/ sábado 3 de agosto de 2019

Ante notario público

La semana pasada el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, firmó ante notario público un documento mediante el cual plasma su firme compromiso de no reelección, es decir, la manifestación expresa de que no buscará continuar como presidente de la república después de que concluya su periodo de gobierno, para el que fue electo durante el 2018.


Durante su conferencia matutina del día 25 de junio, AMLO signó ante el fedatario 30 de la Ciudad de México, Rafael Arturo Coello Santos, dicho documento que es una ridícula copia de lo que hizo su antecesor, Enrique Peña Nieto, a todo lo largo y ancho del país, al firmar ante notario público miles de compromisos públicos que por supuesto nunca cumplió y quedaron sólo en papel baratija, eso sí, certificados ante notario público.


Resulta paradójico que este documento firmado por Andrés Manuel López Obrador tiene la misma validez y credibilidad que en los hechos tiene en nuestro país la protesta que rinde el presidente electo ante el presidente del Congreso de la Unión, al asumir el mandato; la protesta de “cumplir y hacer cumplir la ley”. Palabras huecas, letras y firmas muertas que a nadie entusiasman.

No faltó quien a través de la redes sociales le espetó al mandatario nacional que lo que hizo en su conferencia mañanera fue ridículo, pues la no reelección (que el presidente tradujo ahora en un compromiso político) es un ordenamiento legal inscrito en nuestra constitución, y ese documento fundamental de nuestro país está por encima de cualquier papelito que signe el presidente, así lo haga ante notario público o no.

Más asombro causa que el fedatario público 30 de la Ciudad de México, Rafael Arturo Coello Santos, quien además no cobró honorarios, se haya prestado para concretar esta patraña que los mexicanos no nos tragamos ni con toda la estrategia publicitaria de la Cuarta Transformación, “la mañanera del presidente”, el manejo robotizado de las redes sociales por Morena o la homilía de su “santidad política”, guía del “pueblo que siempre es sabio”, el “cuarto Siervo de la Nación”, don Andrés Manuel López Obrador.

Finalmente, todo parece indicar que dicho ridículo del mandatario nacional (en el que por supuesto no olvidó denostar a todos aquellos que no votaron por él), sólo es el preludio de lo que después será una justificación política muy al estilo del de Macuspana; “yo les advertí, y lo hice firmado ante un notario, que no buscaría la reelección, pero si el pueblo que es sabio así lo demanda y exige, ¿quién soy yo para rechazarle?”.


alfredopineraguevara@gmail.com

La semana pasada el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, firmó ante notario público un documento mediante el cual plasma su firme compromiso de no reelección, es decir, la manifestación expresa de que no buscará continuar como presidente de la república después de que concluya su periodo de gobierno, para el que fue electo durante el 2018.


Durante su conferencia matutina del día 25 de junio, AMLO signó ante el fedatario 30 de la Ciudad de México, Rafael Arturo Coello Santos, dicho documento que es una ridícula copia de lo que hizo su antecesor, Enrique Peña Nieto, a todo lo largo y ancho del país, al firmar ante notario público miles de compromisos públicos que por supuesto nunca cumplió y quedaron sólo en papel baratija, eso sí, certificados ante notario público.


Resulta paradójico que este documento firmado por Andrés Manuel López Obrador tiene la misma validez y credibilidad que en los hechos tiene en nuestro país la protesta que rinde el presidente electo ante el presidente del Congreso de la Unión, al asumir el mandato; la protesta de “cumplir y hacer cumplir la ley”. Palabras huecas, letras y firmas muertas que a nadie entusiasman.

No faltó quien a través de la redes sociales le espetó al mandatario nacional que lo que hizo en su conferencia mañanera fue ridículo, pues la no reelección (que el presidente tradujo ahora en un compromiso político) es un ordenamiento legal inscrito en nuestra constitución, y ese documento fundamental de nuestro país está por encima de cualquier papelito que signe el presidente, así lo haga ante notario público o no.

Más asombro causa que el fedatario público 30 de la Ciudad de México, Rafael Arturo Coello Santos, quien además no cobró honorarios, se haya prestado para concretar esta patraña que los mexicanos no nos tragamos ni con toda la estrategia publicitaria de la Cuarta Transformación, “la mañanera del presidente”, el manejo robotizado de las redes sociales por Morena o la homilía de su “santidad política”, guía del “pueblo que siempre es sabio”, el “cuarto Siervo de la Nación”, don Andrés Manuel López Obrador.

Finalmente, todo parece indicar que dicho ridículo del mandatario nacional (en el que por supuesto no olvidó denostar a todos aquellos que no votaron por él), sólo es el preludio de lo que después será una justificación política muy al estilo del de Macuspana; “yo les advertí, y lo hice firmado ante un notario, que no buscaría la reelección, pero si el pueblo que es sabio así lo demanda y exige, ¿quién soy yo para rechazarle?”.


alfredopineraguevara@gmail.com