/ viernes 5 de abril de 2024

Valores que debemos considerar

“Un buen ciudadano sólo tiene un juez, y es él mismo”

Para contar con una gran nación es obvio que se necesita tener ciertos valores positivos, pero dado que los valores representan literalmente lo que cada uno de los ciudadanos del país valore, éstos son tan variables y diversos que se hace difícil vivir aquello que realmente nos sea de beneficio a todos.

Los siguientes valores fueron tomados y son vividos hasta la fecha por una pequeña nación que ha sido muestra de trabajo y calidad para el resto del mundo: Japón.

Honestidad y Justicia. Ser honesto en los tratos con todas las personas. Creer en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la propia. Para un ciudadano de valor no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Solo existe lo correcto y lo incorrecto.

Cortesía. Un buen ciudadano no tiene razones para ser cruel con los demás. No necesita demostrar su fuerza. Es cortés incluso con sus adversarios. Sin esta muestra directa de respeto no somos más que animales. Un buen ciudadano recibe respeto no solo por su valor en la competencia diaria de la vida, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior de un hombre de valor se muestra en tiempos difíciles.

Valor heroico y patriótico. El buen ciudadano se levanta sobre las masas de personas que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un ciudadano debe tener valor heroico. Es absolutamente temerario. Vive la vida en forma plena, completa, maravillosa. El valor heroico no es ciego, es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.

Honor. Mediante una rutina positiva diaria, un buen ciudadano solo tiene un juez, y es él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quien es en realidad. No se puede esconder de sí mismo.

Compasión. Un buen ciudadano se convierte en un hombre fuerte. Debe utilizar su fuerza en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus conciudadanos en cada ocasión que lo necesiten. Si esta oportunidad de ayudar no se le presenta, sale a buscarla hasta encontrarla.

Absoluta sinceridad. Cuando un buen ciudadano dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en el mundo lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de dar su palabra, no ha de prometer. El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción.

Deber y lealtad. Para el buen ciudadano, haber hecho o dicho ‘algo’, significa que ese 'algo’ le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un buen ciudadano es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado y hacia aquellos para los que trabaja.

Y así, estos valores derivados del Bushido (el camino del guerrero Samurai) le dieron y mantienen al Japón el lugar que ahora ocupa en el mundo.

Para lograr el cambio de nuestro país, el conocimiento y el cambio personal es determinante. No dejemos que la adversidad del ultra corrupto Obrador nos domine. La batalla decisiva es con nosotros mismos.

“Un buen ciudadano sólo tiene un juez, y es él mismo”

Para contar con una gran nación es obvio que se necesita tener ciertos valores positivos, pero dado que los valores representan literalmente lo que cada uno de los ciudadanos del país valore, éstos son tan variables y diversos que se hace difícil vivir aquello que realmente nos sea de beneficio a todos.

Los siguientes valores fueron tomados y son vividos hasta la fecha por una pequeña nación que ha sido muestra de trabajo y calidad para el resto del mundo: Japón.

Honestidad y Justicia. Ser honesto en los tratos con todas las personas. Creer en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la propia. Para un ciudadano de valor no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Solo existe lo correcto y lo incorrecto.

Cortesía. Un buen ciudadano no tiene razones para ser cruel con los demás. No necesita demostrar su fuerza. Es cortés incluso con sus adversarios. Sin esta muestra directa de respeto no somos más que animales. Un buen ciudadano recibe respeto no solo por su valor en la competencia diaria de la vida, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior de un hombre de valor se muestra en tiempos difíciles.

Valor heroico y patriótico. El buen ciudadano se levanta sobre las masas de personas que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un ciudadano debe tener valor heroico. Es absolutamente temerario. Vive la vida en forma plena, completa, maravillosa. El valor heroico no es ciego, es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.

Honor. Mediante una rutina positiva diaria, un buen ciudadano solo tiene un juez, y es él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quien es en realidad. No se puede esconder de sí mismo.

Compasión. Un buen ciudadano se convierte en un hombre fuerte. Debe utilizar su fuerza en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus conciudadanos en cada ocasión que lo necesiten. Si esta oportunidad de ayudar no se le presenta, sale a buscarla hasta encontrarla.

Absoluta sinceridad. Cuando un buen ciudadano dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en el mundo lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de dar su palabra, no ha de prometer. El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción.

Deber y lealtad. Para el buen ciudadano, haber hecho o dicho ‘algo’, significa que ese 'algo’ le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un buen ciudadano es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado y hacia aquellos para los que trabaja.

Y así, estos valores derivados del Bushido (el camino del guerrero Samurai) le dieron y mantienen al Japón el lugar que ahora ocupa en el mundo.

Para lograr el cambio de nuestro país, el conocimiento y el cambio personal es determinante. No dejemos que la adversidad del ultra corrupto Obrador nos domine. La batalla decisiva es con nosotros mismos.