/ viernes 10 de mayo de 2019

No baja luz ni gasolina y el país se desmorona

El presidente Andrés Manuel López Obrador sigue por un lado atacando a los que él llama “conservadores”, “mafias del poder” o “fifís”, mientras que el país se desmorona a su alrededor y cuando verdaderamente lo vea y pretenda recuperarlo o hasta organizarlo, probablemente fuera de su gente más cercana, ya podrá estar haciendo crisis irreversible la paupérrima reorganización burocrática de sus servidores de la nación, con la que pretende llevar a cabo la 4ª Transformación.

La referencia de Alfonso Durazo que corrió como reguero de pólvora el martes, de que había renunciado a su puesto de jefe del gabinete y que al siguiente día, el mismo Durazo y, parte de su equipo recorrieron los diferentes medios de comunicación para desmentir la versión, no es más que la ratificación de que el barco que capitanea el tabasqueño podrá empezar a hacer agua.

Da la impresión de que el presidente hubiera podido conservar más la hegemonía de ese liderazgo que ganó con una impresionante consistencia en sus aspiraciones y no porque ya la haya perdido con las raquíticas protestas de ciudadanos en contra en algunos estados del país, pero que no deja de ser un aviso serio de no recomponer el rumbo.

Y es que asuntos verdaderamente populares no los ha atendido, porque si bien atacó a los que él llama “fifís” con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la verdad es que más que una aceptación popular, tuvo una verdadera separación de la clase que tiene en sus manos la economía nacional y que declaren lo que se les ocurra, la disposición ya no existe y menos la convicción de invertir en su patria.

Pero el presidente también tiene una estructura deficiente y hasta mediocre en la Secretaría del Bienestar, a la que designó implícitamente como la operadora política de su gobierno, desplazando a la Secretaría de Gobernación en este rubro y que hasta el primero de diciembre del año próximo pasado fue la responsable de la política interna de la administración federal.

Incluso los delegados del Bienestar en las entidades fueron bautizados popularmente cono “virreyes”, e implícitamente parece que se dedicaron a supervisar, sin ser legalmente sus funciones, todas las actividades de la administración pública, pero principalmente la clientelar y la política, sin dejar de un lado la administrativa, principalmente en los nombramientos de los nuevos funcionarios que, por cierto sigue muy lento ya a más de cinco meses de nuevo gobierno.

Pero no ha bajado ni la luz, por no decir energía eléctrica en general, mucho menos la gasolina, cuando se implementó un impresionante operativo contra los huachicoleros, cuando se compraron cientos o miles de pipas en Estados Unidos sin licitar y cuando no está detenido ningún huachicolero, cuando mucho uno que otro día, desde sus ruedas de prensa matutinas, lee cuáles son las gasolineras más caras y cuáles las más baratas. Algo es algo, aunque estas acciones de ninguna forma son acciones populares, vamos, ni tan siquiera apoyó a los habitantes de Morelos que se desbarataron creyendo en las encuestas para impedir la construcción de una presa que lastima su hábitat natural.

Eso sí, el asistencialismo está en todo su apogeo, mal operado si se quiere, porque en muchas partes ni oficinas tienen, pero se siguen repartiendo carretadas de dinero a adultos mayores, a estudiantes, a discapacitados y en general a todos los que representen un voto, se lo están pagando en abonos con mucha anticipación.

El presidente Andrés Manuel López Obrador sigue por un lado atacando a los que él llama “conservadores”, “mafias del poder” o “fifís”, mientras que el país se desmorona a su alrededor y cuando verdaderamente lo vea y pretenda recuperarlo o hasta organizarlo, probablemente fuera de su gente más cercana, ya podrá estar haciendo crisis irreversible la paupérrima reorganización burocrática de sus servidores de la nación, con la que pretende llevar a cabo la 4ª Transformación.

La referencia de Alfonso Durazo que corrió como reguero de pólvora el martes, de que había renunciado a su puesto de jefe del gabinete y que al siguiente día, el mismo Durazo y, parte de su equipo recorrieron los diferentes medios de comunicación para desmentir la versión, no es más que la ratificación de que el barco que capitanea el tabasqueño podrá empezar a hacer agua.

Da la impresión de que el presidente hubiera podido conservar más la hegemonía de ese liderazgo que ganó con una impresionante consistencia en sus aspiraciones y no porque ya la haya perdido con las raquíticas protestas de ciudadanos en contra en algunos estados del país, pero que no deja de ser un aviso serio de no recomponer el rumbo.

Y es que asuntos verdaderamente populares no los ha atendido, porque si bien atacó a los que él llama “fifís” con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la verdad es que más que una aceptación popular, tuvo una verdadera separación de la clase que tiene en sus manos la economía nacional y que declaren lo que se les ocurra, la disposición ya no existe y menos la convicción de invertir en su patria.

Pero el presidente también tiene una estructura deficiente y hasta mediocre en la Secretaría del Bienestar, a la que designó implícitamente como la operadora política de su gobierno, desplazando a la Secretaría de Gobernación en este rubro y que hasta el primero de diciembre del año próximo pasado fue la responsable de la política interna de la administración federal.

Incluso los delegados del Bienestar en las entidades fueron bautizados popularmente cono “virreyes”, e implícitamente parece que se dedicaron a supervisar, sin ser legalmente sus funciones, todas las actividades de la administración pública, pero principalmente la clientelar y la política, sin dejar de un lado la administrativa, principalmente en los nombramientos de los nuevos funcionarios que, por cierto sigue muy lento ya a más de cinco meses de nuevo gobierno.

Pero no ha bajado ni la luz, por no decir energía eléctrica en general, mucho menos la gasolina, cuando se implementó un impresionante operativo contra los huachicoleros, cuando se compraron cientos o miles de pipas en Estados Unidos sin licitar y cuando no está detenido ningún huachicolero, cuando mucho uno que otro día, desde sus ruedas de prensa matutinas, lee cuáles son las gasolineras más caras y cuáles las más baratas. Algo es algo, aunque estas acciones de ninguna forma son acciones populares, vamos, ni tan siquiera apoyó a los habitantes de Morelos que se desbarataron creyendo en las encuestas para impedir la construcción de una presa que lastima su hábitat natural.

Eso sí, el asistencialismo está en todo su apogeo, mal operado si se quiere, porque en muchas partes ni oficinas tienen, pero se siguen repartiendo carretadas de dinero a adultos mayores, a estudiantes, a discapacitados y en general a todos los que representen un voto, se lo están pagando en abonos con mucha anticipación.