/ sábado 7 de diciembre de 2019

A un año de la 4T: ¿crecimiento, estancamiento o retroceso?

A un año de haber iniciado el gobierno de la 4T, resulta necesario reflexionar sobre los aspectos relevantes para determinar si durante ese periodo ha habido crecimiento, estancamiento o retroceso.

Más allá de reflexionar en torno a los aspectos económicos que, por cierto, indican que en el primer año de la 4T el crecimiento económico ha sido prácticamente nulo (o sea, del 0%) y que, por lo tanto, este 2019 ha sido de franco estancamiento o retroceso, es necesario analizar otros aspectos que afectan a la sociedad mexicana.
En ese sentido, lo primero que cabe resaltar es el crecimiento de la polarización y la división de la sociedad incitada por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador. Crecimiento que, a su vez, representa un retroceso en la cohesión social existente antes de la era de la 4T.
A un año de la 4T, el presidente presume que hay grandes avances en materia de combate a la corrupción, de ahorro (gracias a la austeridad republicana) y de implementación de programas sociales. Lo que por obvias razones no presume el presidente son las acciones de su gobierno (empezando con las de él) que lo contradicen.
Dicho en otras palabras, el presidente omite hablar sobre el crecimiento exponencial en la contratación de obra pública por adjudicación directa, de que parte de los ahorros (si es que realmente los hay) se destinan a los denominados “Amlofest” (que no son otra cosa más que eventos masivos para rendirle culto), o de que la mayoría de los programas sociales carece de las reglas de operación necesarias para impedir la opacidad en el uso de los recursos públicos destinados a dichos programas. Y eso, definitivamente, no es un estancamiento, es un retroceso.
A un año de la 4T, el presidente minimiza muchas cosas como el crecimiento de la inseguridad y violencia en todas sus formas, o el estancamiento de la economía o del retroceso en materia ambiental. Y no conforme con eso, todavía pide un año más para consolidar la transformación; será entonces cuando “los conservadores no podrán revertir los cambios” (sentencia que, más que esperanzadora, resulta aterradora).
Quizá por todo eso es que mientras que en el Zócalo capitalino se desbordaban los ánimos triunfalistas de la 4T con motivo del primer año de haber iniciado la metamorfosis, por el Paseo de la Reforma se extendía una marcha contra de las políticas implementadas por el gobierno que encabeza el presidente López Obrador.
Finalizo en esta ocasión parafraseando lo dicho alguna vez por el escritor y columnista estadounidense John Podhoretz: “No hay luz al final del túnel en el mensaje del presidente López Obrador y de sus promesas de mejores cosas por venir. Sólo existe el estancamiento actual, seguido de un lento descenso”.

laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com

A un año de haber iniciado el gobierno de la 4T, resulta necesario reflexionar sobre los aspectos relevantes para determinar si durante ese periodo ha habido crecimiento, estancamiento o retroceso.

Más allá de reflexionar en torno a los aspectos económicos que, por cierto, indican que en el primer año de la 4T el crecimiento económico ha sido prácticamente nulo (o sea, del 0%) y que, por lo tanto, este 2019 ha sido de franco estancamiento o retroceso, es necesario analizar otros aspectos que afectan a la sociedad mexicana.
En ese sentido, lo primero que cabe resaltar es el crecimiento de la polarización y la división de la sociedad incitada por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador. Crecimiento que, a su vez, representa un retroceso en la cohesión social existente antes de la era de la 4T.
A un año de la 4T, el presidente presume que hay grandes avances en materia de combate a la corrupción, de ahorro (gracias a la austeridad republicana) y de implementación de programas sociales. Lo que por obvias razones no presume el presidente son las acciones de su gobierno (empezando con las de él) que lo contradicen.
Dicho en otras palabras, el presidente omite hablar sobre el crecimiento exponencial en la contratación de obra pública por adjudicación directa, de que parte de los ahorros (si es que realmente los hay) se destinan a los denominados “Amlofest” (que no son otra cosa más que eventos masivos para rendirle culto), o de que la mayoría de los programas sociales carece de las reglas de operación necesarias para impedir la opacidad en el uso de los recursos públicos destinados a dichos programas. Y eso, definitivamente, no es un estancamiento, es un retroceso.
A un año de la 4T, el presidente minimiza muchas cosas como el crecimiento de la inseguridad y violencia en todas sus formas, o el estancamiento de la economía o del retroceso en materia ambiental. Y no conforme con eso, todavía pide un año más para consolidar la transformación; será entonces cuando “los conservadores no podrán revertir los cambios” (sentencia que, más que esperanzadora, resulta aterradora).
Quizá por todo eso es que mientras que en el Zócalo capitalino se desbordaban los ánimos triunfalistas de la 4T con motivo del primer año de haber iniciado la metamorfosis, por el Paseo de la Reforma se extendía una marcha contra de las políticas implementadas por el gobierno que encabeza el presidente López Obrador.
Finalizo en esta ocasión parafraseando lo dicho alguna vez por el escritor y columnista estadounidense John Podhoretz: “No hay luz al final del túnel en el mensaje del presidente López Obrador y de sus promesas de mejores cosas por venir. Sólo existe el estancamiento actual, seguido de un lento descenso”.

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