/ viernes 26 de junio de 2020

Todo está en que López Obrador reciba los datos correctos

Muchos quisiéramos tener elementos para expresarnos y hablar y escribir bien de nuestro presidente, porque si le va bien a él, indudablemente que nos va bien a todos los mexicanos. Pero aunque tengamos la certeza de que es un hombre bien intencionado su diario actuar nos dice lo contrario, su rencor contra el pasado se refleja permanentemente en su forma de pretender gobernar.

Es cierto que la corrupción oficial y privada estaban a punto de derrumbar el país y, si bien también es cierto que el crecimiento y prosperidad de administraciones pasadas, incluso la del mismo Enrique Peña Nieto, aunque la prosperidad se reflejara en el PIB, Producto Interno Bruto, don Andrés, el país estaba a punto de colapsar y pudiéramos estar incluso mucho peor que como ahora nos dicen que estamos.

La gente en la miseria, no pobre solamente, amenazaba con comerse a ese conglomerado de fifís que a través de unas cuantas familias habían hecho, deshecho y abusado a su libre albedrío de este noble país, de su riqueza en todas su vertientes y ahora nos espantamos, y escribo nos espantamos, porque tuvieron el cuidado de dejar una clase media, mediocre diría yo, que aunque reducida, servía para validarles y hasta alabarles sus pillerías, dizque en bien de la nación.

Nos espantamos, me incluyo, porque el presidente inició su sexenio repartiendo a diestra y siniestra dinero contante y sonante, que a ninis, jóvenes que ni estudian ni trabajan, que pensiones a mayores de 68 años, que otras pensiones a discapacitados, que a madres para guarderías, que a estudiantes de preparatoria, en fin dinero que jamás muchísimos de los beneficiados habían visto nunca.

Claro que los menos usaron el dinero para festejar, para embriagarse, para divertirse, pero los más difícilmente olvidarán en las urnas a López Obrador. Quizás esté equivocado en algunas cosas, como lo del aeropuerto en Texcoco, pero quizá no y las ganancias de los fifís de la iniciativa privada esperaban llenar sus arcas con dividendos insospechados.

Quizá la refinería de Dos Bocas en Tabasco pueda estar obsoleta por el manejo de combustible fósil, pero no son diez las que va a construir, y la única es en su tierra, más mal sería que no lo hiciera.

Hay muchas fallas, claro está, no todos los datos concuerdan, hay que reconocer que no es fácil reconstruir algo que por milenios han estado destruyendo, pero hay detalles que son los mismos que combate y que se están estacionando en su bando, no en su banda. Algunos corruptos que no creo que se hayan regenerados, pero bueno, toda democracia tiene sus fallas

Las concesiones a parientes de funcionarios, como al hijo de Bartlett, al hermano de Zoé Robledo, los regresos de gente no tan clara como el del líder mineros Napoleón Gómez Urrutia, los nuevos que están haciendo su agosto, como Ricardo Salinas Pliego, que ya dejó a su hijo con el negocio pequeño.

Pero todo mundo espera, el mundo de los que creen en López Obrador, que éste reciba los datos correctos y elimine los nubarrones que le enturbian el firmamento y pueda dejar un país sano, transparente y con un excelente futuro para todos, principalmente para los que nunca han tenido nada, para los que más han batallado y los que más lo han respaldado.

Muchos quisiéramos tener elementos para expresarnos y hablar y escribir bien de nuestro presidente, porque si le va bien a él, indudablemente que nos va bien a todos los mexicanos. Pero aunque tengamos la certeza de que es un hombre bien intencionado su diario actuar nos dice lo contrario, su rencor contra el pasado se refleja permanentemente en su forma de pretender gobernar.

Es cierto que la corrupción oficial y privada estaban a punto de derrumbar el país y, si bien también es cierto que el crecimiento y prosperidad de administraciones pasadas, incluso la del mismo Enrique Peña Nieto, aunque la prosperidad se reflejara en el PIB, Producto Interno Bruto, don Andrés, el país estaba a punto de colapsar y pudiéramos estar incluso mucho peor que como ahora nos dicen que estamos.

La gente en la miseria, no pobre solamente, amenazaba con comerse a ese conglomerado de fifís que a través de unas cuantas familias habían hecho, deshecho y abusado a su libre albedrío de este noble país, de su riqueza en todas su vertientes y ahora nos espantamos, y escribo nos espantamos, porque tuvieron el cuidado de dejar una clase media, mediocre diría yo, que aunque reducida, servía para validarles y hasta alabarles sus pillerías, dizque en bien de la nación.

Nos espantamos, me incluyo, porque el presidente inició su sexenio repartiendo a diestra y siniestra dinero contante y sonante, que a ninis, jóvenes que ni estudian ni trabajan, que pensiones a mayores de 68 años, que otras pensiones a discapacitados, que a madres para guarderías, que a estudiantes de preparatoria, en fin dinero que jamás muchísimos de los beneficiados habían visto nunca.

Claro que los menos usaron el dinero para festejar, para embriagarse, para divertirse, pero los más difícilmente olvidarán en las urnas a López Obrador. Quizás esté equivocado en algunas cosas, como lo del aeropuerto en Texcoco, pero quizá no y las ganancias de los fifís de la iniciativa privada esperaban llenar sus arcas con dividendos insospechados.

Quizá la refinería de Dos Bocas en Tabasco pueda estar obsoleta por el manejo de combustible fósil, pero no son diez las que va a construir, y la única es en su tierra, más mal sería que no lo hiciera.

Hay muchas fallas, claro está, no todos los datos concuerdan, hay que reconocer que no es fácil reconstruir algo que por milenios han estado destruyendo, pero hay detalles que son los mismos que combate y que se están estacionando en su bando, no en su banda. Algunos corruptos que no creo que se hayan regenerados, pero bueno, toda democracia tiene sus fallas

Las concesiones a parientes de funcionarios, como al hijo de Bartlett, al hermano de Zoé Robledo, los regresos de gente no tan clara como el del líder mineros Napoleón Gómez Urrutia, los nuevos que están haciendo su agosto, como Ricardo Salinas Pliego, que ya dejó a su hijo con el negocio pequeño.

Pero todo mundo espera, el mundo de los que creen en López Obrador, que éste reciba los datos correctos y elimine los nubarrones que le enturbian el firmamento y pueda dejar un país sano, transparente y con un excelente futuro para todos, principalmente para los que nunca han tenido nada, para los que más han batallado y los que más lo han respaldado.