/ viernes 15 de junio de 2018

“El boxeador de la vida por experiencia propia”

Muy buenos días, mis lectores; que se la estén pasando excelente, son mis mejores deseos. Es de lo más fundamental el que uno tenga una persona en la cual pueda confiar ciegamente, un confidente o, mejor dicho, un consejero espiritual; hoy les compartiré una experiencia al respecto.

Primero que nada, quiero decir que yo tengo dos consejeros espirituales que me han estado guiando en mi crecimiento espiritual por más de treinta años. Una de las características que ellos dos tienen es que nunca me van a dar una sugerencia que me dañe a mi o cualquier otra persona. Pero lo mas importante es que todo lo que me han dicho que haga me ha salido bien, es decir, nunca se han equivocado; ¿ya saben por qué? Porque son conductos que Dios ha puesto en mi camino. Además, al ir haciendo eso conmigo me han ido preparando y capacitando para que yo, bajo la supervisión, inspiración y sabiduría de Dios, pueda hacer lo mismo con otras personas y poder guiarlos en situaciones difíciles.

Hace unos pocos años una persona a la que estoy guiando en su crecimiento espiritual me llamó por teléfono, su nombre es César, y me dijo: “Oiga, José Luis, tengo ya varias semanas que no tengo paz ni tranquilidad”. Le pregunté: “¿Por qué?”. Su respuesta fue que su patrón le debía más de 30,000.00 dólares y no se los quería pagar. Después de que me explicó toda la situación le dije: “Mira, César, debes aceptar que esa persona te venció, que te ganó, que es más astuto que tú”. César estuvo de acuerdo en aceptar eso.

Al día siguiente me llamó por teléfono y me dijo: “Oiga, José Luis, hice exactamente lo que me dijo que hiciera y aún no me siento bien, parece ser que esto no está funcionando”, luego de hacerle algunas preguntas le dije: “César, ahora tienes que hacer lo más difícil: Necesitas perdonarlo”. “¿Qué? -me contestó- ¡Aparte de aceptar que me venció tengo que perdonarlo!” “Así es, César, si quieres realmente liberarte de ese resentimiento y de esos pensamientos negativos y compulsivos contra tu patrón, ahora tienes que perdonarlo”.

Pasaron algunos días y entonces César me llamó para decirme: “José Luis, disculpe que no le haya llamado porque he estado muy ocupado, sólo quiero decirle que cuando me dijo que perdonara a mi patrón así lo hice: Estacioné mi troca, cerré los ojos y lo perdoné de todo corazón por todo el daño que me había hecho, y me siento fenomenal”. Este hombre, César, se dio cuenta de que era más beneficioso para él perder $30,000.00 que perder su estabilidad emocional y paz mental.

Mis lectores, cuando se quiere crecer espiritualmente, ¡hay que tomar este tipo de decisiones!



Muy buenos días, mis lectores; que se la estén pasando excelente, son mis mejores deseos. Es de lo más fundamental el que uno tenga una persona en la cual pueda confiar ciegamente, un confidente o, mejor dicho, un consejero espiritual; hoy les compartiré una experiencia al respecto.

Primero que nada, quiero decir que yo tengo dos consejeros espirituales que me han estado guiando en mi crecimiento espiritual por más de treinta años. Una de las características que ellos dos tienen es que nunca me van a dar una sugerencia que me dañe a mi o cualquier otra persona. Pero lo mas importante es que todo lo que me han dicho que haga me ha salido bien, es decir, nunca se han equivocado; ¿ya saben por qué? Porque son conductos que Dios ha puesto en mi camino. Además, al ir haciendo eso conmigo me han ido preparando y capacitando para que yo, bajo la supervisión, inspiración y sabiduría de Dios, pueda hacer lo mismo con otras personas y poder guiarlos en situaciones difíciles.

Hace unos pocos años una persona a la que estoy guiando en su crecimiento espiritual me llamó por teléfono, su nombre es César, y me dijo: “Oiga, José Luis, tengo ya varias semanas que no tengo paz ni tranquilidad”. Le pregunté: “¿Por qué?”. Su respuesta fue que su patrón le debía más de 30,000.00 dólares y no se los quería pagar. Después de que me explicó toda la situación le dije: “Mira, César, debes aceptar que esa persona te venció, que te ganó, que es más astuto que tú”. César estuvo de acuerdo en aceptar eso.

Al día siguiente me llamó por teléfono y me dijo: “Oiga, José Luis, hice exactamente lo que me dijo que hiciera y aún no me siento bien, parece ser que esto no está funcionando”, luego de hacerle algunas preguntas le dije: “César, ahora tienes que hacer lo más difícil: Necesitas perdonarlo”. “¿Qué? -me contestó- ¡Aparte de aceptar que me venció tengo que perdonarlo!” “Así es, César, si quieres realmente liberarte de ese resentimiento y de esos pensamientos negativos y compulsivos contra tu patrón, ahora tienes que perdonarlo”.

Pasaron algunos días y entonces César me llamó para decirme: “José Luis, disculpe que no le haya llamado porque he estado muy ocupado, sólo quiero decirle que cuando me dijo que perdonara a mi patrón así lo hice: Estacioné mi troca, cerré los ojos y lo perdoné de todo corazón por todo el daño que me había hecho, y me siento fenomenal”. Este hombre, César, se dio cuenta de que era más beneficioso para él perder $30,000.00 que perder su estabilidad emocional y paz mental.

Mis lectores, cuando se quiere crecer espiritualmente, ¡hay que tomar este tipo de decisiones!