/ viernes 10 de mayo de 2024

La cuarta transformación 

La mayor parte de las personas ven lo que otros hacen y luego siguen su ejemplo. Pareciera que los humanos tenemos una necesidad de quedar bien con los demás. ¿Cómo es que podemos conformarnos con ser como corderos con lo que otros nos dicen, hacen, quieren o necesitan? La historia nos habla de los conformistas que siguieron a Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Castro y Pol Pot, Chávez y Maduro en el sendero de la destrucción, el abuso y la muerte, y ahora con la secta narcosatánica de la tal Morena? ¿Qué fue lo que motivó a hombres de buena fe aceptarlos y seguirlos con tal intensidad y entrega?


Una forma de explicar esto, es que viendo lo que nuestros ojos nos dicen, decidimos ignorar los hechos, la verdad, y así seguimos promesas y palabras sin realmente analizar. De alguna forma nos es más importante seguir un grupo, que confiar, además de en nuestros sentidos, en nuestra intuición.


Otra explicación es que al escuchar ciertas opiniones, aún si estas son equivocadas, cambia realmente lo que vemos. Distorsiona nuestras propias percepciones. Algunos experimentos y pruebas en nuestro cerebro en este sentido nos dicen que la parte del cerebro que se ilumina al momento de tomar una decisión en política por ejemplo, no es la relacionada con el pensamiento, sino en la parte trasera del cerebro, donde se interpreta la visión. Tendemos a creer lo que otros nos dicen o prometen, no lo que vemos con nuestros propios ojos. Si un buen número de personas (o propaganda) nos dicen algo, esto se mezcla y confunde con lo que en realidad tenemos frente a nosotros. De alguna forma tememos ser los únicos que pensamos diferente, pues esto representaría inseguridad y soledad.


Quizá esto no tenga nada que ver con si estamos siendo atinados o no; con el bien o con el mal; o si somos listos o tontos; simplemente sufrimos una confusión mental relacionada con lo que nos cuentan en relación a lo que vemos, sentimos o escuchamos.


Además de que esto se da en política, también lo tenemos en las modas. Compramos y nos vestimos a veces, con las cosas más ridículas. Diseños van y vienen, como si fueran novedad. Con los aparatos electrónicos también se da este fenómeno. Como pequeños corderos somos arrastrados a gastar en lo que nos daña, ya sea algún tipo de comida, de bebida o de fumada.


Me he preguntado muchas veces qué es lo que motiva que grupos enteros puedan ser manipulados si los mexicanos normalmente no aceptamos liderazgo alguno. Al contrario, el que pretende dar lo mejor de sí, es atacado constantemente. Se trata de que no logre absolutamente nada positivo aún si va en contra nuestra. ¿Se tratará simplemente de codicia?


En meses próximos podremos detectar en nosotros mismos hasta dónde estamos aceptando promesas, demagogias, mensajes de salvación, ya vengan de rufianes enmascarados, o de

otros maestros del engaño.


Lic. Administración de Empresas, Director de Reingenieria Humana


La mayor parte de las personas ven lo que otros hacen y luego siguen su ejemplo. Pareciera que los humanos tenemos una necesidad de quedar bien con los demás. ¿Cómo es que podemos conformarnos con ser como corderos con lo que otros nos dicen, hacen, quieren o necesitan? La historia nos habla de los conformistas que siguieron a Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Castro y Pol Pot, Chávez y Maduro en el sendero de la destrucción, el abuso y la muerte, y ahora con la secta narcosatánica de la tal Morena? ¿Qué fue lo que motivó a hombres de buena fe aceptarlos y seguirlos con tal intensidad y entrega?


Una forma de explicar esto, es que viendo lo que nuestros ojos nos dicen, decidimos ignorar los hechos, la verdad, y así seguimos promesas y palabras sin realmente analizar. De alguna forma nos es más importante seguir un grupo, que confiar, además de en nuestros sentidos, en nuestra intuición.


Otra explicación es que al escuchar ciertas opiniones, aún si estas son equivocadas, cambia realmente lo que vemos. Distorsiona nuestras propias percepciones. Algunos experimentos y pruebas en nuestro cerebro en este sentido nos dicen que la parte del cerebro que se ilumina al momento de tomar una decisión en política por ejemplo, no es la relacionada con el pensamiento, sino en la parte trasera del cerebro, donde se interpreta la visión. Tendemos a creer lo que otros nos dicen o prometen, no lo que vemos con nuestros propios ojos. Si un buen número de personas (o propaganda) nos dicen algo, esto se mezcla y confunde con lo que en realidad tenemos frente a nosotros. De alguna forma tememos ser los únicos que pensamos diferente, pues esto representaría inseguridad y soledad.


Quizá esto no tenga nada que ver con si estamos siendo atinados o no; con el bien o con el mal; o si somos listos o tontos; simplemente sufrimos una confusión mental relacionada con lo que nos cuentan en relación a lo que vemos, sentimos o escuchamos.


Además de que esto se da en política, también lo tenemos en las modas. Compramos y nos vestimos a veces, con las cosas más ridículas. Diseños van y vienen, como si fueran novedad. Con los aparatos electrónicos también se da este fenómeno. Como pequeños corderos somos arrastrados a gastar en lo que nos daña, ya sea algún tipo de comida, de bebida o de fumada.


Me he preguntado muchas veces qué es lo que motiva que grupos enteros puedan ser manipulados si los mexicanos normalmente no aceptamos liderazgo alguno. Al contrario, el que pretende dar lo mejor de sí, es atacado constantemente. Se trata de que no logre absolutamente nada positivo aún si va en contra nuestra. ¿Se tratará simplemente de codicia?


En meses próximos podremos detectar en nosotros mismos hasta dónde estamos aceptando promesas, demagogias, mensajes de salvación, ya vengan de rufianes enmascarados, o de

otros maestros del engaño.


Lic. Administración de Empresas, Director de Reingenieria Humana