/ lunes 6 de mayo de 2024

88 años de promesas incumplidas 

Que falso se escucha cuando el PRIAN promete dar continuidad a programas sociales como la pensión para adultos mayores, becas para continuar estudiando, subsidios en agua o luz para el campo mexicano, entre otros. A parte de falso, se vuelve una vergüenza que quizás ni cuenta se dan los prianistas porque aceptan que durante 88 años fueron incapaces de implementarlos teniendo todos los recursos necesarios. Hoy, ante su inminente derrota (la cual obviamente todo el mundo sabe), implementan artimañas que se suman a su historia de desvergüenza, las cuales, afortunadamente, nadie les cree.

No voy a personalizar las artimañas porque no son propias de cada uno de los representantes de estos partidos, son parte de su “cultura”, de su estilo de hacer las cosas y todos y todas ellas son esa herencia, cada acto o dicho los delata porque demuestran que son hijos de los Carlos Salinas, de los Ernesto Zedillo, de los Felipe Calderón, de los Fox.

Ahí tenemos en primera instancia a la candidata a la presidencia, a la que circunstancialmente le cayó la candidatura porque su tamaño apenas daba para lo que estaba buscando, ser la contendiente para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Lo cierto es que fue lo menos peor que los panistas y priistas pudieron encontrar, nunca fue vista como la mejor opción sino como la menos peor, y ese criterio les ha costado muy caro a estos partidos y a ella misma que todos los días se hunde, con ayuda o sola, pero en picada.

La primer desvergüenza (de muchas más que le siguieron) fue firmar con sangre (así de patético el asunto), que de ganar, no quitaría los programas sociales, esos que ellos jamás quisieron implementar y con los que siempre han estado en contra, porque son esa clase política y empresarial privilegiada que piensan que querer es poder, y quien no quiere salir de la pobreza es por gusto. Entonces, esa dramática firma con sangre no es más que parte del show con el que pretende remontar 25 o 30 puntos que ya la separan de la candidata de Morena y del PT, estrategia que claramente no ha servido porque cada declaración sin teleprompter es el reflejo de su verdadero pensamiento, ya sin el guion de dramático. Porque sin ese guion conocemos a la verdadera Xóchitl, esa que cree que si a los 60 no tienes patrimonio es que eres bien guey.

Después tenemos a los presidentes de partidos, que son tan pero tan impresentables, que ya ni aparecen en los mítines, porque, vaya problema, esos personajes no suman, al contrario, le restan a la pobre candidata. De Alito, que más se puede decir, él solito a través de algunas grabaciones nos demuestra quién es y con eso tenemos; y por otro lado Marko Cortés, que será recordado como el tuitero más honesto por una hora, pues en un tuit develó las prácticas más corruptas y vergonzantes de estos políticos de derecha.

Luego tenemos a las y los gobernadores “opositores” que están obligados a hacerles el caldo gordo a sus candidatos y candidatas, que deben hacer TODO, sí, así con mayúsculas, a que sus respectivos partidos se lleven los “carros completos”, porque de lo contrario serán mal vistos en sus partidos perdiendo puntos para lo que sigue. Y ahí tenemos en este grupo a la gobernadora de Chihuahua, quien opera como jefa de campaña también de todos los y las candidatas de su partido, procurándoles quórum en los mítines y actos de aquellos, sin importar cómo.

Y para muestra, ahí tenemos la acusación hecha por estudiantes de la Universidad Autónoma de Chihuahua quienes revelaron que maestros de esa institución los presionaron y les ofrecieron puntos para a asistir a un supuesto foro de emprendimiento que en realidad fue un mitin político de Manque Granados, candidata a diputada federal por el PRI, PAN y PRD, y dicen, muy cercana a la gobernadora.

Años pasan y las “prácticas” de estos personajes se van actualizando. La ventaja es que la gente ya no se cree todo lo que le dicen porque ya han visto la otra cara de la moneda en acción, el proyecto de la Cuarta Transformación está probado, y va por la segunda vuelta, a pesar de estas añejas prácticas.


Que falso se escucha cuando el PRIAN promete dar continuidad a programas sociales como la pensión para adultos mayores, becas para continuar estudiando, subsidios en agua o luz para el campo mexicano, entre otros. A parte de falso, se vuelve una vergüenza que quizás ni cuenta se dan los prianistas porque aceptan que durante 88 años fueron incapaces de implementarlos teniendo todos los recursos necesarios. Hoy, ante su inminente derrota (la cual obviamente todo el mundo sabe), implementan artimañas que se suman a su historia de desvergüenza, las cuales, afortunadamente, nadie les cree.

No voy a personalizar las artimañas porque no son propias de cada uno de los representantes de estos partidos, son parte de su “cultura”, de su estilo de hacer las cosas y todos y todas ellas son esa herencia, cada acto o dicho los delata porque demuestran que son hijos de los Carlos Salinas, de los Ernesto Zedillo, de los Felipe Calderón, de los Fox.

Ahí tenemos en primera instancia a la candidata a la presidencia, a la que circunstancialmente le cayó la candidatura porque su tamaño apenas daba para lo que estaba buscando, ser la contendiente para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Lo cierto es que fue lo menos peor que los panistas y priistas pudieron encontrar, nunca fue vista como la mejor opción sino como la menos peor, y ese criterio les ha costado muy caro a estos partidos y a ella misma que todos los días se hunde, con ayuda o sola, pero en picada.

La primer desvergüenza (de muchas más que le siguieron) fue firmar con sangre (así de patético el asunto), que de ganar, no quitaría los programas sociales, esos que ellos jamás quisieron implementar y con los que siempre han estado en contra, porque son esa clase política y empresarial privilegiada que piensan que querer es poder, y quien no quiere salir de la pobreza es por gusto. Entonces, esa dramática firma con sangre no es más que parte del show con el que pretende remontar 25 o 30 puntos que ya la separan de la candidata de Morena y del PT, estrategia que claramente no ha servido porque cada declaración sin teleprompter es el reflejo de su verdadero pensamiento, ya sin el guion de dramático. Porque sin ese guion conocemos a la verdadera Xóchitl, esa que cree que si a los 60 no tienes patrimonio es que eres bien guey.

Después tenemos a los presidentes de partidos, que son tan pero tan impresentables, que ya ni aparecen en los mítines, porque, vaya problema, esos personajes no suman, al contrario, le restan a la pobre candidata. De Alito, que más se puede decir, él solito a través de algunas grabaciones nos demuestra quién es y con eso tenemos; y por otro lado Marko Cortés, que será recordado como el tuitero más honesto por una hora, pues en un tuit develó las prácticas más corruptas y vergonzantes de estos políticos de derecha.

Luego tenemos a las y los gobernadores “opositores” que están obligados a hacerles el caldo gordo a sus candidatos y candidatas, que deben hacer TODO, sí, así con mayúsculas, a que sus respectivos partidos se lleven los “carros completos”, porque de lo contrario serán mal vistos en sus partidos perdiendo puntos para lo que sigue. Y ahí tenemos en este grupo a la gobernadora de Chihuahua, quien opera como jefa de campaña también de todos los y las candidatas de su partido, procurándoles quórum en los mítines y actos de aquellos, sin importar cómo.

Y para muestra, ahí tenemos la acusación hecha por estudiantes de la Universidad Autónoma de Chihuahua quienes revelaron que maestros de esa institución los presionaron y les ofrecieron puntos para a asistir a un supuesto foro de emprendimiento que en realidad fue un mitin político de Manque Granados, candidata a diputada federal por el PRI, PAN y PRD, y dicen, muy cercana a la gobernadora.

Años pasan y las “prácticas” de estos personajes se van actualizando. La ventaja es que la gente ya no se cree todo lo que le dicen porque ya han visto la otra cara de la moneda en acción, el proyecto de la Cuarta Transformación está probado, y va por la segunda vuelta, a pesar de estas añejas prácticas.