/ viernes 1 de junio de 2018

Podrá ganar Morena, pero el régimen sobrevivirá

Es súper urgente una reforma estructural política que en primer término elimine a todos los partidos políticos, al perder éstos su espíritu ideológico y, la mayoría de los establecidos en los últimos años, eso sí, otorgados como jugosas concesiones convertidas en empresas familiares y transformados en rémoras de lo que queda de los grandes tiburones PAN y PRI y el ahora parece nuevo partido del régimen, Morena.

Por lo pronto el PRI y el PAN se transformaron en grupúsculos que manejan intereses y no ideologías y las pruebas son muy reales, porque qué iba a hacer Enrique Ochoa al frente del otrora poderoso tricolor cuando lo que lideraba era una larga estela de corrupción encabezada por la esposa del propio presidente con la llamada “casa blanca” y el hombre más fuerte del gabinete, Luis Videgaray, con su residencia de Malinalco; con el grupo cuestionado y hasta algunos encarcelados, de gobernadores que ponderó el propio presidente como los hombres del futuro e incluso el mismo Ochoa Reza, quien con escasas semanas al frente de la antigua Comisión Federal de Electricidad (CFE), se auto entregó una millonaria liquidación.

Pero en el PAN tampoco cantan mal las rancheras y desde la presidencia de ese partido, Ricardo Anaya no solamente bloqueó toda oportunidad a cualquiera que le quisiera arrebatar la candidatura presidencial, sino que aprovechó su posición para realizar negocios inmobiliarios que le redituaron pingües ganancias, además de resquebrajar el partido que había aguantado tempestades como la de las siglas prestadas o alquiladas a Vicente Fox y el presunto alcoholismo de Felipe Calderón.

El PAN como el PRI difícilmente se podrán recuperar, aunque se unan porque Morena de López Obrador ya los rebasó y no porque el viejito sea muy hombre o magnífico político, sino porque los otrora grandes partidos al parecer ya cumplieron su ciclo y muchas de las veces es más redituable ser persistente que inteligente, aunque el régimen puede seguir, por las últimas declaraciones de su presidente nacional Yeidckol Polevnsky, acusando al gobernador Javier Corral de tener como preso político a Alejandro Gutiérrez, conocido más como la Coneja.

Así que no es de extrañarse que en el próximo cumpleaños de Carlos Salinas de Gortari veamos empotrado en un mullido sillón al presidente López Obrador, rodeado de Diego Fernández de Ceballos, Manlio Fabio Beltrones, Carlos Slim y toda la impresionante clase política y económica de México, incluido a quien ya será el expresidente Enrique Peña Nieto.

Entonces pues es difícil que nos convirtamos en un país bolivariano y es más fácil que prospere una izquierda más limpia que incluso podría encabezar el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, que para nadie es un secreto cuál es su verdadera ideología, sin importarle que tuviera que empezar de cero y con los mismos obstáculos del régimen que ya sabemos quiénes son y con qué armas y personajes cuentan.

Aunque Corral Jurado no ha empezado ningún proyecto precisamente desde arriba.


Es súper urgente una reforma estructural política que en primer término elimine a todos los partidos políticos, al perder éstos su espíritu ideológico y, la mayoría de los establecidos en los últimos años, eso sí, otorgados como jugosas concesiones convertidas en empresas familiares y transformados en rémoras de lo que queda de los grandes tiburones PAN y PRI y el ahora parece nuevo partido del régimen, Morena.

Por lo pronto el PRI y el PAN se transformaron en grupúsculos que manejan intereses y no ideologías y las pruebas son muy reales, porque qué iba a hacer Enrique Ochoa al frente del otrora poderoso tricolor cuando lo que lideraba era una larga estela de corrupción encabezada por la esposa del propio presidente con la llamada “casa blanca” y el hombre más fuerte del gabinete, Luis Videgaray, con su residencia de Malinalco; con el grupo cuestionado y hasta algunos encarcelados, de gobernadores que ponderó el propio presidente como los hombres del futuro e incluso el mismo Ochoa Reza, quien con escasas semanas al frente de la antigua Comisión Federal de Electricidad (CFE), se auto entregó una millonaria liquidación.

Pero en el PAN tampoco cantan mal las rancheras y desde la presidencia de ese partido, Ricardo Anaya no solamente bloqueó toda oportunidad a cualquiera que le quisiera arrebatar la candidatura presidencial, sino que aprovechó su posición para realizar negocios inmobiliarios que le redituaron pingües ganancias, además de resquebrajar el partido que había aguantado tempestades como la de las siglas prestadas o alquiladas a Vicente Fox y el presunto alcoholismo de Felipe Calderón.

El PAN como el PRI difícilmente se podrán recuperar, aunque se unan porque Morena de López Obrador ya los rebasó y no porque el viejito sea muy hombre o magnífico político, sino porque los otrora grandes partidos al parecer ya cumplieron su ciclo y muchas de las veces es más redituable ser persistente que inteligente, aunque el régimen puede seguir, por las últimas declaraciones de su presidente nacional Yeidckol Polevnsky, acusando al gobernador Javier Corral de tener como preso político a Alejandro Gutiérrez, conocido más como la Coneja.

Así que no es de extrañarse que en el próximo cumpleaños de Carlos Salinas de Gortari veamos empotrado en un mullido sillón al presidente López Obrador, rodeado de Diego Fernández de Ceballos, Manlio Fabio Beltrones, Carlos Slim y toda la impresionante clase política y económica de México, incluido a quien ya será el expresidente Enrique Peña Nieto.

Entonces pues es difícil que nos convirtamos en un país bolivariano y es más fácil que prospere una izquierda más limpia que incluso podría encabezar el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, que para nadie es un secreto cuál es su verdadera ideología, sin importarle que tuviera que empezar de cero y con los mismos obstáculos del régimen que ya sabemos quiénes son y con qué armas y personajes cuentan.

Aunque Corral Jurado no ha empezado ningún proyecto precisamente desde arriba.