/ sábado 8 de julio de 2023

El agua: cuando el destino nos alcance. Parte III

La escasez de agua en nuestro estado no sólo se presenta en los acuíferos, de los que se extrae el agua por bombeo; en el caso de las presas, su almacenamiento se ha reducido por los periodos de sequías cada vez más recurrentes, a consecuencia del cambio climático y por la disminución de su capacidad de almacenamiento, provocada por el aumento de los azolves.

De acuerdo con el estudio Cambio de uso de suelo en la cuenca del río Conchos, Chihuahua, México, de Rodríguez-Pineda et al, una medición realizada en el año 2004, en la presa La Boquilla arrojó un nivel de sedimentos equivalente al 9.88% de su capacidad útil. La presa Las Vírgenes, en ese mismo año, registró un 29.61% de nivel de sedimentos, con relación a su capacidad. En el Programa de mediano plazo de gestión hídrica 2022-2027, se señala que la presa El Granero acumula ya un volumen de azolve de 30.77% de su capacidad de almacenamiento. Ante esta realidad, no se puede ya perder más tiempo. Se deben implementar programas que atiendan de manera urgente este grave problema, o de lo contrario, se seguirá reduciendo su capacidad de almacenamiento.

Es urgente aumentar los recursos para proteger de manera eficaz nuestros bosques, que son las zonas de mayor captación y regulación del agua de lluvia. Protegerlos de los incendios, las plagas y enfermedades, la tala clandestina y el cambio de uso del suelo. De igual forma, mejorar su manejo y asegurar su aprovechamiento sustentable. Sólo así, se podrá esperar que se mantenga un flujo más estable y controlado del agua de lluvia que ahí se capta y que llega a nuestras presas.

Son tan importantes los bosques en la captación de agua de lluvia, que de acuerdo con un estudio citado en un artículo de los investigadores de la UACh Castruita-Esparza et al en 2023, la vegetación forestal regresa humedad a la atmósfera a través del follaje, lo cual favorece que de nuevo se concentre en la atmósfera esa humedad y con ello se generen más lluvias. De hecho, se estima que el 40% de las precipitaciones sobre la tierra se originan por la evaporación y la transpiración del agua de las plantas. Por el contrario, se ha evidenciado que cuando se remueve en grandes superficies continuas la vegetación, las precipitaciones se reducen considerablemente.

De igual forma, es urgente tomar las medidas necesarias para conservar los pastizales en las grandes extensiones del estado dedicadas a la actividad ganadera. Para darnos una idea de la importancia de este tema, en el mismo artículo que refería, se cita información de Semarnat-COLPOS, en la que se señala que, en nuestro estado, el 70% de la superficie presenta ya algún grado de erosión, y de esta superficie, el 73% es ocasionado por las actividades de ganadería. Así de grave es este problema.

Esto es tan evidente, que en un artículo de los investigadores de la UACh, Rodríguez-Pineda et al de 2017, catalogan a la presa Las Vírgenes como “una enorme trampa de sedimentos”. Tan sólo un ejemplo que tenemos claramente a la vista, está en la presa construida en Lago Jacales, la cual se encuentra ya sin agua, totalmente llena de sedimentos.

Es claro, que mientras no se corrija el sobrepastoreo, o se promueva más ampliamente el sistema de ganadería regenerativa, por ejemplo, y no se asignen suficientes recursos para proteger los bosques, nuestras presas se seguirán llenando de azolve, y por lo tanto, tendremos cada vez menos agua en ellas.

Todo parece indicar que la disponibilidad de agua en nuestro estado se seguirá reduciendo, tanto la de los acuíferos, como la de las presas. El ritmo al que este problema avance, dependerá las acciones que se implementen para atenderlo y del tiempo en que estas se lleven a cabo, pero al parecer, ya no hay mucho tiempo que perder.

oestradam81@hotmail.com

La escasez de agua en nuestro estado no sólo se presenta en los acuíferos, de los que se extrae el agua por bombeo; en el caso de las presas, su almacenamiento se ha reducido por los periodos de sequías cada vez más recurrentes, a consecuencia del cambio climático y por la disminución de su capacidad de almacenamiento, provocada por el aumento de los azolves.

De acuerdo con el estudio Cambio de uso de suelo en la cuenca del río Conchos, Chihuahua, México, de Rodríguez-Pineda et al, una medición realizada en el año 2004, en la presa La Boquilla arrojó un nivel de sedimentos equivalente al 9.88% de su capacidad útil. La presa Las Vírgenes, en ese mismo año, registró un 29.61% de nivel de sedimentos, con relación a su capacidad. En el Programa de mediano plazo de gestión hídrica 2022-2027, se señala que la presa El Granero acumula ya un volumen de azolve de 30.77% de su capacidad de almacenamiento. Ante esta realidad, no se puede ya perder más tiempo. Se deben implementar programas que atiendan de manera urgente este grave problema, o de lo contrario, se seguirá reduciendo su capacidad de almacenamiento.

Es urgente aumentar los recursos para proteger de manera eficaz nuestros bosques, que son las zonas de mayor captación y regulación del agua de lluvia. Protegerlos de los incendios, las plagas y enfermedades, la tala clandestina y el cambio de uso del suelo. De igual forma, mejorar su manejo y asegurar su aprovechamiento sustentable. Sólo así, se podrá esperar que se mantenga un flujo más estable y controlado del agua de lluvia que ahí se capta y que llega a nuestras presas.

Son tan importantes los bosques en la captación de agua de lluvia, que de acuerdo con un estudio citado en un artículo de los investigadores de la UACh Castruita-Esparza et al en 2023, la vegetación forestal regresa humedad a la atmósfera a través del follaje, lo cual favorece que de nuevo se concentre en la atmósfera esa humedad y con ello se generen más lluvias. De hecho, se estima que el 40% de las precipitaciones sobre la tierra se originan por la evaporación y la transpiración del agua de las plantas. Por el contrario, se ha evidenciado que cuando se remueve en grandes superficies continuas la vegetación, las precipitaciones se reducen considerablemente.

De igual forma, es urgente tomar las medidas necesarias para conservar los pastizales en las grandes extensiones del estado dedicadas a la actividad ganadera. Para darnos una idea de la importancia de este tema, en el mismo artículo que refería, se cita información de Semarnat-COLPOS, en la que se señala que, en nuestro estado, el 70% de la superficie presenta ya algún grado de erosión, y de esta superficie, el 73% es ocasionado por las actividades de ganadería. Así de grave es este problema.

Esto es tan evidente, que en un artículo de los investigadores de la UACh, Rodríguez-Pineda et al de 2017, catalogan a la presa Las Vírgenes como “una enorme trampa de sedimentos”. Tan sólo un ejemplo que tenemos claramente a la vista, está en la presa construida en Lago Jacales, la cual se encuentra ya sin agua, totalmente llena de sedimentos.

Es claro, que mientras no se corrija el sobrepastoreo, o se promueva más ampliamente el sistema de ganadería regenerativa, por ejemplo, y no se asignen suficientes recursos para proteger los bosques, nuestras presas se seguirán llenando de azolve, y por lo tanto, tendremos cada vez menos agua en ellas.

Todo parece indicar que la disponibilidad de agua en nuestro estado se seguirá reduciendo, tanto la de los acuíferos, como la de las presas. El ritmo al que este problema avance, dependerá las acciones que se implementen para atenderlo y del tiempo en que estas se lleven a cabo, pero al parecer, ya no hay mucho tiempo que perder.

oestradam81@hotmail.com