/ lunes 23 de octubre de 2023

El fin del sindicalismo como lo conocemos

Hablar de este tema es muy complicado, sobre todo en un país donde estos gremios ejercen una influencia política importante, pero no podía dejar pasar este tema aprovechando la noticia de la muerte de Carlos Romero Deschamps, el todopoderoso del sindicato de petróleos.

La muerte de este personaje nos tiene que llevar, mínimo, a un análisis sobre la situación de los sindicatos en México. Por definición, los sindicatos son una gran herramienta para mantener el equilibrio entre los empleadores y los colaboradores. Un equilibrio que ayude a crecer la empresa o institución y que ambas partes ganen lo justo. Sin embargo, esto no funciona así en nuestro país.

Tristemente en México los sindicatos se convirtieron, hace muchos años, en agrupaciones que pagan cuotas a personajes que se han enriquecido de una forma ridícula y que solo protegen intereses de unos cuantos y no del gremio en general. Pero no solo eso, también han cooptado sectores como la educación y han impedido el avance, actualización y modernización del sistema educativo mexicano.

Estoy seguro que la gran mayoría de los trabajadores sindicalizados estarán de acuerdo con este pensamiento pues ellos aportan con cada salario su cuota al gremio y no nada más no han visto avances en la protección de sus derechos sino que han visto a sus líderes convertirse en los millonarios que han frenado al país. ¿o ustedes han visto a estos grandes líderes exigir una mejora a los servicios de salud que brinda el gobierno?¿ los han visto exigiendo que el IMSS atienda con dignidad a sus afiliados?

Bastaría una revisión a las finanzas de estos líderes sindicales para que el gobierno pudiera darse cuenta de muchas injusticias pero los políticos les temen porque “representan” muchos votos en las elecciones. ¿Será esto cierto? ¿Creen que en pleno siglo XXI, los líderes sindicales realmente dirijan la conciencia electoral de sus agremiados? Este país necesita liberarse de estas polainas para poder avanzar como se debe pero siempre cuidando los derechos de las y los trabajadores.

Como en todo, existen sus honrosas excepciones, sin embargo, pocas personas estarán en contra de esta tesis que estoy presentando. Necesitamos reformar y evolucionar la vida sindical de este país. No podemos ignorar al gran elefante blanco que tenemos enfrente y hacer como que este problema no existe. Los mismos sindicatos deberían proteger e impulsar la innovación en las empresas, la capacitación, la productividad, los derechos, la justicia, etc; pero hoy las cosas son muy diferentes. Los sindicatos de gobierno, de empresas estatales o de concesiones se han convertido en la caja chica (o grande) de familias ampliamente conocidas que han negociado su impunidad, curules e incluso partidos políticos antes que la defensa de los derechos de sus trabajadores. Ojalá esta columna nos ayude a reflexionar sobre las oportunidades que hemos perdido por estar con una vida sindical mexicana que ha perdido su objetivo legítimo.

Hablar de este tema es muy complicado, sobre todo en un país donde estos gremios ejercen una influencia política importante, pero no podía dejar pasar este tema aprovechando la noticia de la muerte de Carlos Romero Deschamps, el todopoderoso del sindicato de petróleos.

La muerte de este personaje nos tiene que llevar, mínimo, a un análisis sobre la situación de los sindicatos en México. Por definición, los sindicatos son una gran herramienta para mantener el equilibrio entre los empleadores y los colaboradores. Un equilibrio que ayude a crecer la empresa o institución y que ambas partes ganen lo justo. Sin embargo, esto no funciona así en nuestro país.

Tristemente en México los sindicatos se convirtieron, hace muchos años, en agrupaciones que pagan cuotas a personajes que se han enriquecido de una forma ridícula y que solo protegen intereses de unos cuantos y no del gremio en general. Pero no solo eso, también han cooptado sectores como la educación y han impedido el avance, actualización y modernización del sistema educativo mexicano.

Estoy seguro que la gran mayoría de los trabajadores sindicalizados estarán de acuerdo con este pensamiento pues ellos aportan con cada salario su cuota al gremio y no nada más no han visto avances en la protección de sus derechos sino que han visto a sus líderes convertirse en los millonarios que han frenado al país. ¿o ustedes han visto a estos grandes líderes exigir una mejora a los servicios de salud que brinda el gobierno?¿ los han visto exigiendo que el IMSS atienda con dignidad a sus afiliados?

Bastaría una revisión a las finanzas de estos líderes sindicales para que el gobierno pudiera darse cuenta de muchas injusticias pero los políticos les temen porque “representan” muchos votos en las elecciones. ¿Será esto cierto? ¿Creen que en pleno siglo XXI, los líderes sindicales realmente dirijan la conciencia electoral de sus agremiados? Este país necesita liberarse de estas polainas para poder avanzar como se debe pero siempre cuidando los derechos de las y los trabajadores.

Como en todo, existen sus honrosas excepciones, sin embargo, pocas personas estarán en contra de esta tesis que estoy presentando. Necesitamos reformar y evolucionar la vida sindical de este país. No podemos ignorar al gran elefante blanco que tenemos enfrente y hacer como que este problema no existe. Los mismos sindicatos deberían proteger e impulsar la innovación en las empresas, la capacitación, la productividad, los derechos, la justicia, etc; pero hoy las cosas son muy diferentes. Los sindicatos de gobierno, de empresas estatales o de concesiones se han convertido en la caja chica (o grande) de familias ampliamente conocidas que han negociado su impunidad, curules e incluso partidos políticos antes que la defensa de los derechos de sus trabajadores. Ojalá esta columna nos ayude a reflexionar sobre las oportunidades que hemos perdido por estar con una vida sindical mexicana que ha perdido su objetivo legítimo.