Actualmente, la certificación de los aprovechamientos forestales se realiza en México por medio de dos mecanismos, el estándar de manejo forestal responsable que opera el organismo internacional Forest Stewardship Council (FSC) y la certificación de manejo sustentable de bosques que establece la Norma Mexicana NMX-AA-143-SCFI-2015. En ambos sistemas, se han logrado importantes avances en el estado de Chihuahua, desafortunadamente el mercado de la madera aún no lo valora.
En el período de 2023 y lo que va de 2024, la certificación forestal ha continuado su avance. Se renovó la certificación FSC de los ejidos Madera y El Largo en el municipio de Madera, además del ejido Cabórachi, en el municipio de Guachochi y se otorgaron nuevas certificaciones a los ejidos Huevachi, Cerro Blanco, Ocampo y Cerro Pelón y Ahuchique, en los municipios de Ocampo, Guerrero y Bocoyna, y al ejido La Pinta, La Joya y Anexos en el municipio de Balleza. Con la certificación del FSC, son ya 14 ejidos con 464,883 hectáreas certificadas. Con la Norma Mexicana, se tienen ya 32 ejidos con 517,377 hectáreas certificadas. Sumando ambos esquemas, tenemos en el estado un total de 26 ejidos certificados que cubren una superficie de 982,260 hectáreas.
Para el presente año, se van a evaluar 8 predios más con el FSC en una superficie de 119,203 hectáreas y 20 predios con la Norma Mexicana en una superficie de 96,709 hectáreas. Una vez que esto se logre, el estado tendría un total de 74 predios con una superficie de 1,198,172 hectáreas certificadas. Esto es un gran avance, sin duda, y es importante reconocer, además del esfuerzo y la iniciativa de los propios productores, el gran trabajo que han hecho los técnicos forestales que dan asesoría y acompañamiento a estos ejidos.
Es importante considerar, que la certificación se realiza de forma voluntaria. Es decir, son los propios productores quienes toman la decisión de participar en estos rigurosos procesos de evaluación y certificación, que implica cumplir no solo con evidenciar que su aprovechamiento lo realizan de conformidad con todas las exigencias que les imponen nuestras leyes, sino que cumplen también, con otros requerimientos adicionales, como asegurar que el aprovechamiento de sus bosques, lleve, además, beneficios sociales y económicos a todos los integrantes de su comunidad. Todo ello se verifica por los organismos certificadores con una evaluación inicial y posteriormente a través de auditorías anuales para mantener la certificación.
Sin embargo, todo este esfuerzo que ellos hacen, aún no se refleja en que el mercado de la madera les de preferencia en consumo y precio justo sobre los productos de madera no certificados. Adquirir madera certificada, implicaría no solo cubrir sus propias demandas de madera, sino además, se estaría promoviendo el buen manejo y la conservación de los bosques, y con ello, la provisión de los servicios ambientales que estos nos brindan a todos.
Las empresas fabricantes de muebles o la industria manufacturera y comercializadoras que consumen tarimas, tienen la gran oportunidad de acreditar que están cumpliendo cabalmente sus políticas de ESG, al evitar compras de madera a proveedores que no certifiquen sus procesos, y que inclusive, su origen legal no esté del todo asegurado. Para empresas exportadoras, es importante tomar en cuenta, además, que la certificación FSC es la de mayor reconocimiento en los mercados de Estados Unidos y a nivel internacional. Nuestro estado tiene todo para lograr un gran cambio hacia el uso generalizado de madera certificada, y como consecuencia, dar un paso muy importante hacia la conservación de los bosques y de sus valiosos recursos asociados. Es sólo cuestión de que las empresas que la utilizan, tomen esa decisión.