/ domingo 24 de diciembre de 2023

¿Para qué la “Anticorrupción”?

Se acerca el fin de un año más o de un año menos -según sea el estado de ánimo-. En estas fechas decembrinas, mientras algunos se sumergen en la alegría de compartir "felices fiestas", otros enfrentan la cruda realidad de carencias y desigualdades sociales que persisten en nuestro país y en nuestras comunidades.

¿Cuál es el papel de la lucha contra la corrupción en este escenario aparentemente festivo, pero profundamente dispar?

La corrupción, un mal que ha permeado las estructuras gubernamentales, económicas y sociales de México y Latinoamérica, y socavado la integridad de las instituciones desde hace mucho tiempo, contribuye directamente a la creación de una brecha entre aquellos que pueden celebrar con alegría y aquellos cuyas esperanzas se ven eclipsadas por la sombra de la desigualdad.

Las festividades de esta época del año no deberían ser sólo un recordatorio de la diversidad de situaciones que enfrenta la población, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de los mecanismos anticorrupción en la construcción de un Estado que busque, ante todo, el bienestar general de la población y la garantía de los derechos humanos de todas las personas.

La lucha contra la corrupción no es un fin en sí misma, sino una herramienta esencial para asegurar que los recursos destinados a la construcción de un estado mínimo de bienestar general para la población no se vean desviados para fines privados o de grupo, en detrimento de los más vulnerables. En un país donde la corrupción ha sido tolerada durante demasiado tiempo, la falta de rendición de cuentas y la impunidad han permitido que algunos celebren las festividades en medio de lujos y derroche, mientras otros luchan por satisfacer necesidades básicas: los olvidados por la ‘justicia’, la salud, la educación, la nutrición y por las oportunidades para el desarrollo.

La corrupción no sólo impide el acceso equitativo a los recursos, sino que también distorsiona las políticas públicas, perpetuando la desigualdad social. Mientras algunos disfrutan de un acceso privilegiado a servicios de calidad, educación y salud, otros enfrentan barreras insuperables que limitan su capacidad para salir de la pobreza.

La "anticorrupción" no es simplemente una consigna, sino un compromiso fundamental para moldear un Estado que priorice la equidad y el bienestar general. Al disminuir y controlar el fenómeno de la corrupción, no sólo reducimos un obstáculo para el desarrollo, sino que también sentamos las bases para una sociedad más justa, donde todos los ciudadanos tengan la oportunidad de celebrar las festividades con dignidad y esperanza.

En esta época de reflexión, recordemos que la lucha contra la corrupción no sólo es necesaria, sino inaplazable y permanente. Al hacerlo, no sólo trabajamos hacia un futuro donde las festividades sean genuinamente felices para todas y todos, sino que también reafirmamos el compromiso con la construcción de un estado mínimo de bienestar común y de garantía de los derechos humanos para todas las personas.

Los gobiernos están obligados a crear y mantener condiciones estructurales y normativas que permitan el adecuado funcionamiento del Estado en su conjunto, y la actuación ética y responsable de cada persona servidora pública. En ese sentido, la ciudadanía debe también contribuir desde su esfera de actuación haciendo una revolución kantiana de honestidad y transparencia, de imperativos categóricos, por eso kantiana.

-La verdad desde mi ignorancia

Autor: Jesús Abdala Abbud Yepiz, integrante del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Anticorrupción del Estado de Chihuahua.

Se acerca el fin de un año más o de un año menos -según sea el estado de ánimo-. En estas fechas decembrinas, mientras algunos se sumergen en la alegría de compartir "felices fiestas", otros enfrentan la cruda realidad de carencias y desigualdades sociales que persisten en nuestro país y en nuestras comunidades.

¿Cuál es el papel de la lucha contra la corrupción en este escenario aparentemente festivo, pero profundamente dispar?

La corrupción, un mal que ha permeado las estructuras gubernamentales, económicas y sociales de México y Latinoamérica, y socavado la integridad de las instituciones desde hace mucho tiempo, contribuye directamente a la creación de una brecha entre aquellos que pueden celebrar con alegría y aquellos cuyas esperanzas se ven eclipsadas por la sombra de la desigualdad.

Las festividades de esta época del año no deberían ser sólo un recordatorio de la diversidad de situaciones que enfrenta la población, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de los mecanismos anticorrupción en la construcción de un Estado que busque, ante todo, el bienestar general de la población y la garantía de los derechos humanos de todas las personas.

La lucha contra la corrupción no es un fin en sí misma, sino una herramienta esencial para asegurar que los recursos destinados a la construcción de un estado mínimo de bienestar general para la población no se vean desviados para fines privados o de grupo, en detrimento de los más vulnerables. En un país donde la corrupción ha sido tolerada durante demasiado tiempo, la falta de rendición de cuentas y la impunidad han permitido que algunos celebren las festividades en medio de lujos y derroche, mientras otros luchan por satisfacer necesidades básicas: los olvidados por la ‘justicia’, la salud, la educación, la nutrición y por las oportunidades para el desarrollo.

La corrupción no sólo impide el acceso equitativo a los recursos, sino que también distorsiona las políticas públicas, perpetuando la desigualdad social. Mientras algunos disfrutan de un acceso privilegiado a servicios de calidad, educación y salud, otros enfrentan barreras insuperables que limitan su capacidad para salir de la pobreza.

La "anticorrupción" no es simplemente una consigna, sino un compromiso fundamental para moldear un Estado que priorice la equidad y el bienestar general. Al disminuir y controlar el fenómeno de la corrupción, no sólo reducimos un obstáculo para el desarrollo, sino que también sentamos las bases para una sociedad más justa, donde todos los ciudadanos tengan la oportunidad de celebrar las festividades con dignidad y esperanza.

En esta época de reflexión, recordemos que la lucha contra la corrupción no sólo es necesaria, sino inaplazable y permanente. Al hacerlo, no sólo trabajamos hacia un futuro donde las festividades sean genuinamente felices para todas y todos, sino que también reafirmamos el compromiso con la construcción de un estado mínimo de bienestar común y de garantía de los derechos humanos para todas las personas.

Los gobiernos están obligados a crear y mantener condiciones estructurales y normativas que permitan el adecuado funcionamiento del Estado en su conjunto, y la actuación ética y responsable de cada persona servidora pública. En ese sentido, la ciudadanía debe también contribuir desde su esfera de actuación haciendo una revolución kantiana de honestidad y transparencia, de imperativos categóricos, por eso kantiana.

-La verdad desde mi ignorancia

Autor: Jesús Abdala Abbud Yepiz, integrante del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Anticorrupción del Estado de Chihuahua.