/ miércoles 18 de agosto de 2021

Es muy preocupante cuando los problemas de la gente no son las prioridades del presidente

Por: Gustavo Madero

Cada día queda más claro que los problemas reales de la gente, los que le quitan el sueño y generan angustias cotidianas, no son los problemas a los que el presidente dedica más atención.

Por estrategia o por disonancia perceptiva, el presidente prefiere llevarnos a debatir sobre juicios a expresidentes o revocaciones de mandato, a sabiendas de que ambos ejercicios, además de onerosos, son estériles y sin efectos vinculantes, aunque con jugosos dividendos a su estrategia y narrativa política-electoral.

La primera consulta popular constitucionalmente realizada resultó un engendro estéril por la perversa manipulación del instrumento por parte AMLO y por la penosa actuación de la SCJN que se prestó para redactar una pregunta abigarrada, confusa y no vinculante en ninguno de los resultados posibles.

En el mismo sentido se inserta la discusión estéril pero costosa sobre la ampliación de dos años para el presidente de la corte al frente del Consejo de la Judicatura. Con gran irresponsabilidad el ministro Saldívar dejó avanzar esta posibilidad aprobada en un transitorio de una ley secundaria, algo que directamente contraviene lo estipulado en la Constitución.

Cuando en tierras manchegas, el Quijote eligió enfocar sus batallas para derribar los desaforados gigantes, Sancho le insistió que eran molinos de viento contra los que pretendía batirse, pero el hidalgo tenía otros datos, por lo que dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero, estampándose en sus aspas.

En el caso de nuestro personaje nacional, los gritos de sus escuderos también son ignorados y se aferra a combatir enemigos inventados en vez de atender los problemas reales del país y los sufrimientos de la población como son la falta de ingresos en sus hogares, la inseguridad y la violencia de las mujeres y los jóvenes, las enfermedades de sus familias.

Hoy, 22 millones de mexicanos no tienen dinero para comprar los alimentos que necesitan, 36 millones no cuentan con un servicio de salud, 17 millones de beneficiarios del Seguro Popular no pudieron entrar al Insabi, casi la mitad de la población más pobre que recibía un apoyo social (18% del decil 1) ahora ya no lo tiene y uno de cada doce mexicanos más ricos ahora recibe un apoyo o transferencia directa por parte del gobierno de López Obrador.

En la mitad de su gobierno se han cometido más del doble de los homicidios (principalmente jóvenes menores de 30 años) de los que se cometieron en el sexenio de Calderón, y cada mes la violencia contra 320 mujeres son víctimas de feminicidio u homicidio doloso.

Estos son los problemas materiales, reales y angustiantes de la población. Pero el presidente quiere distraernos con consultas costosas e inútiles. No le hagamos el juego. Mejor exijámosle que se dedique a analizar democrática y técnicamente sobre los problemas de la población y lograr resultados que los beneficien. No más discusiones estériles ni provocaciones que nos confrontan. Debemos cambiar la dinámica, el tema y el tono de nuestra discusión pública, poniendo en el centro los problemas materiales de la gente y comprometernos todos a tener la mejor disposición para lograrlo.

Por: Gustavo Madero

Cada día queda más claro que los problemas reales de la gente, los que le quitan el sueño y generan angustias cotidianas, no son los problemas a los que el presidente dedica más atención.

Por estrategia o por disonancia perceptiva, el presidente prefiere llevarnos a debatir sobre juicios a expresidentes o revocaciones de mandato, a sabiendas de que ambos ejercicios, además de onerosos, son estériles y sin efectos vinculantes, aunque con jugosos dividendos a su estrategia y narrativa política-electoral.

La primera consulta popular constitucionalmente realizada resultó un engendro estéril por la perversa manipulación del instrumento por parte AMLO y por la penosa actuación de la SCJN que se prestó para redactar una pregunta abigarrada, confusa y no vinculante en ninguno de los resultados posibles.

En el mismo sentido se inserta la discusión estéril pero costosa sobre la ampliación de dos años para el presidente de la corte al frente del Consejo de la Judicatura. Con gran irresponsabilidad el ministro Saldívar dejó avanzar esta posibilidad aprobada en un transitorio de una ley secundaria, algo que directamente contraviene lo estipulado en la Constitución.

Cuando en tierras manchegas, el Quijote eligió enfocar sus batallas para derribar los desaforados gigantes, Sancho le insistió que eran molinos de viento contra los que pretendía batirse, pero el hidalgo tenía otros datos, por lo que dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero, estampándose en sus aspas.

En el caso de nuestro personaje nacional, los gritos de sus escuderos también son ignorados y se aferra a combatir enemigos inventados en vez de atender los problemas reales del país y los sufrimientos de la población como son la falta de ingresos en sus hogares, la inseguridad y la violencia de las mujeres y los jóvenes, las enfermedades de sus familias.

Hoy, 22 millones de mexicanos no tienen dinero para comprar los alimentos que necesitan, 36 millones no cuentan con un servicio de salud, 17 millones de beneficiarios del Seguro Popular no pudieron entrar al Insabi, casi la mitad de la población más pobre que recibía un apoyo social (18% del decil 1) ahora ya no lo tiene y uno de cada doce mexicanos más ricos ahora recibe un apoyo o transferencia directa por parte del gobierno de López Obrador.

En la mitad de su gobierno se han cometido más del doble de los homicidios (principalmente jóvenes menores de 30 años) de los que se cometieron en el sexenio de Calderón, y cada mes la violencia contra 320 mujeres son víctimas de feminicidio u homicidio doloso.

Estos son los problemas materiales, reales y angustiantes de la población. Pero el presidente quiere distraernos con consultas costosas e inútiles. No le hagamos el juego. Mejor exijámosle que se dedique a analizar democrática y técnicamente sobre los problemas de la población y lograr resultados que los beneficien. No más discusiones estériles ni provocaciones que nos confrontan. Debemos cambiar la dinámica, el tema y el tono de nuestra discusión pública, poniendo en el centro los problemas materiales de la gente y comprometernos todos a tener la mejor disposición para lograrlo.