/ martes 19 de marzo de 2024

El agua y la apertura de nuestras presas. Esperanza para nuestro campo

Año con año, se abren las compuertas de nuestras presas y el agua fluye hacia los distritos de riego. Año con año, los productores y todos los chihuahuenses que trabajan el campo inician un nuevo ciclo agrícola con la esperanza de tener un sustento digno para sus familias y llevar alimentos a la mesa de muchos mexicanos, enalteciendo la histórica tradición productiva de nuestro Estado.

Sin embargo, la sequía –producto del calentamiento global y la deforestación– representa hoy un gran desafió para nuestro país y para todo el mundo. De acuerdo con el Mapa de Sequía en México de febrero pasado, el 74.91 % del territorio nacional presenta algún grado de sequía.

Frente a esta situación, las autoridades de los tres órdenes de gobierno deben trabajar de manera coordinada para atender las consecuencias de este fenómeno climático en cada región y hacer frente al estrés hídrico, tomando todas las medidas de corto, mediano y largo plazos que se requieran a fin de mitigar sus efectos entre la población.

¿Cuál es el panorama que enfrenta nuestro Estado? Chihuahua hoy se encuentra en emergencia por sequía. Según los expertos, la temporada de lluvias de 2024 no será suficiente para recuperar el nivel de nuestras presas. Se prevé que éstas se mantendrán en un nivel inferior al 50% de su capacidad, esto es, en una condición similar a las del ciclo 2023.

Algunos municipios viven una crisis más aguda que otros, no obstante, la urgencia es la misma. Debemos atender la contingencia desde todos los frentes posibles. Por supuesto, no perdemos la esperanza de que, contra todo pronóstico, llegue la lluvia con abundancia o de que, al menos, existan condiciones para estimular la lluvia a través del “bombardeo” de nubes.

Los chihuahuenses somos vencedores del desierto. La vocación agrícola y ganadera de nuestra gente ha sabido sacarle prosperidad a la precariedad. Hemos logrado que germine la vida y el progreso en la aridez. Hoy caminamos con ese optimismo, pero es cierto que la esperanza y esa actitud positiva deben estar acompañadas del trabajo duro y constante.

Es momento de que todos los chihuahuenses generemos una economía que promueva el uso racional de nuestros mantos acuíferos. Debemos aprovechar los recursos propios de cada ecosistema, desarrollar una producción basada en cultivos que no rompan el equilibrio ambiental, llevar a cabo una inversión pública y privada continua en proyectos de modernización que contribuyan substancialmente al ahorro de agua, tanto en la industria, en la producción agrícola y, por supuesto, en el uso doméstico.

En este enfoque, los gobiernos no pueden dejar de lado la dimensión social. Por ello también debe haber esfuerzos dirigidos a las zonas más vulnerables por la pobreza y la marginación de sus habitantes, para garantizar el alimento de las familias y prevenir el desplazamiento forzado a causa de la sequía.

Como podemos ver, el desafío es integral. Esto nos exige una respuesta igualmente integral. Por ello, mientras se invierte en métodos de riego avanzado para aprovechar hasta la última gota de nuestro líquido vital, es necesario que construyamos una cultura del cuidado del agua y de la Naturaleza. Todos debemos ser agentes de cambio en acciones y políticas que beneficien al medio ambiente y que tengan como tarea urgente el cuidado de nuestros recursos hídricos.

En lo que refiere al ámbito político, aún hay mucho qué hacer. Es nuestro deber y misión apoyar a nuestros productores, de tal modo que el alimento nunca escaseé, sobre todo en los lugares con mayor necesidad. Los tomadores de decisiones debemos poner en marcha cada vez más mejores programas y esquemas de apoyo para nuestro campo.

Pero también es necesario comprender que esta tarea nos convoca y nos compromete a todos. Solo en la medida en que la sociedad entera se involucre (cada sector desde su trinchera), podremos hacerle frente de manera exitosa a este gran reto.

A la sequía se le vence juntos. Más allá de agendas políticas o visiones de gobierno, esta emergencia climática nos exige unir voluntades, y sí, evitar el dolor que puede ser evitado, y asegurar que el Chihuahua del mañana sea una tierra próspera para la vida y el desarrollo colectivo.

Año con año, se abren las compuertas de nuestras presas y el agua fluye hacia los distritos de riego. Año con año, los productores y todos los chihuahuenses que trabajan el campo inician un nuevo ciclo agrícola con la esperanza de tener un sustento digno para sus familias y llevar alimentos a la mesa de muchos mexicanos, enalteciendo la histórica tradición productiva de nuestro Estado.

Sin embargo, la sequía –producto del calentamiento global y la deforestación– representa hoy un gran desafió para nuestro país y para todo el mundo. De acuerdo con el Mapa de Sequía en México de febrero pasado, el 74.91 % del territorio nacional presenta algún grado de sequía.

Frente a esta situación, las autoridades de los tres órdenes de gobierno deben trabajar de manera coordinada para atender las consecuencias de este fenómeno climático en cada región y hacer frente al estrés hídrico, tomando todas las medidas de corto, mediano y largo plazos que se requieran a fin de mitigar sus efectos entre la población.

¿Cuál es el panorama que enfrenta nuestro Estado? Chihuahua hoy se encuentra en emergencia por sequía. Según los expertos, la temporada de lluvias de 2024 no será suficiente para recuperar el nivel de nuestras presas. Se prevé que éstas se mantendrán en un nivel inferior al 50% de su capacidad, esto es, en una condición similar a las del ciclo 2023.

Algunos municipios viven una crisis más aguda que otros, no obstante, la urgencia es la misma. Debemos atender la contingencia desde todos los frentes posibles. Por supuesto, no perdemos la esperanza de que, contra todo pronóstico, llegue la lluvia con abundancia o de que, al menos, existan condiciones para estimular la lluvia a través del “bombardeo” de nubes.

Los chihuahuenses somos vencedores del desierto. La vocación agrícola y ganadera de nuestra gente ha sabido sacarle prosperidad a la precariedad. Hemos logrado que germine la vida y el progreso en la aridez. Hoy caminamos con ese optimismo, pero es cierto que la esperanza y esa actitud positiva deben estar acompañadas del trabajo duro y constante.

Es momento de que todos los chihuahuenses generemos una economía que promueva el uso racional de nuestros mantos acuíferos. Debemos aprovechar los recursos propios de cada ecosistema, desarrollar una producción basada en cultivos que no rompan el equilibrio ambiental, llevar a cabo una inversión pública y privada continua en proyectos de modernización que contribuyan substancialmente al ahorro de agua, tanto en la industria, en la producción agrícola y, por supuesto, en el uso doméstico.

En este enfoque, los gobiernos no pueden dejar de lado la dimensión social. Por ello también debe haber esfuerzos dirigidos a las zonas más vulnerables por la pobreza y la marginación de sus habitantes, para garantizar el alimento de las familias y prevenir el desplazamiento forzado a causa de la sequía.

Como podemos ver, el desafío es integral. Esto nos exige una respuesta igualmente integral. Por ello, mientras se invierte en métodos de riego avanzado para aprovechar hasta la última gota de nuestro líquido vital, es necesario que construyamos una cultura del cuidado del agua y de la Naturaleza. Todos debemos ser agentes de cambio en acciones y políticas que beneficien al medio ambiente y que tengan como tarea urgente el cuidado de nuestros recursos hídricos.

En lo que refiere al ámbito político, aún hay mucho qué hacer. Es nuestro deber y misión apoyar a nuestros productores, de tal modo que el alimento nunca escaseé, sobre todo en los lugares con mayor necesidad. Los tomadores de decisiones debemos poner en marcha cada vez más mejores programas y esquemas de apoyo para nuestro campo.

Pero también es necesario comprender que esta tarea nos convoca y nos compromete a todos. Solo en la medida en que la sociedad entera se involucre (cada sector desde su trinchera), podremos hacerle frente de manera exitosa a este gran reto.

A la sequía se le vence juntos. Más allá de agendas políticas o visiones de gobierno, esta emergencia climática nos exige unir voluntades, y sí, evitar el dolor que puede ser evitado, y asegurar que el Chihuahua del mañana sea una tierra próspera para la vida y el desarrollo colectivo.