/ lunes 4 de octubre de 2021

El chihuahuense, la industria y la familia

Por: Jorge Cruz Camberos

Seguimos con nuestro compendio de editoriales enfocados a la identidad chihuahuense, y en esta ocasión les hablaré sobre que “el capitalino” sabe que se debe a un pasado histórico que no debe perderse y puede fortalecerse; a la vez entiende como parteaguas el momento de introducción de la industria que más allá de ser un punto negativo lo obliga a adaptarse y ser hoy en día quien impulsa el futuro de la ciudad, sobre todo a través de los jóvenes que han comprendido que hay un futuro que les habla desde el consumo y el estilo de vida, sin perder un pasado de orgullo y de valores.

Nuestra forma de ser habla de lo que aprendimos en casa, valores como la hospitalidad y el respeto, sin olvidar que toda esa educación se genera en nuestras casas, como parte de la herencia ancestral que nos hace sentir orgullo y que guía nuestro día a día.

Los chihuahuenses nos manejamos en el margen de lo cordial y hacemos del respeto una carta de presentación. Sabemos que ser así es positivo porque ahí inicia nuestro bienestar, pues esta parte funge como marcador de estabilidad. “Los de la capital” sabemos que no tenemos la ciudad más avanzada en comparación con otras capitales del país, empero sí reconocemos que caminamos fuerte y “recio” hacia la modernidad. Desde nuestra perspectiva, la ciudad de Chihuahua avanza y se le reconoce en la región.

Nuestra forma de ser implica ser activo, hablar del “jale” para referirnos al trabajo que nos permite vivir, aprovechar el tiempo y los espacios que podemos disfrutar, sin embargo, algo de suma importancia es la cercanía que tenemos con la parte norte del continente, esa posición estratégica que “nos da norte”, pues los chihuahuenses nos relacionamos mucho con el estilo de vida americana, aceptamos que hay mejores lugares o condiciones allá, sin embargo, no significa que queramos que Chihuahua sea como ese territorio.

Al contrario, seleccionamos lo bueno con un filtro para evitar no crecer como sociedad “a lo bárbaro”. Llegados a este punto, los chihuahuenses mismos nos volvemos nuestra propia guía, pues nuestro temperamento social conecta directamente con la necesidad de querer influir desde casa, tal y como siempre lo hemos hecho.

Tenemos también que entender que estamos en un punto en el que han iniciado cambios dentro del seno de las familias, tanto en su conformación como en la manera en que nos estamos organizando. Esto no necesariamente se ve como negativo, sino como un proceso al cual nos tenemos que adaptar para seguir fortaleciendo nuestros lazos.

Si hablamos de los valores del chihuahuense, es obligado hablar de un punto esencial, me refiero a las nuevas generaciones, quienes presentan una nueva forma de entender la vida y el contexto contemporáneo. Son los jóvenes quienes están viviendo cambios en las expectativas y contrastes de la ciudad, ven que hay opciones pero que aún necesitan diversificarse, tanto en el empleo y la recreación como en las formas de actuar.

Así pues, podemos resumir que los chihuahuenses, jóvenes, adultos y mayores, somos gente de temperamento con futuro, orgullosos del pasado y de nuestra familia, que luchamos trabajando por un mejor presente. Somos de respeto a nivel nacional y, como dijo Marco Bonilla, “le estamos dando norte” a México.


Por: Jorge Cruz Camberos

Seguimos con nuestro compendio de editoriales enfocados a la identidad chihuahuense, y en esta ocasión les hablaré sobre que “el capitalino” sabe que se debe a un pasado histórico que no debe perderse y puede fortalecerse; a la vez entiende como parteaguas el momento de introducción de la industria que más allá de ser un punto negativo lo obliga a adaptarse y ser hoy en día quien impulsa el futuro de la ciudad, sobre todo a través de los jóvenes que han comprendido que hay un futuro que les habla desde el consumo y el estilo de vida, sin perder un pasado de orgullo y de valores.

Nuestra forma de ser habla de lo que aprendimos en casa, valores como la hospitalidad y el respeto, sin olvidar que toda esa educación se genera en nuestras casas, como parte de la herencia ancestral que nos hace sentir orgullo y que guía nuestro día a día.

Los chihuahuenses nos manejamos en el margen de lo cordial y hacemos del respeto una carta de presentación. Sabemos que ser así es positivo porque ahí inicia nuestro bienestar, pues esta parte funge como marcador de estabilidad. “Los de la capital” sabemos que no tenemos la ciudad más avanzada en comparación con otras capitales del país, empero sí reconocemos que caminamos fuerte y “recio” hacia la modernidad. Desde nuestra perspectiva, la ciudad de Chihuahua avanza y se le reconoce en la región.

Nuestra forma de ser implica ser activo, hablar del “jale” para referirnos al trabajo que nos permite vivir, aprovechar el tiempo y los espacios que podemos disfrutar, sin embargo, algo de suma importancia es la cercanía que tenemos con la parte norte del continente, esa posición estratégica que “nos da norte”, pues los chihuahuenses nos relacionamos mucho con el estilo de vida americana, aceptamos que hay mejores lugares o condiciones allá, sin embargo, no significa que queramos que Chihuahua sea como ese territorio.

Al contrario, seleccionamos lo bueno con un filtro para evitar no crecer como sociedad “a lo bárbaro”. Llegados a este punto, los chihuahuenses mismos nos volvemos nuestra propia guía, pues nuestro temperamento social conecta directamente con la necesidad de querer influir desde casa, tal y como siempre lo hemos hecho.

Tenemos también que entender que estamos en un punto en el que han iniciado cambios dentro del seno de las familias, tanto en su conformación como en la manera en que nos estamos organizando. Esto no necesariamente se ve como negativo, sino como un proceso al cual nos tenemos que adaptar para seguir fortaleciendo nuestros lazos.

Si hablamos de los valores del chihuahuense, es obligado hablar de un punto esencial, me refiero a las nuevas generaciones, quienes presentan una nueva forma de entender la vida y el contexto contemporáneo. Son los jóvenes quienes están viviendo cambios en las expectativas y contrastes de la ciudad, ven que hay opciones pero que aún necesitan diversificarse, tanto en el empleo y la recreación como en las formas de actuar.

Así pues, podemos resumir que los chihuahuenses, jóvenes, adultos y mayores, somos gente de temperamento con futuro, orgullosos del pasado y de nuestra familia, que luchamos trabajando por un mejor presente. Somos de respeto a nivel nacional y, como dijo Marco Bonilla, “le estamos dando norte” a México.