capacidad de su género.

No obstante, aunque hombres y mujeres seamos igualmente capaces, sin duda hay rasgos fundamentales que nos distinguen.

En política, en diversas ocasiones en la historia se ha visto que surgen figuras femeninas que resultan capaces de resolver problemas que habían aquejado a su comunidad desde hace tiempo. Y es que, es innegable que las mujeres tenemos una sensibilidad distinta al momento de gobernar.

Las mujeres en el gobierno ponemos mucha atención en los lamentables casos de violencia contra nuestras congéneres. Por ejemplo, la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez ha sido un tema que ha hecho mucho ruido desde hace mucho tiempo; seguramente, una mujer en el gobierno pondría una atención muy especial en resolver este asunto, pues lo verá como un compromiso muy personal.

Estoy convencida de que ninguna mujer, en ningún espacio, busca ser reconocida por ser mujer, sino por su trabajo. En Chihuahua hay mujeres trabajadoras, inteligentes y muy capaces, que ya están ocupando espacios que históricamente habían sido ocupados de manera exclusiva por hombres. En las empresas, en la política, en los negocios, en la agricultura, y un largo etcétera. Hemos demostrado ser tan capaces como los hombres, y buscamos ser reconocidas por nuestro trabajo y talento, no por el hecho de ser mujeres.

Bienvenida la paridad, pero debemos comprender que es únicamente un medio, y no un fin. Se trata de apoyar a las mujeres que YA estamos trabajando, en ningún caso se trata de regalarle una oportunidad a nadie; la calidad de nuestra labor debe ser el único rasgo determinante para alcanzar una posición y un reconocimiento.

El único verdadero fin es que como sociedad logremos ser más conscientes, que logremos ver más las capacidades que el género, y sobre todo, que se termine la violencia misógina en la política.