/ viernes 31 de mayo de 2019

De austeridad y cosas peores

A mediados del mes de julio del año pasado, el entonces candidatoganador, Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer “50 lineamientos generalespara el combate a la corrupción y la aplicación de una política de austeridadrepublicana”. Según López Obrador, ese plan de acción era para terminar con los“abusos, excesos y dispendio” del erario.
Desde aquel entonces, ya se advertía que la -malllamada- austeridad planteada por AMLO detonaría una crisis en el sectorpúblico. Ahora, a tan sólo 10 meses de distancia, aquella advertencia ya seconvirtió en una alarmante realidad.
Despidos, recortes presupuestales, congelamientode recursos, déficits financieros, desabasto, y deterioro en la prestación deservicios que le corresponden al estado, son términos que -conforme pasan losmeses- se escuchan con más frecuencia, porque la “austeridad” republicana estáhaciendo de las suyas. O sea, está destinando lo “ahorrado” a los caprichos delpresidente López Obrador; es decir, a entregar dinero (llámense becas osubvenciones) “sin ton ni son”, a la construcción del Aeropuerto Internacionalde Santa Lucía, del Tren Maya y de la refinería de Dos Bocas, y al rescate dePetróleos Mexicanos.
Sin importarle la devastación económica,financiera, presupuestal, ambiental y social que está causando (y que ya seempieza a sentir a lo largo y ancho del país), el presidente sigue obsesionadocon su irracional política de “austeridad” que más que ayudar, está desestabilizandola poca estabilidad que teníamos. Y es que una cosa es eliminar los gastossuperfluos y combatir la corrupción, y otra muy -pero muy- distinta, esconvulsionar (en todos los sentidos) al país por cumplir los caprichos de unapersona; peor aún, si esa persona es quien debiera ser el primero en impedirtal cosa.
Es así como, en menos de un año, hemos pasado detener un “esperanzador” plan de austeridad republicana, a tener un lamentable ydesesperanzador régimen de terquedad autoritaria que está a “una nada” dellegar al totalitarismo.
En esta ocasión, concluyo citando lo dichoalguna vez por el político y ex viceministro de Irlanda del Norte, MartinMcGuinness: “La austeridad está devastando a estas comunidades. Lostrabajadores pobres, los trabajadores del sector público, los discapacitados ylos vulnerables son los más afectados por esta política en bancarrota eideológicamente impulsada”.


laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com

A mediados del mes de julio del año pasado, el entonces candidatoganador, Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer “50 lineamientos generalespara el combate a la corrupción y la aplicación de una política de austeridadrepublicana”. Según López Obrador, ese plan de acción era para terminar con los“abusos, excesos y dispendio” del erario.
Desde aquel entonces, ya se advertía que la -malllamada- austeridad planteada por AMLO detonaría una crisis en el sectorpúblico. Ahora, a tan sólo 10 meses de distancia, aquella advertencia ya seconvirtió en una alarmante realidad.
Despidos, recortes presupuestales, congelamientode recursos, déficits financieros, desabasto, y deterioro en la prestación deservicios que le corresponden al estado, son términos que -conforme pasan losmeses- se escuchan con más frecuencia, porque la “austeridad” republicana estáhaciendo de las suyas. O sea, está destinando lo “ahorrado” a los caprichos delpresidente López Obrador; es decir, a entregar dinero (llámense becas osubvenciones) “sin ton ni son”, a la construcción del Aeropuerto Internacionalde Santa Lucía, del Tren Maya y de la refinería de Dos Bocas, y al rescate dePetróleos Mexicanos.
Sin importarle la devastación económica,financiera, presupuestal, ambiental y social que está causando (y que ya seempieza a sentir a lo largo y ancho del país), el presidente sigue obsesionadocon su irracional política de “austeridad” que más que ayudar, está desestabilizandola poca estabilidad que teníamos. Y es que una cosa es eliminar los gastossuperfluos y combatir la corrupción, y otra muy -pero muy- distinta, esconvulsionar (en todos los sentidos) al país por cumplir los caprichos de unapersona; peor aún, si esa persona es quien debiera ser el primero en impedirtal cosa.
Es así como, en menos de un año, hemos pasado detener un “esperanzador” plan de austeridad republicana, a tener un lamentable ydesesperanzador régimen de terquedad autoritaria que está a “una nada” dellegar al totalitarismo.
En esta ocasión, concluyo citando lo dichoalguna vez por el político y ex viceministro de Irlanda del Norte, MartinMcGuinness: “La austeridad está devastando a estas comunidades. Lostrabajadores pobres, los trabajadores del sector público, los discapacitados ylos vulnerables son los más afectados por esta política en bancarrota eideológicamente impulsada”.


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