/ jueves 14 de julio de 2022

Mantente Fiel

Mantente Fiel

Por José A. Hernández

Pensar siempre ha sido el único deber de la inteligencia. Todo siempre ha sido mero y entero pensamiento. Ver a la realidad de cerca y cara a cara me ha hecho darme cuenta de que me faltan nuevas sensibilidades. Vivimos en el mundo de la simulación; el de la sociedad cerrada, que si nos defiende nos oprime y al ocultarnos nos desfigura. Solamente nosotros mismos somos los únicos que podemos contestar a las preguntas que la realidad nos hace.

Borré algunas fotografías antiguas de mi celular hace algunos días. Viejos recuerdos que no necesitaba; pero es tan difícil olvidar lo que es inútil de recordar. Como reflexión personal, encontré una imagen que decidí utilizar como mi fondo de pantalla:

“No importa a donde vayas, las cosas serán iguales si tú no cambias”

Estoy a punto de comenzar a vender mi primer libro. Es una obra que comenzó como un trabajo para una clase de la Facultad y terminó siendo una interesante obra acerca de política y filosofía. Si te interesa comprarme una edición, puedes contactarme por medio de mis redes sociales.

Uno de mis libros favoritos es El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz. Me gustaría compartir un par de nociones y pensamientos que encontré en el texto hace 2 años atrás cuando lo leí por primera ocasión.

¿Qué somos y cómo vamos a poder realizar eso que somos?

La realidad no se entrega al que solo la contempla, sino al que es capaz de sumergirse en ella. La necesidad de contemplarnos e interrogarnos dentro de las nuevas circunstancias, produce nuevas reacciones. Nos hemos encerrado en nosotros mismos, haciendo más profunda y exacerbada la conciencia de todo lo que nos separa.

Sentirse solo no es sentirse inferior, sino, diferente. El sentimiento de soledad, por otra parte, no es una ilusión (como el de la inferioridad) si no la auténtica expresión de un hecho que se visualiza dentro de la realidad; somos distintos. ¿Para qué buscar en la historia algo que solo nosotros podemos darnos?, ¿qué nos hace distintos y por qué y en qué consisten esas mismas diferencias? Nosotros no nos encontramos en la historia. Somos la historia.

Mantengámonos fieles; hay mucho que defender. Quien ha visto la esperanza no la olvida; en cada hombre y mujer late la posibilidad de ser, o, más exactamente, volver a ser.

Hay que atrevernos a ser nosotros mismos. La vida, colectiva o individual, está abierta a la perspectiva de una muerte que sea, a su modo, una nueva vida. Cualquier hecho nos cambia por completo. No somos los mismos de hace dos días, es una constante transmutación.

Para nosotros, abrirse es un sinónimo de debilidad. Nuestra cólera no se nutre nada más del temor de ser utilizados por nuestros confidentes, sino de la vergüenza de haber renunciado a nuestra soledad. Eso es lo que nos apena; que el mundo se dé cuenta de que necesitamos compañía. No solo no somos capaces de abrirnos, tampoco de derramarnos; a veces las formas nos ahogan.

No dejemos de ser fuentes. Nos espera la trascendencia.


Mantente Fiel

Por José A. Hernández

Pensar siempre ha sido el único deber de la inteligencia. Todo siempre ha sido mero y entero pensamiento. Ver a la realidad de cerca y cara a cara me ha hecho darme cuenta de que me faltan nuevas sensibilidades. Vivimos en el mundo de la simulación; el de la sociedad cerrada, que si nos defiende nos oprime y al ocultarnos nos desfigura. Solamente nosotros mismos somos los únicos que podemos contestar a las preguntas que la realidad nos hace.

Borré algunas fotografías antiguas de mi celular hace algunos días. Viejos recuerdos que no necesitaba; pero es tan difícil olvidar lo que es inútil de recordar. Como reflexión personal, encontré una imagen que decidí utilizar como mi fondo de pantalla:

“No importa a donde vayas, las cosas serán iguales si tú no cambias”

Estoy a punto de comenzar a vender mi primer libro. Es una obra que comenzó como un trabajo para una clase de la Facultad y terminó siendo una interesante obra acerca de política y filosofía. Si te interesa comprarme una edición, puedes contactarme por medio de mis redes sociales.

Uno de mis libros favoritos es El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz. Me gustaría compartir un par de nociones y pensamientos que encontré en el texto hace 2 años atrás cuando lo leí por primera ocasión.

¿Qué somos y cómo vamos a poder realizar eso que somos?

La realidad no se entrega al que solo la contempla, sino al que es capaz de sumergirse en ella. La necesidad de contemplarnos e interrogarnos dentro de las nuevas circunstancias, produce nuevas reacciones. Nos hemos encerrado en nosotros mismos, haciendo más profunda y exacerbada la conciencia de todo lo que nos separa.

Sentirse solo no es sentirse inferior, sino, diferente. El sentimiento de soledad, por otra parte, no es una ilusión (como el de la inferioridad) si no la auténtica expresión de un hecho que se visualiza dentro de la realidad; somos distintos. ¿Para qué buscar en la historia algo que solo nosotros podemos darnos?, ¿qué nos hace distintos y por qué y en qué consisten esas mismas diferencias? Nosotros no nos encontramos en la historia. Somos la historia.

Mantengámonos fieles; hay mucho que defender. Quien ha visto la esperanza no la olvida; en cada hombre y mujer late la posibilidad de ser, o, más exactamente, volver a ser.

Hay que atrevernos a ser nosotros mismos. La vida, colectiva o individual, está abierta a la perspectiva de una muerte que sea, a su modo, una nueva vida. Cualquier hecho nos cambia por completo. No somos los mismos de hace dos días, es una constante transmutación.

Para nosotros, abrirse es un sinónimo de debilidad. Nuestra cólera no se nutre nada más del temor de ser utilizados por nuestros confidentes, sino de la vergüenza de haber renunciado a nuestra soledad. Eso es lo que nos apena; que el mundo se dé cuenta de que necesitamos compañía. No solo no somos capaces de abrirnos, tampoco de derramarnos; a veces las formas nos ahogan.

No dejemos de ser fuentes. Nos espera la trascendencia.