/ domingo 3 de diciembre de 2023

Sale más caro el caldo…

¿Por qué insistir en la institucionalización de los negocios familiares? Porque cualquier desacuerdo puede implicar la pérdida del trabajo de no sólo una o dos generaciones, sino de todos los involucrados y esto implica al círculo familiar, los proveedores, clientes y hasta amigos.

Muchos empresarios no se deciden a institucionalizar porque consideran que es un trámite postergable y puede quedar en manos de la siguiente generación, sin ver que es un riesgo con cargas monetarias para el negocio y la familia. Casi por norma general, postergarlo implica caer en el viejo refrán de: “sale más caro el caldo que las albóndigas”, porque son costos que pudieron evitarse perfectamente.

Empecemos por el costo obvio: el costo monetario.

Hay empresarios que optan por hacer un testamento -en vez de un plan hereditario- y si no fue comunicado a sus potenciales herederos es muy probable que haya quejas o desacuerdo sobre cómo queda la disposición de bienes, y por eso es tan común que surjan hostilidades o que las reuniones familiares sean en los juzgados.

¿Cuánto se puede gastar en esto? En general, un juicio testamentario inicia en unos 30 mil pesos, aproximadamente, pero eso sólo es para arrancar, a lo que hay que sumar los gastos que conlleva todo el proceso, más el tiempo que deben dedicar quienes lo impulsan.

Estos juicios tienen la característica común de saber cómo inician pero rara vez sabemos cuándo y cómo van a acabar. Personalmente, lo que he podido atestiguar es cuando la segunda o tercera generación decide llegar a un acuerdo para dejar de tener pérdidas por una situación que a nadie le interesa proseguir.

Y éste es el segundo costo: el emocional.

Los pleitos testamentarios terminan con las relaciones familiares, sin importar cuán profundas o significativas pudieron ser.

No hay un índice que cuantifique cuánto dinero puede perder un negocio pero sí tenemos las historias de los negocios que se han perdido por los desacuerdos familiares: desde las muy poderosas como fue el caso Gucci -donde hasta hubo un asesinato- o la familia Vanderbilt, que después de ser ícono y referencia empresarial, dilapidó su fortuna debido a malas decisiones financieras de los herederos.

Un adecuado plan hereditario -a través de la institucionalización del negocio, los protocolos adecuados hasta un testamento o la decisión de contar con un fideicomiso- permite tener un marco claro de respeto a las decisiones de los fundadores y el rol de la familia.

Ninguna familia es perfecta porque está conformada por humanos y los humanos tenemos pasiones, emociones, carencias, deseos, ambiciones que muchas veces son contradictorios entre sí; lo que sí podemos tener es respeto y empatía para poder tomar las mejores decisiones de acuerdo a los objetivos familiares y del patrimonio compartido.

La invitación para este fin de año es avanzar en la institucionalización, de manera tal que tanto negocio como familia pueda ser más resiliente ante los cambios, tanto los decididos como aquellos que salen de su esfera de influencia, como los asociados a la época electoral que viviremos el próximo año.

Es el verdadero acto de amor y generosidad que podemos tener por nuestra familia.


Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com


¿Por qué insistir en la institucionalización de los negocios familiares? Porque cualquier desacuerdo puede implicar la pérdida del trabajo de no sólo una o dos generaciones, sino de todos los involucrados y esto implica al círculo familiar, los proveedores, clientes y hasta amigos.

Muchos empresarios no se deciden a institucionalizar porque consideran que es un trámite postergable y puede quedar en manos de la siguiente generación, sin ver que es un riesgo con cargas monetarias para el negocio y la familia. Casi por norma general, postergarlo implica caer en el viejo refrán de: “sale más caro el caldo que las albóndigas”, porque son costos que pudieron evitarse perfectamente.

Empecemos por el costo obvio: el costo monetario.

Hay empresarios que optan por hacer un testamento -en vez de un plan hereditario- y si no fue comunicado a sus potenciales herederos es muy probable que haya quejas o desacuerdo sobre cómo queda la disposición de bienes, y por eso es tan común que surjan hostilidades o que las reuniones familiares sean en los juzgados.

¿Cuánto se puede gastar en esto? En general, un juicio testamentario inicia en unos 30 mil pesos, aproximadamente, pero eso sólo es para arrancar, a lo que hay que sumar los gastos que conlleva todo el proceso, más el tiempo que deben dedicar quienes lo impulsan.

Estos juicios tienen la característica común de saber cómo inician pero rara vez sabemos cuándo y cómo van a acabar. Personalmente, lo que he podido atestiguar es cuando la segunda o tercera generación decide llegar a un acuerdo para dejar de tener pérdidas por una situación que a nadie le interesa proseguir.

Y éste es el segundo costo: el emocional.

Los pleitos testamentarios terminan con las relaciones familiares, sin importar cuán profundas o significativas pudieron ser.

No hay un índice que cuantifique cuánto dinero puede perder un negocio pero sí tenemos las historias de los negocios que se han perdido por los desacuerdos familiares: desde las muy poderosas como fue el caso Gucci -donde hasta hubo un asesinato- o la familia Vanderbilt, que después de ser ícono y referencia empresarial, dilapidó su fortuna debido a malas decisiones financieras de los herederos.

Un adecuado plan hereditario -a través de la institucionalización del negocio, los protocolos adecuados hasta un testamento o la decisión de contar con un fideicomiso- permite tener un marco claro de respeto a las decisiones de los fundadores y el rol de la familia.

Ninguna familia es perfecta porque está conformada por humanos y los humanos tenemos pasiones, emociones, carencias, deseos, ambiciones que muchas veces son contradictorios entre sí; lo que sí podemos tener es respeto y empatía para poder tomar las mejores decisiones de acuerdo a los objetivos familiares y del patrimonio compartido.

La invitación para este fin de año es avanzar en la institucionalización, de manera tal que tanto negocio como familia pueda ser más resiliente ante los cambios, tanto los decididos como aquellos que salen de su esfera de influencia, como los asociados a la época electoral que viviremos el próximo año.

Es el verdadero acto de amor y generosidad que podemos tener por nuestra familia.


Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com