/ miércoles 3 de abril de 2024

Participación de la mujer llega a 51.2% en los estados

En la mitad de los 32 estados del país en febrero pasado se dio una participación superior al 50% de participación de la mujer en los empleos formales.

La brecha de género laboral formal del país se ha cerrado en los últimos años, e incluso, en algunos estados la participación de la mujer es mayor que la del hombre, lo que las está convirtiendo en un motor económico.

Según cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), al cierre de febrero del presente año se generaron 629,341 empleos formales, respecto a igual periodo del 2023. En la en creación de estas plazas en el IMSS las mujeres superaron a los hombres, ya que del total nacional 51.2% corresponde a mujeres, equivalente a 322,533 personas.

En comparación, hace 5 años la aportación de la mujer en el total de altas en el Seguro Social fue de 46.0%; o sea que, de cada 100 empleos formales creados, 46 fueron ocupados por mujeres y hace diez años el porcentaje ascendió apenas a 37 por ciento.

Tamaulipas presentó el mayor indicador de participación femenina en la creación de nuevos empleos formales con 92.4%; por lo que, de los 1,098 empleos, 1,015 pertenecieron al género femenino. Otros estados con porcentajes superiores a 60% son los de Sinaloa, Baja California Sur, Sonora, Jalisco y Michoacán, manifestando la apertura laboral para la mujer.

Las entidades con una aportación menor al 40% de la mujer en el mercado laboral formal fueron Quintana Roo, Campeche, Guerrero e Hidalgo.

Además, se dieron casos especiales. En Chihuahua y Tabasco, se registró una pérdida en el total de empleos; sin embargo, sí se crearon trabajos formales para las mujeres.

En Durango y Zacatecas se crearon una mayor creación de puestos femeninos sobre el total estatal, dándose pérdidas en los hombres.

En términos absolutos, el Estado de México fue la entidad que contrató la mayor cantidad de mujeres aseguradas en el IMSS, con 44,784 personas entre febrero del año pasado y el mismo mes de este 2024.

Ahora bien, con las cifras precedentes queda pendiente el otro aspecto de la diferencia entre hombres y mujeres laboralmente hablando y es el siguiente: En la actualidad, la brecha salarial de género en México es de 15.8% en promedio, por lo que por cada 100 pesos que percibe un hombre por este concepto, una mujer percibe 84 pesos. En cuanto a horas de trabajo, las mujeres dedican más del doble de tiempo que los hombres a actividades no remuneradas, por lo que tienen menos tiempo disponible para trabajar por un ingreso. En este renglón, el país ocupa la posición 117 entre 146 economías.

Por otro lado, en México existe una brecha en salarios asociada a la identificación indígena. La población que se considera indígena gana 23% menos que la población que no se considera así.

Y hablando claro, lo que perpetúa esta la brecha salarial, en la realidad está cimentada en la discriminación estructural. Esto se manifiesta en el salario base y otros elementos en los que se cuelan el machismo, el racismo y el clasismo. El pago por antigüedad o por horas extra, ayudas familiares, bonos y gratificaciones, así como otras retribuciones en especie integran el salario general y lo pueden hacer subir o bajar.

En la mitad de los 32 estados del país en febrero pasado se dio una participación superior al 50% de participación de la mujer en los empleos formales.

La brecha de género laboral formal del país se ha cerrado en los últimos años, e incluso, en algunos estados la participación de la mujer es mayor que la del hombre, lo que las está convirtiendo en un motor económico.

Según cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), al cierre de febrero del presente año se generaron 629,341 empleos formales, respecto a igual periodo del 2023. En la en creación de estas plazas en el IMSS las mujeres superaron a los hombres, ya que del total nacional 51.2% corresponde a mujeres, equivalente a 322,533 personas.

En comparación, hace 5 años la aportación de la mujer en el total de altas en el Seguro Social fue de 46.0%; o sea que, de cada 100 empleos formales creados, 46 fueron ocupados por mujeres y hace diez años el porcentaje ascendió apenas a 37 por ciento.

Tamaulipas presentó el mayor indicador de participación femenina en la creación de nuevos empleos formales con 92.4%; por lo que, de los 1,098 empleos, 1,015 pertenecieron al género femenino. Otros estados con porcentajes superiores a 60% son los de Sinaloa, Baja California Sur, Sonora, Jalisco y Michoacán, manifestando la apertura laboral para la mujer.

Las entidades con una aportación menor al 40% de la mujer en el mercado laboral formal fueron Quintana Roo, Campeche, Guerrero e Hidalgo.

Además, se dieron casos especiales. En Chihuahua y Tabasco, se registró una pérdida en el total de empleos; sin embargo, sí se crearon trabajos formales para las mujeres.

En Durango y Zacatecas se crearon una mayor creación de puestos femeninos sobre el total estatal, dándose pérdidas en los hombres.

En términos absolutos, el Estado de México fue la entidad que contrató la mayor cantidad de mujeres aseguradas en el IMSS, con 44,784 personas entre febrero del año pasado y el mismo mes de este 2024.

Ahora bien, con las cifras precedentes queda pendiente el otro aspecto de la diferencia entre hombres y mujeres laboralmente hablando y es el siguiente: En la actualidad, la brecha salarial de género en México es de 15.8% en promedio, por lo que por cada 100 pesos que percibe un hombre por este concepto, una mujer percibe 84 pesos. En cuanto a horas de trabajo, las mujeres dedican más del doble de tiempo que los hombres a actividades no remuneradas, por lo que tienen menos tiempo disponible para trabajar por un ingreso. En este renglón, el país ocupa la posición 117 entre 146 economías.

Por otro lado, en México existe una brecha en salarios asociada a la identificación indígena. La población que se considera indígena gana 23% menos que la población que no se considera así.

Y hablando claro, lo que perpetúa esta la brecha salarial, en la realidad está cimentada en la discriminación estructural. Esto se manifiesta en el salario base y otros elementos en los que se cuelan el machismo, el racismo y el clasismo. El pago por antigüedad o por horas extra, ayudas familiares, bonos y gratificaciones, así como otras retribuciones en especie integran el salario general y lo pueden hacer subir o bajar.