/ sábado 9 de febrero de 2019

Información que entretiene, no forma (continuación)

“La ciudadanía también tiene una responsabilidad con la construcción de su realidad, y de enterarse si los medios de comunicación le están manejando; de que la democracia cada vez está más vacía, es una cáscara, una apariencia de democracia”, dice Rosa María Calaf.


“Pero el círculo rojo no es una democracia. Y los poderes están mezclados, cosa que es evidente. Eso es muy peligroso porque deja al ciudadano en una indefensión absoluta”.


“En países como los europeos se vive una mayor movilización social autónoma, mucho mayor que la de antes. El poder económico ha fagocitado (neutralizado) a la política y los medios”.


Agrega que tenemos que hacer autocrítica porque los medios ahí no han sabido defender el espacio que debe tener el periodismo y la información en la ciudadanía. “En ese momento, de extremo peligro, la gente era consciente de hacer algo. Ahora la gente lo cree, pero piensa que, cuando toma la decisión, lo hace con una base sólida de conocimiento y no es así”.


Ahora la confunden. Las encuestas sobre los datos de la Red de Periodismo Europeo y los informes ponen los vellos de punta con la campaña de Trump, del Brexit, sobre Europa, de cómo los medios sistemáticamente han mentido, algunos más y otros menos. Pero han difundido una cantidad de mentiras tremendas y están haciendo un proceso de cerrar a la gente en burbujas, donde no son conscientes de que se retroalimentan con sus propios pensamientos, sin contrastar con lo que pasa alrededor.


Cuando se le pregunta por qué los medios de comunicación (convencionales) han perdido su esencia y su función social, la periodista señala que esto es resultado de la misma crisis, provocada por los propios entes de gobierno y los propios intereses político-económicos.


“Claro, y la prensa en lugar de combatir la instalación de esos métodos tan peligrosos, para que la gente se diera cuenta de que se les ocultaba la verdad, pues no lo hizo. Y, además, se alineó en la mayoría de los casos con los mismos intereses que promueven este mundo. La mayoría de los medios, aquí y fuera, está con grupos de poder económicos. Porque en este momento el peligro no es el poder político, es el poder económico”, el poder fáctico.


“¿Qué manera hay para desarticular la sociedad? Hacer lo que antes se hacía en la política: yo quiero conseguir los recursos de tal país. ¿Qué hago? Pongo un dictador, mato gente, hago un golpe de Estado y la gente se queda muerta de miedo. Pero ahora eso ya no es necesario porque con las redes, y lo que hemos aprendido sociológicamente, puedes hacer que la gente crea y logre convencerse de que hay que cargarse la sociedad y hay que planear campañas de descrédito”.

¿Un síndrome de Estocolmo? ¿La sociedad secuestrada por los medios? Sí, en la medida en que la sociedad no diversifique sus fuentes de información.

“Por supuesto y se da en la sociedad también. Es igual. La gente cree que es libre porque vota. Y que es demócrata. Y si reclamas otro orden más igualitario, te dicen que eres un antisistema, pero no todo es blanco y negro”.


Y hay muchos grises. Cada vez vivimos más en un mundo no de opinión pública, sino de emoción pública. Y eso es muy peligroso. Basar las decisiones en las emociones tiene un riesgo extraordinario porque las emociones son muy difíciles de controlar. Y claro que hay una parte emocional, de empatía, pero esa emoción debe estar anclada en un conocimiento y una parte racional. No dejarse llevar por lo primero que te dicen.


Tercera y será la vencida; en la próxima colaboración cerraré el compendio de las expresiones de la periodista internacional Rosa María Calaf, en una entrevista que pone en relieve el impacto de los medios en la formación de opinión pública y la percepción colectiva.


alfredopineraguevara@gmail.com


“La ciudadanía también tiene una responsabilidad con la construcción de su realidad, y de enterarse si los medios de comunicación le están manejando; de que la democracia cada vez está más vacía, es una cáscara, una apariencia de democracia”, dice Rosa María Calaf.


“Pero el círculo rojo no es una democracia. Y los poderes están mezclados, cosa que es evidente. Eso es muy peligroso porque deja al ciudadano en una indefensión absoluta”.


“En países como los europeos se vive una mayor movilización social autónoma, mucho mayor que la de antes. El poder económico ha fagocitado (neutralizado) a la política y los medios”.


Agrega que tenemos que hacer autocrítica porque los medios ahí no han sabido defender el espacio que debe tener el periodismo y la información en la ciudadanía. “En ese momento, de extremo peligro, la gente era consciente de hacer algo. Ahora la gente lo cree, pero piensa que, cuando toma la decisión, lo hace con una base sólida de conocimiento y no es así”.


Ahora la confunden. Las encuestas sobre los datos de la Red de Periodismo Europeo y los informes ponen los vellos de punta con la campaña de Trump, del Brexit, sobre Europa, de cómo los medios sistemáticamente han mentido, algunos más y otros menos. Pero han difundido una cantidad de mentiras tremendas y están haciendo un proceso de cerrar a la gente en burbujas, donde no son conscientes de que se retroalimentan con sus propios pensamientos, sin contrastar con lo que pasa alrededor.


Cuando se le pregunta por qué los medios de comunicación (convencionales) han perdido su esencia y su función social, la periodista señala que esto es resultado de la misma crisis, provocada por los propios entes de gobierno y los propios intereses político-económicos.


“Claro, y la prensa en lugar de combatir la instalación de esos métodos tan peligrosos, para que la gente se diera cuenta de que se les ocultaba la verdad, pues no lo hizo. Y, además, se alineó en la mayoría de los casos con los mismos intereses que promueven este mundo. La mayoría de los medios, aquí y fuera, está con grupos de poder económicos. Porque en este momento el peligro no es el poder político, es el poder económico”, el poder fáctico.


“¿Qué manera hay para desarticular la sociedad? Hacer lo que antes se hacía en la política: yo quiero conseguir los recursos de tal país. ¿Qué hago? Pongo un dictador, mato gente, hago un golpe de Estado y la gente se queda muerta de miedo. Pero ahora eso ya no es necesario porque con las redes, y lo que hemos aprendido sociológicamente, puedes hacer que la gente crea y logre convencerse de que hay que cargarse la sociedad y hay que planear campañas de descrédito”.

¿Un síndrome de Estocolmo? ¿La sociedad secuestrada por los medios? Sí, en la medida en que la sociedad no diversifique sus fuentes de información.

“Por supuesto y se da en la sociedad también. Es igual. La gente cree que es libre porque vota. Y que es demócrata. Y si reclamas otro orden más igualitario, te dicen que eres un antisistema, pero no todo es blanco y negro”.


Y hay muchos grises. Cada vez vivimos más en un mundo no de opinión pública, sino de emoción pública. Y eso es muy peligroso. Basar las decisiones en las emociones tiene un riesgo extraordinario porque las emociones son muy difíciles de controlar. Y claro que hay una parte emocional, de empatía, pero esa emoción debe estar anclada en un conocimiento y una parte racional. No dejarse llevar por lo primero que te dicen.


Tercera y será la vencida; en la próxima colaboración cerraré el compendio de las expresiones de la periodista internacional Rosa María Calaf, en una entrevista que pone en relieve el impacto de los medios en la formación de opinión pública y la percepción colectiva.


alfredopineraguevara@gmail.com