/ sábado 16 de diciembre de 2017

¡Fuera máscaras…!

Después de casi cuatro décadas de una transición política abortada, dizque rumbo a la democracia, el 2018 será un hito dentro de la historia de México. Será el año en que los candidatos de los principales partidos políticos y un par competirán por la silla presidencial sin haber sido ninguno elegido democráticamente, todo un récord histórico.

Será el año, en que a los mexicanos conscientes nos costará un gran esfuerzo decidir por quién votar o simplemente anular el voto. Será el año en que miles de panistas, perredistas y morenistas tendrán que literalmente fingir demencia, para reconocer las acciones, declaraciones y decisiones que hayan llevado a ciertos grillos y oportunistas a las candidaturas, incluyendo la candidatura presidencial.

En el PRD empezó la moda de los pactos tribales de los candidatos de unidad de la burla a la democracia interna del partido para elegir a sus dirigentes y a sus candidatos; en el PAN el tribalismo partidista fue criticado por sus fundadores, como una clara muestra de corporativismo, acarreo y manipulación política.

Pero es en el PAN donde el tribalismo rompió todos sus récords, porque el propio presidente nacional del partido se agandalló la candidatura a presidente de la república y ningún panista de prosapia, tradición o no, intentó realmente detenerlo, salvo algunos militantes que fueron ex secretarios de Estado y altos funcionarios de la presidencia durante el gobierno de Calderón, así como el mismo Calderón.

López Obrador se declaró esta semana juarista y guadalupano, equivale a que cualquier político en el planeta se declarara capitalista y comunista a la vez, o que declarara que está a favor del aborto y de la protección a la vida, y que salta al ruedo a denunciarlo la Poniatowska, su eterna defensora, pero fuera del show periodístico, nadie la va a seguir ni escuchar.

Poquísimos hemos leído el mamotreto de 400 y pico de páginas del programa de gobierno de López Obrador, que promete una mensualidad a los ninis, la locura de desparramar las secretarías de Estado en distintas ciudades, abrogar todas las leyes que han modernizado la educación en la última década, en pocas palabras promete convertirnos en Venezuela II. Y no falta quien salte de emoción.

En pocas palabras, en este 2017 la democracia interna de los partidos ha sido sepultada y para efectos prácticos a ningún militante realmente le importa. La competencia ha sido el único mecanismo para que evolucionen las sociedades, crezcan las comunidades y los más ambiciosos se esfuercen en mejorar, para que el poderoso en la medida de lo posible sea lo menos incompetente, prepotente, incapaz, corrupto, soberbio y autoritario.

Hoy realmente estoy desencantado de ser mexicano, porque después de lo que hemos visto en las últimas semanas, ¿qué podemos esperar de México? después del abuso y arbitrariedad con que se han designado los precandidatos a la Presidencia de la República, porque después de simular sus respectivas precampañas en los medios de comunicación, terminarán siendo los candidatos de sus partidos y coaliciones.

No sólo México, todo el planeta pasa por un mal momento, mi generación y los mayores están literalmente aterrorizados, conservadores e izquierdistas suspiran por los años 60 y 70, cuando su ideología partía en dos al planeta, pero hoy con la globalización, internet, la migración, los millenials, están dispuestos a votar por cualquier demagogo, que les prometa regresarlos a sus tiempos, lo cual es increíble e imposible.

¿Acaso los mexicanos somos idiotas, minusválidos mentales o será simplemente que tenemos contraindicado el gen democrático y estamos destinados a ser una república bananera?

 

Después de casi cuatro décadas de una transición política abortada, dizque rumbo a la democracia, el 2018 será un hito dentro de la historia de México. Será el año en que los candidatos de los principales partidos políticos y un par competirán por la silla presidencial sin haber sido ninguno elegido democráticamente, todo un récord histórico.

Será el año, en que a los mexicanos conscientes nos costará un gran esfuerzo decidir por quién votar o simplemente anular el voto. Será el año en que miles de panistas, perredistas y morenistas tendrán que literalmente fingir demencia, para reconocer las acciones, declaraciones y decisiones que hayan llevado a ciertos grillos y oportunistas a las candidaturas, incluyendo la candidatura presidencial.

En el PRD empezó la moda de los pactos tribales de los candidatos de unidad de la burla a la democracia interna del partido para elegir a sus dirigentes y a sus candidatos; en el PAN el tribalismo partidista fue criticado por sus fundadores, como una clara muestra de corporativismo, acarreo y manipulación política.

Pero es en el PAN donde el tribalismo rompió todos sus récords, porque el propio presidente nacional del partido se agandalló la candidatura a presidente de la república y ningún panista de prosapia, tradición o no, intentó realmente detenerlo, salvo algunos militantes que fueron ex secretarios de Estado y altos funcionarios de la presidencia durante el gobierno de Calderón, así como el mismo Calderón.

López Obrador se declaró esta semana juarista y guadalupano, equivale a que cualquier político en el planeta se declarara capitalista y comunista a la vez, o que declarara que está a favor del aborto y de la protección a la vida, y que salta al ruedo a denunciarlo la Poniatowska, su eterna defensora, pero fuera del show periodístico, nadie la va a seguir ni escuchar.

Poquísimos hemos leído el mamotreto de 400 y pico de páginas del programa de gobierno de López Obrador, que promete una mensualidad a los ninis, la locura de desparramar las secretarías de Estado en distintas ciudades, abrogar todas las leyes que han modernizado la educación en la última década, en pocas palabras promete convertirnos en Venezuela II. Y no falta quien salte de emoción.

En pocas palabras, en este 2017 la democracia interna de los partidos ha sido sepultada y para efectos prácticos a ningún militante realmente le importa. La competencia ha sido el único mecanismo para que evolucionen las sociedades, crezcan las comunidades y los más ambiciosos se esfuercen en mejorar, para que el poderoso en la medida de lo posible sea lo menos incompetente, prepotente, incapaz, corrupto, soberbio y autoritario.

Hoy realmente estoy desencantado de ser mexicano, porque después de lo que hemos visto en las últimas semanas, ¿qué podemos esperar de México? después del abuso y arbitrariedad con que se han designado los precandidatos a la Presidencia de la República, porque después de simular sus respectivas precampañas en los medios de comunicación, terminarán siendo los candidatos de sus partidos y coaliciones.

No sólo México, todo el planeta pasa por un mal momento, mi generación y los mayores están literalmente aterrorizados, conservadores e izquierdistas suspiran por los años 60 y 70, cuando su ideología partía en dos al planeta, pero hoy con la globalización, internet, la migración, los millenials, están dispuestos a votar por cualquier demagogo, que les prometa regresarlos a sus tiempos, lo cual es increíble e imposible.

¿Acaso los mexicanos somos idiotas, minusválidos mentales o será simplemente que tenemos contraindicado el gen democrático y estamos destinados a ser una república bananera?