Sin duda alguna la responsabilidad de educar a la niñez es de nosotros los adultos, más aún cuando son nuestros hijos. Los niños por naturaleza sienten amor y respeto por el medioambiente, por los animales, vaya, en general por el planeta Tierra.
Claro que la niñez tiene el poder de cambiar el futuro, sin duda ellos son los herederos de la responsabilidad ambiental que todos nosotros les estamos generando, así como también heredan el compromiso de mitigar los efectos del cambio climático.
Está comprobado que a partir de los tres años los niños desarrollan el amor, la curiosidad, etc., es por eso que según los expertos exponerlos a esa edad a la madre Tierra y al contacto directo con la naturaleza desarrollará sus sentidos de una manera impresionante, y desarrollará a su vez un sentido de pertenencia y protección al medioambiente.
Como lo mencioné al principio, la responsabilidad es nuestra y es ahora, ya que ellos serán los futuros consumidores de servicios y productos, son reglas básicas las que podríamos fomentar, tales como el ahorro en el consumo de agua y energía, reciclaje de basura entre otras varias, lo que ayudará de manera sensible si esto se replica en nuestra sociedad.
Cabe mencionar también que hay algunas propuestas en el tintero en materia de educación, para así enseñar reglas y usos de cómo debe ser el comportamiento hacia la naturaleza; en fin, me parece un tema importante que se puede desarrollar por las diversas instituciones de educación y los diversos niveles de gobierno.
Mientras tanto podemos empezar en el hogar a formar verdaderos “niños verdes”, qué mejor etapa de la vida para inculcar un respeto por quien nos brinda tanto, la naturaleza.