/ sábado 15 de diciembre de 2018

Educación pública, nivelador social

Esta semana López Obrador envió la iniciativa para derogar la Reforma Educativa de EPN, donde es importante señalar que Morena no tiene los votos suficientes para conseguir la mayoría calificada ni en la Cámara de Diputados ni en la de Senadores necesaria para cumplir su pacto electoral con los sindicatos magisteriales, motivo por el cual la información periodística de los medios nacionales resultó un tanto sesgada y esta batalla apenas empieza.

No sólo en México, sino en diversos países en el mundo los maestros gracias al poder sindical pueden conservar sus plazas aun cuando en los procesos de calificación no pasen los exámenes, obstáculo para mejorar la calidad educativa en un momento en que la formación y los conocimientos que reciben los jóvenes son definitivos para definir su calidad de vida e ingresos.

El gobierno de López Obrador afirma que su propuesta no es punitiva, o sea que un maestro mal evaluado podrá conservar su plaza, aunque repruebe la evaluación una y otra vez hasta que se jubile.

Uno de los efectos más llamativos de la reforma que se pretende abrogar, fue la pérdida de la plaza automática para los normalistas recién egresados, que provocó la caída a la mitad de las solicitudes de ingreso a las normales, lo cual nos indica que un buen número de quienes se graduaron en las normales por décadas simplemente no tenían vocación y lo que buscaban era la seguridad de un ingreso.

Ahora bien, en México la educación pública fue el gran nivelador social después de la Segunda Guerra Mundial, ¿qué significa esto?, Pues que valía la pena que las familias aun las de bajos ingresos realizaran un esfuerzo para que sus hijos se graduaran de un tecnológico o una universidad pública, porque una vez con un título en la mano sus ingresos doblaban, triplicaban o más los de sus progenitores

Y usted, mi querido lector, se preguntará ¿cuándo esta maravillosa oportunidad empezó a desaparecer?, cuando el PRI empezó a ver amenazada su hegemonía política, y entonces el presidente en turno tuvo que pactar con los sindicatos magisteriales para asegurar no sólo su voto, también su capacidad e influencia en las comunidades para conseguir más votos.

En los últimos años ningún presidente de la república ha podido llegar al poder sin pactar directa, aviesa e irresponsablemente con los líderes sindicales magisteriales, ni Fox, ni Calderón y por supuesto ni López Obrador habrían sido presidentes sin realizar un pacto cuestionable e inmoral con el sindicalismo magisterial.

Se afirma que el siglo XXI es el siglo de la sociedad del conocimiento, por ello resulta ineludible que nuestros niños y jóvenes, de igual manera que los niños y jóvenes hindús, taiwaneses, chinos, etc. se gradúen sabiendo realmente leer y escribir en su idioma nativo y en inglés, así como dominando las matemáticas y demás conocimientos que les permitirán producir la ciencia y la tecnología necesarias para generar riqueza en sus países.

Porque un país sin conocimiento y con una juventud pobremente educada, en definitiva jamás no podrá generar la riqueza suficiente para mejorar los ingresos de toda su población; pero a la hora de estar buscando la silla presidencial, esta vital e ineludible necesidad nacional es traficada a cambio de votos.

Esta semana López Obrador envió la iniciativa para derogar la Reforma Educativa de EPN, donde es importante señalar que Morena no tiene los votos suficientes para conseguir la mayoría calificada ni en la Cámara de Diputados ni en la de Senadores necesaria para cumplir su pacto electoral con los sindicatos magisteriales, motivo por el cual la información periodística de los medios nacionales resultó un tanto sesgada y esta batalla apenas empieza.

No sólo en México, sino en diversos países en el mundo los maestros gracias al poder sindical pueden conservar sus plazas aun cuando en los procesos de calificación no pasen los exámenes, obstáculo para mejorar la calidad educativa en un momento en que la formación y los conocimientos que reciben los jóvenes son definitivos para definir su calidad de vida e ingresos.

El gobierno de López Obrador afirma que su propuesta no es punitiva, o sea que un maestro mal evaluado podrá conservar su plaza, aunque repruebe la evaluación una y otra vez hasta que se jubile.

Uno de los efectos más llamativos de la reforma que se pretende abrogar, fue la pérdida de la plaza automática para los normalistas recién egresados, que provocó la caída a la mitad de las solicitudes de ingreso a las normales, lo cual nos indica que un buen número de quienes se graduaron en las normales por décadas simplemente no tenían vocación y lo que buscaban era la seguridad de un ingreso.

Ahora bien, en México la educación pública fue el gran nivelador social después de la Segunda Guerra Mundial, ¿qué significa esto?, Pues que valía la pena que las familias aun las de bajos ingresos realizaran un esfuerzo para que sus hijos se graduaran de un tecnológico o una universidad pública, porque una vez con un título en la mano sus ingresos doblaban, triplicaban o más los de sus progenitores

Y usted, mi querido lector, se preguntará ¿cuándo esta maravillosa oportunidad empezó a desaparecer?, cuando el PRI empezó a ver amenazada su hegemonía política, y entonces el presidente en turno tuvo que pactar con los sindicatos magisteriales para asegurar no sólo su voto, también su capacidad e influencia en las comunidades para conseguir más votos.

En los últimos años ningún presidente de la república ha podido llegar al poder sin pactar directa, aviesa e irresponsablemente con los líderes sindicales magisteriales, ni Fox, ni Calderón y por supuesto ni López Obrador habrían sido presidentes sin realizar un pacto cuestionable e inmoral con el sindicalismo magisterial.

Se afirma que el siglo XXI es el siglo de la sociedad del conocimiento, por ello resulta ineludible que nuestros niños y jóvenes, de igual manera que los niños y jóvenes hindús, taiwaneses, chinos, etc. se gradúen sabiendo realmente leer y escribir en su idioma nativo y en inglés, así como dominando las matemáticas y demás conocimientos que les permitirán producir la ciencia y la tecnología necesarias para generar riqueza en sus países.

Porque un país sin conocimiento y con una juventud pobremente educada, en definitiva jamás no podrá generar la riqueza suficiente para mejorar los ingresos de toda su población; pero a la hora de estar buscando la silla presidencial, esta vital e ineludible necesidad nacional es traficada a cambio de votos.