/ sábado 3 de marzo de 2018

Préstamos a familiares (4ª parte)

El tema de los préstamos a familiares es un mal generalizado que si no se regula llegará a una epidemia.

 

Trataré de aclarar algunos conceptos con ideas que les han funcionado a muchas familias empresarias: “La tinta más tenue es mejor que la memoria más brillante”. Las conversaciones posteriores a un resultado no grato o indefinido respecto a los préstamos generan este tipo de diálogos: “Te dije eso pero tal vez no me expliqué bien; acordamos aquello pero eso fue en otras condiciones, etc. etc.”.

Moneda en curso son las solicitudes de préstamos que literalmente se hacen con el siguiente discurso: “Papás, ¿me apoyan para comprar la casa a donde queremos cambiarnos ahora que tenemos otro hijo?”… “Sí, claro”. Lo que no se precisó es en qué consiste ese “apoyo”, porque para los descendientes brillantes y genios de las finanzas quiere decir “dame, regálame, obsequiame el total de mi requerimiento”, y para los papás sigue siendo un apoyo parcial y temporal para que puedan arrancar o despegar en lo patrimonial o en el negocio.

No establecer o preguntar clara y oportunamente en qué, cómo y con cuáles condiciones quieres que te apoye puede hacer toda la diferencia. Más vale definir esos puntos antes de que sea demasiado tarde y haya rencores o reclamaciones de por medio.

Otro punto que parece que ha llamado la atención es porque insisto en que se documente. Me explico: resultado de las condicionantes hay que dejarlas documentadas por cualquier circunstancia. Los casos más comunes son los impagos.

A muchos descendientes se les puede hacer fácil no pagar, ya que los papás dificilmente ejecutarán alguna acción legal para recuperar los préstamos.

Sin embargo sirven para que la familia, vía el Consejo Familiar, esté enterado del cumplimiento o incumplimient de los familiares: una manera de ver su futuro comportamiento administrativo y de negocio.

Par los futuros deudores que se sienten ofendidos o se hacen los sentidos por esa “falta de confianza” de pedirles que firmen; la mejor respuesta es que la confianza es recíproca: como existe para solicitar, la hay también para dejar las cosas claras y firmadas de ambos lados: de una parte para el crédito y de la otra la firma del contrato pagaré.

Yo les sugiero no caer en la trampa del sentimentalismo: educar a los descendientes en cuestiones crediticias con responsabilidad es un paso importante en su madurez empresarial. No está por demás decir que es más fácil incumplir o hacerse el desentendido cuando no hay la formalidad.

 

El tema de los préstamos a familiares es un mal generalizado que si no se regula llegará a una epidemia.

 

Trataré de aclarar algunos conceptos con ideas que les han funcionado a muchas familias empresarias: “La tinta más tenue es mejor que la memoria más brillante”. Las conversaciones posteriores a un resultado no grato o indefinido respecto a los préstamos generan este tipo de diálogos: “Te dije eso pero tal vez no me expliqué bien; acordamos aquello pero eso fue en otras condiciones, etc. etc.”.

Moneda en curso son las solicitudes de préstamos que literalmente se hacen con el siguiente discurso: “Papás, ¿me apoyan para comprar la casa a donde queremos cambiarnos ahora que tenemos otro hijo?”… “Sí, claro”. Lo que no se precisó es en qué consiste ese “apoyo”, porque para los descendientes brillantes y genios de las finanzas quiere decir “dame, regálame, obsequiame el total de mi requerimiento”, y para los papás sigue siendo un apoyo parcial y temporal para que puedan arrancar o despegar en lo patrimonial o en el negocio.

No establecer o preguntar clara y oportunamente en qué, cómo y con cuáles condiciones quieres que te apoye puede hacer toda la diferencia. Más vale definir esos puntos antes de que sea demasiado tarde y haya rencores o reclamaciones de por medio.

Otro punto que parece que ha llamado la atención es porque insisto en que se documente. Me explico: resultado de las condicionantes hay que dejarlas documentadas por cualquier circunstancia. Los casos más comunes son los impagos.

A muchos descendientes se les puede hacer fácil no pagar, ya que los papás dificilmente ejecutarán alguna acción legal para recuperar los préstamos.

Sin embargo sirven para que la familia, vía el Consejo Familiar, esté enterado del cumplimiento o incumplimient de los familiares: una manera de ver su futuro comportamiento administrativo y de negocio.

Par los futuros deudores que se sienten ofendidos o se hacen los sentidos por esa “falta de confianza” de pedirles que firmen; la mejor respuesta es que la confianza es recíproca: como existe para solicitar, la hay también para dejar las cosas claras y firmadas de ambos lados: de una parte para el crédito y de la otra la firma del contrato pagaré.

Yo les sugiero no caer en la trampa del sentimentalismo: educar a los descendientes en cuestiones crediticias con responsabilidad es un paso importante en su madurez empresarial. No está por demás decir que es más fácil incumplir o hacerse el desentendido cuando no hay la formalidad.