/ martes 21 de mayo de 2019

Amigo y tocayo

El fin de semana se realizó un merecido homenaje a un amigo que a la vez es tocayo. Este reconocimiento fue por entregar más de cincuenta años a una asociación, pero más que los cincuenta años, es reconocer a la persona y las acciones que ha dejado durante estos años.

Una persona sencilla, calmada, pero con gran entusiasmo para dar su tiempo y experiencia a los demás. Lo conocí hace ya poco más de cuarenta años, vivía frente a la familia de la que hoy es mi esposa. Solíamos disfrutar veladas muy agradables en su casa, siempre con una disponibilidad y servicio, al igual que su familia.

Más delante empezamos a coincidir en algunas organizaciones, donde se distinguió por su mentalidad de servicio, su forma de responder a los conflictos, pero más por su liderazgo y entrega a las funciones que siempre asumió con responsabilidad y compromiso.

Cuando tuvimos la oportunidad de aportar en la organización que brindó el homenaje por la participación de más de cincuenta años, junto con su esposa, aprendí mucho de él, sobre todo estrategias y protocolos en las organizaciones. Era tanta la entrega que recuerdo que solía decir: “si la empresa no te deja para aportar y estar en la organización, deja la empresa”. Al mismo tiempo una frase que tomé de él, fue la de siempre, siempre motivar a la gente ¡ánimo! Y comúnmente cuando nos vemos me dice: ¡ánimo tocayo!, o también ¡qué pasa tocayo!

Siempre con una actitud positiva, alegre y con disposición, no había reunión de funciones hacia la comunidad y a las organizaciones que no estuviera puntual y listo para aportar y organizar.

No sólo ha pertenecido a varias organizaciones de la sociedad civil, se ha entregado a ellas, con tiempo, ideas, estrategias, protocolos, pero sobre todo esa actitud positiva de sacar todo adelante, pase lo que pase.

Tuve el honor de ser parte de su apoyo en varias de las organizaciones que él ha dirigido y realizar actividades y acciones de beneficio a la comunidad, y a varios sectores de la sociedad civil. Probablemente una de las características más importantes que percibí en el tocayo, fue sus valores y principios que practicaba cada vez que se tenía que tomar decisiones, muchas veces en contra de muchas personas.

Personas como el tocayo, son las que verdaderamente logran hacer cambios en nuestra comunidad. Necesitamos muchos tocayos para sacar adelante a nuestra región. Otra característica es el legado que deja con los hijos e hija, quienes han tomado de los dos, su esposa y el tocayo, lo mejor para seguir aportando no sólo desde el punto de vista familiar, sino ahora también, siguiendo los pasos y aportando para que esta nuestra ciudad sea cada vez mejor.

¡Felicidades! al tocayo, por estos primeros cincuenta años entregados a nuestra asociación, a la comunidad y los grandes aprendizajes que tuve y tengo la oportunidad de vivir con esta gran amistad.

email: antonio.rios@tec.mx

El fin de semana se realizó un merecido homenaje a un amigo que a la vez es tocayo. Este reconocimiento fue por entregar más de cincuenta años a una asociación, pero más que los cincuenta años, es reconocer a la persona y las acciones que ha dejado durante estos años.

Una persona sencilla, calmada, pero con gran entusiasmo para dar su tiempo y experiencia a los demás. Lo conocí hace ya poco más de cuarenta años, vivía frente a la familia de la que hoy es mi esposa. Solíamos disfrutar veladas muy agradables en su casa, siempre con una disponibilidad y servicio, al igual que su familia.

Más delante empezamos a coincidir en algunas organizaciones, donde se distinguió por su mentalidad de servicio, su forma de responder a los conflictos, pero más por su liderazgo y entrega a las funciones que siempre asumió con responsabilidad y compromiso.

Cuando tuvimos la oportunidad de aportar en la organización que brindó el homenaje por la participación de más de cincuenta años, junto con su esposa, aprendí mucho de él, sobre todo estrategias y protocolos en las organizaciones. Era tanta la entrega que recuerdo que solía decir: “si la empresa no te deja para aportar y estar en la organización, deja la empresa”. Al mismo tiempo una frase que tomé de él, fue la de siempre, siempre motivar a la gente ¡ánimo! Y comúnmente cuando nos vemos me dice: ¡ánimo tocayo!, o también ¡qué pasa tocayo!

Siempre con una actitud positiva, alegre y con disposición, no había reunión de funciones hacia la comunidad y a las organizaciones que no estuviera puntual y listo para aportar y organizar.

No sólo ha pertenecido a varias organizaciones de la sociedad civil, se ha entregado a ellas, con tiempo, ideas, estrategias, protocolos, pero sobre todo esa actitud positiva de sacar todo adelante, pase lo que pase.

Tuve el honor de ser parte de su apoyo en varias de las organizaciones que él ha dirigido y realizar actividades y acciones de beneficio a la comunidad, y a varios sectores de la sociedad civil. Probablemente una de las características más importantes que percibí en el tocayo, fue sus valores y principios que practicaba cada vez que se tenía que tomar decisiones, muchas veces en contra de muchas personas.

Personas como el tocayo, son las que verdaderamente logran hacer cambios en nuestra comunidad. Necesitamos muchos tocayos para sacar adelante a nuestra región. Otra característica es el legado que deja con los hijos e hija, quienes han tomado de los dos, su esposa y el tocayo, lo mejor para seguir aportando no sólo desde el punto de vista familiar, sino ahora también, siguiendo los pasos y aportando para que esta nuestra ciudad sea cada vez mejor.

¡Felicidades! al tocayo, por estos primeros cincuenta años entregados a nuestra asociación, a la comunidad y los grandes aprendizajes que tuve y tengo la oportunidad de vivir con esta gran amistad.

email: antonio.rios@tec.mx