/ martes 7 de junio de 2022

El cortoplacismo 

Si seguimos así, las generaciones futuras nos considerarán delincuentes. La visión de corto plazo en lo personal y en lo organizacional nos está destruyendo como sociedad. El llamado “pensamiento catedral” como la forma de ver el futuro y enfrentar sus retos, nos urge. Nuestros políticos no alcanzan a ver más allá de las próximas elecciones y nos están contagiando, las organizaciones ven hasta el próximo informe. Necesitamos buscar formas de pensar y actuar en este mundo cortoplacista. Es curioso que en el momento en el que cada vez vivimos más años, pensamos cada vez más a corto plazo olvidando a las generaciones futuras que habitarán el planeta. Las generaciones futuras nos considerarán delincuentes. delincuentes del carbono, delincuentes ecológicos y dirán: ¿pero por qué no se estaban preparando para la siguiente pandemia? ¿Por qué no estaban observando las amenazas de la inteligencia artificial y otras tecnologías? ¿Por qué no estaban siendo buenos antepasados? Creo que, como individuos, muchas veces estamos mirando al teléfono todo el tiempo, atrapados en el presente. ¿Cómo se construyeron las catedrales medievales?, con una visión a largo plazo, pensando que vas a empezar una catedral, que no vas a ver acabada en tu vida, como le pasó a Gaudí cuando empezaron las obras de la Sagrada Familia en 1882. Esa idea de “pensamiento de catedral” es parte de la historia humana y tenemos que recuperarlo. No quedarnos atrapados en esas vidas a corto plazo, como individuos o en la cultura.

Si lo pensamos y nos preguntamos cómo le han hecho otros seres vivos para sobrevivir, cómo lo han hecho durante diez generaciones o más, ya sea castores o pájaros. Pues cuidando del lugar, cuidando de su entorno, en el que va a vivir su descendencia, no destrozan su nido, respetan los límites de su ecosistema. Y eso es lo contrario de lo que hacemos los seres humanos. Y por eso tenemos cambio climático, pérdida de biodiversidad. Tenemos que aprender cuáles son las fronteras de nuestro ecosistema y así es como cuidamos del planeta, que a su vez cuidará de nuestros hijos, y de los hijos de nuestros hijos, y así en el futuro. Uno de los secretos para pensar bien a largo plazo y ser un buen antepasado es no pensar en el tiempo, sino pensar en el lugar, en el terreno y sentir esa conexión.

Este es un experimento mental que podemos hacer todos. Pensar en un niño, en un sobrino, en una sobrina, en un nieto que tengamos y utilizar nuestra capacidad de imaginar para pensar en el futuro. Podría estar viva (o) en el 2100. ¿Cómo será ese mundo? Creo que pensar en esas generaciones es un punto de partida para tener una visión más universal. Pues, pienso en lo que va a necesitar. Va a necesitar aire para respirar. Va a necesitar agua. Entonces me tengo que preocupar por su vida. Me tengo que preocupar por toda la vida. Creo que estamos en la era de los rebeldes del tiempo. Cada vez hay más organizaciones, personas, grupos políticos, etc… incluso negocios, que están empezando a pensar más allá del aquí y ahora. Imagínense una Secretaría de futuras generaciones en los gobiernos. Un ejemplo de esto pudiera ser una artista que inventó la biblioteca del futuro. Un proyecto artístico de 100 años en el que cada año, durante los próximos 100 años, un escritor famoso dona un libro que va a quedar en secreto y no se va a leer hasta dentro de 100 años. Y en ese momento, los 100 libros se imprimirán en papel de mil árboles plantados en un bosque a las afueras de Oslo. La primera persona ya donó el libro, que nunca verá publicado en su vida. Nunca va a conocer a los lectores, pero es un proyecto cultural que amplía nuestra empatía más allá del tiempo. Veamos el largo plazo con mayor o igual intensidad como lo estamos haciendo con el corto plazo.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

Si seguimos así, las generaciones futuras nos considerarán delincuentes. La visión de corto plazo en lo personal y en lo organizacional nos está destruyendo como sociedad. El llamado “pensamiento catedral” como la forma de ver el futuro y enfrentar sus retos, nos urge. Nuestros políticos no alcanzan a ver más allá de las próximas elecciones y nos están contagiando, las organizaciones ven hasta el próximo informe. Necesitamos buscar formas de pensar y actuar en este mundo cortoplacista. Es curioso que en el momento en el que cada vez vivimos más años, pensamos cada vez más a corto plazo olvidando a las generaciones futuras que habitarán el planeta. Las generaciones futuras nos considerarán delincuentes. delincuentes del carbono, delincuentes ecológicos y dirán: ¿pero por qué no se estaban preparando para la siguiente pandemia? ¿Por qué no estaban observando las amenazas de la inteligencia artificial y otras tecnologías? ¿Por qué no estaban siendo buenos antepasados? Creo que, como individuos, muchas veces estamos mirando al teléfono todo el tiempo, atrapados en el presente. ¿Cómo se construyeron las catedrales medievales?, con una visión a largo plazo, pensando que vas a empezar una catedral, que no vas a ver acabada en tu vida, como le pasó a Gaudí cuando empezaron las obras de la Sagrada Familia en 1882. Esa idea de “pensamiento de catedral” es parte de la historia humana y tenemos que recuperarlo. No quedarnos atrapados en esas vidas a corto plazo, como individuos o en la cultura.

Si lo pensamos y nos preguntamos cómo le han hecho otros seres vivos para sobrevivir, cómo lo han hecho durante diez generaciones o más, ya sea castores o pájaros. Pues cuidando del lugar, cuidando de su entorno, en el que va a vivir su descendencia, no destrozan su nido, respetan los límites de su ecosistema. Y eso es lo contrario de lo que hacemos los seres humanos. Y por eso tenemos cambio climático, pérdida de biodiversidad. Tenemos que aprender cuáles son las fronteras de nuestro ecosistema y así es como cuidamos del planeta, que a su vez cuidará de nuestros hijos, y de los hijos de nuestros hijos, y así en el futuro. Uno de los secretos para pensar bien a largo plazo y ser un buen antepasado es no pensar en el tiempo, sino pensar en el lugar, en el terreno y sentir esa conexión.

Este es un experimento mental que podemos hacer todos. Pensar en un niño, en un sobrino, en una sobrina, en un nieto que tengamos y utilizar nuestra capacidad de imaginar para pensar en el futuro. Podría estar viva (o) en el 2100. ¿Cómo será ese mundo? Creo que pensar en esas generaciones es un punto de partida para tener una visión más universal. Pues, pienso en lo que va a necesitar. Va a necesitar aire para respirar. Va a necesitar agua. Entonces me tengo que preocupar por su vida. Me tengo que preocupar por toda la vida. Creo que estamos en la era de los rebeldes del tiempo. Cada vez hay más organizaciones, personas, grupos políticos, etc… incluso negocios, que están empezando a pensar más allá del aquí y ahora. Imagínense una Secretaría de futuras generaciones en los gobiernos. Un ejemplo de esto pudiera ser una artista que inventó la biblioteca del futuro. Un proyecto artístico de 100 años en el que cada año, durante los próximos 100 años, un escritor famoso dona un libro que va a quedar en secreto y no se va a leer hasta dentro de 100 años. Y en ese momento, los 100 libros se imprimirán en papel de mil árboles plantados en un bosque a las afueras de Oslo. La primera persona ya donó el libro, que nunca verá publicado en su vida. Nunca va a conocer a los lectores, pero es un proyecto cultural que amplía nuestra empatía más allá del tiempo. Veamos el largo plazo con mayor o igual intensidad como lo estamos haciendo con el corto plazo.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua